Un grupo de científicos 'engañan' a la médula ósea para crear células madre reparadoras
Este hallazgo podría contribuir en el futuro a la reparación del corazón tras un ataque o de un hueso tras una ruptura
Un equipo de científicos del Imperial College de Londres han 'engañado' a la médula ósea para conseguir que libere más células madre reparadoras de tejidos a la sangre.
Los investigadores explican en un artículo publicado por la revista estadounidense 'Cell Stem Cell' cómo este hallazgo podría contribuir en el futuro a la reparación del corazón tras un ataque o de un hueso tras una ruptura.
Cuando una persona padece una enfermedad o una herida, la médula ósea moviliza a distintos tipos de células madre para que ayuden a reparar y regenerar los tejidos dañados.
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Ahora, los científicos han conseguido, por primera vez, inducir con sustancias químicas un aumento de la producción de estas células madre, llamadas mesenquimales y progenitoras endoteliales.
Las primeras pueden convertirse en huesos o cartílagos y suprimir la acción del sistema inmunológico y las segundas son capaces de formar vasos sanguíneos y, por consiguiente, tienen el potencial de reparar daños en el corazón.
El equipo pudo aumentar la producción de estas células madre adultas 'engañando' con distintas combinaciones de fármacos a la médula ósea de ratones de laboratorio.
Estado de alerta roja
Las sustancias químicas, una combinación de factores de crecimiento naturales de la médula ósea con mozobil, indujeron en el órgano un estado de alerta roja que puso en acción a esas células específicas.
Los ratones que recibieron los "cócteles" químicos liberaron cien veces más células madre al torrente sanguíneo.
Según los científicos, esta es la primera vez que se movilizan de forma selectiva las células mesenquimales y endoteliales progenitoras, porque hasta ahora sólo se había conseguido con las hematopoyéticas, que crean células sanguíneas.
A partir de aquí, la ciencia debe estudiar si una mayor concentración de células reparadoras en sangre se traduce en un aumento de la velocidad y capacidad de reparación de los tejidos.
Y, si da resultado, no sólo podrán desarrollarse terapias cardíacas o traumatológicas, sino otras que hagan frente a enfermedades en las que el cuerpo es atacado por su propio sistema inmunológico, como la artritis reumatoide.