El rap aymara triunfa en Bolivia
Cientos de jóvenes escupen su descontento social a través de ácidas rimas que llevan un sello muy particular: la lengua de sus padres y abuelos
No sólo con huelgas y bloqueos se protesta en Bolivia. A 4.100 metros sobre el nivel del mar, en la ciudad de El Alto, cientos de jóvenes escupen su descontento social a través de ácidas rimas que llevan un sello muy particular: la lengua aymara de sus padres y abuelos. Esta aventura empezó en el 2000, cuando Abraham Bohórquez, ahora difunto, regresó de las favelas brasileñas hipnotizado por el rap que allí se hacía con una temática centrada en la pobreza, las drogas y la discriminación racial.
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"Nos juntamos con Abraham y decidimos formar Ukamau y ké que significa Así es y qué", cuentaRonald Bautista, conocido como Llajuas, en alusión a una típica salsa picante boliviana.
Inicialmente hacían pequeñas presentaciones para menos de 20 personas en el centro cultural Wayna Tambo pero, día tras día, su música fue conquistando cada vez más oídos en la combativa urbe, donde la mayor parte de la población es de origen aymara, como el presidente Evo Morales.
Fue en octubre del 2003 cuando sus letras lograron una mayor acogida y se volcaron a la temática social. Aquella vez, El Alto fue escenario de la guerra del gas que enfrentó a civiles y militares con el lamentable saldo de casi 70 muertos y la posterior renuncia y huída del país del presidente Gonzalo Sánchez de Lozada.
"Tenemos letras sobre el octubre negro, allí empezó todo", recuerda Bautista. "Cantamos sobre cómo quisieron sacar el gas por Chile, sobre cómo peleamos entre hermanos. Nuestras letras son revolucionarias. Nosotros no protestamos con marchas, preferimos hacer música y llegar a la mayor cantidad de gente posible", asegura.
Para llegar al casi millón de habitantes de esta pujante urbe que tiene como lengua materna el aymara, nació Wilamasis mayachtasiñani (hermanos de sangre nos uniremos), la primera canción cuya letra está casi totalmente en aymara.
Luego vino el primer disco, Para la raza, donde el rap se mezcla con tarkas, zampoñas, quenas y otros instrumentos altiplánicos. 'La educación en la nación simplemente una manipulación, con fines de lucro y dominación', reza el coro en la séptima canción del disco, una de las más populares.
'Mi hoja es sagrada, mientras que pichiruchis (personas insignificantes) dicen que esto no les agrada. No me importa su idea porque está jodiendo ya la DEA, junto con los militares quieren erradicar cocales. La coca no es cocaína para mi pueblo es medicina', rapea Bautista, recordando la letra que él y Bohórquez compusieron.
El éxito de ambos fue reconocido no sólo en El Alto y el resto de Bolivia sino que, incluso compartieron escena con el conocido cantautor francés Manu Chao y los argentinos de Bersuit Vergarabat, cuando rapearon en aymara la conocida Señor Cobranza.
Además, su música forma parte de la banda de sonido del documental estadounidense The linguists (Los lingüistas) en el que dos científicos concluyen que hacia el final de este siglo, unas 3.500 lenguas -entre ellas varias bolivianas- desaparecerán a un ritmo de una cada dos semanas.
La nueva generación
A fines de mayo, Bohórquez murió en un accidente de tráfico, uno de los muchos que ocurren en la caótica urbe alteña, pero para demostrar que con él no murió el movimiento hip-hop en Bolivia, cientos de jóvenes siguen sus pasos en El Alto, ciudad contigua a La Paz, la sede del Gobierno boliviano.
Jóvenes de extracción humilde vieron en el rap una válvula de escape para su descontento social. "No es que yo busque que mi letra sea contestataria, yo canto sobre mi vida cotidiana. No puedo hablar de carros y dinero porque no los tengo", explica el joven rapero Daniel Calle, conocido como Graffo.
"Además, para hacer rap no necesitas de un grupo, ni de instrumentos. Cualquiera puede hacerlo", agrega Nicolás Flores, Nico, de 23 años. Este par de amigos usa pantalones anchos, camisas con logos en inglés y gorras de beisbol: la típica vestimenta de los raperos estadounidenses, algo con lo que no están de acuerdo los pioneros del rap en aymara.
"Es difícil, pero debemos cambiar nuestra forma de vestir. No es original, hay que tener identidad hasta en la ropa", señala Bautista, luciendo ropa de lana para combatir el frío.
Pero, mientras para los más jóvenes la motivación es grabar discos, ganar dinero y vivir de la música, para los pioneros el rap es sólo una forma de transmitir un mensaje. Por eso apoyan la piratería. "La piratería es el mejor medio para llegar a las masas", opina Bautista.
Sin embargo, los une un gran respeto por la cultura aymara. "Nosotros no cantamos en aymara porque no lo pronunciamos bien, y hacerlo sería una falta de respeto a los que lo hablan", explica Flores. "Yo estoy aprendiendo, me gustaría rapear en aymara", confiesa.