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SALUD

Casi la mitad de los niños menores de 10 años come mal

Los expertos alertan del riesgo de malos hábitos de adultos

Un 47 por ciento de las familias españolas con niños de entre 1 y 10 años afirma que sus hijos comen mal, es decir poca variedad, poca cantidad, tardan mucho en comer, o todo a la vez, según se desprende del I estudio nacional Pedisure sobre Niños Malcomedores, que acaba de publicar el Observatorio de la Nutrición Infantil Abbott.

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Así, el 62 por ciento come despacio, más de la mitad de los niños apenas comen verduras y frutas (52%), y demuestran un gran rechazo a ciertos alimentos (50%). Estos comportamientos se agudizan en niños menores de 3 años, además es ligeramente mayor en chicos que en chicas, y también en aquellos que son hijos únicos, según se observa en la encuesta.

Por otra parte, los niños comen muy poca variedad de alimentos y casi la mitad no llega a comer nunca determinados alimentos como son las verduras y legumbres (64%), el pescados (44%) y las frutas (40%). Al respecto, los padres consultados señalan que sus hijos comen una media de casi 9 tipos de productos distintos, aunque la mayoría de estos son productos son lácteos y derivados, así como pastas, pan, patatas, etc.

El jefe de la unidad de Gastroenterología y Nutrición Infantil del Hospital Miguel Servet de Zaragoza, el doctor Luis Ros, advirtió de que "estos niños no tienen problemas a corto plazo, pero con el tiempo cogen unos muy malos hábitos que no se van a solucionar en poco tiempo". "Hemos observado que los niños que comen mal a los dos años, lo siguen siendo a los 7, a los 8 y a los 10 años, y, seguramente, lo serán cuando sean adultos", indicó.

La investigación, realizada bajo la base de 906 familias repartidas en las comunidades autónomas de Andalucía, Madrid, Galicia, Comunidad Valenciana, Cataluña y País Vasco, tiene como objetivo detectar las causas del comportamiento del niño malcomedor y, en consecuencia, aportar una serie de medidas que ayuden a los padres a solucionar el problema.

Por comunidades, son los niños de Cataluña los que peor comen (51%), seguido de Andalucía (47%), Comunidad Valenciana y Madrid (43%), Galicia (41%) y País Vasco (27%). Aunque, son los vascos y los catalanes los que más tiempo dedican a internar que sus hijos coman, con 49 y 45 minutos de media. Por detrás se encuentran valencianos (44 min), andaluces (42), madrileños (41) y gallegos (33).

No obstante, aunque la media se encuentra en los 40 minutos, un 31 por ciento come en menos de 30 minutos, mientras que un 22 por ciento tarda más de 50 minutos. Al respecto, el psicólogo infantil, Luis Torres Cardona, advirtió de que "cuando transcurran los 20 ó 25 minutos que debe durar la comida, si el niño se ha negado a comer en ese tiempo, se le debe retirar el plato de la mesa sin provocar discusión o manifestar enfado".

Y es que, según la encuesta, el 90 por ciento de los padres admite que se enfada con sus hijos ante el rechazo de la comida o si se prolonga en exceso el tiempo para comer; y en el 40 por ciento de las ocasiones la hora de comer termina en enfrentamiento. Además, se observó que un 60 por ciento de los padres fuerza a sus hijos a comer, aunque comunidades como Andalucía (69%) y Madrid (64%) superan la media; y, al menos, un 43 por ciento los castiga cuando comen mal. Por el contrario, una gran mayoría termina cediendo a las exigencias de los niños o intenta distraerlo con juegos o la televisión (76%).

Reducción alimentaria

Al respecto, el experto explicó que las discusiones y los enfados llevan al niño a negarse a participar en la comida "puesto que concibe este momento como una situación de estrés". Además, "ceder, distraerle o castigarle, son comportamientos que hacen que el problema se alargue en el tiempo", indicó.

Esta situación puede provocar un grave perjuicio en el desarrollo físico y psicológico del niño, ya que según se ha podido observar, una mala alimentación afecta directamente a su desarrollo intelectual y puede provocar problemas con la comida como la bulimia, anorexia o la obesidad en la adolescencia. Además, los familiares también se ven afectados por esta situación que les genera un agotamiento físico y mental.

Al parecer, esta situación es producto, en gran medida, a una falta de hábitos, además de que en muchas ocasiones viene provocado por el continuo consentimiento a los caprichos y deseos de lo niños, así como de la necesidad de llamar la atención en el niño, y de la imitación de los hábitos alimentarios de los padres.

Para solucionar este problema, los expertos recomiendan a los padres acudir a un profesional (pediatra, pedagogo o psicólogo infantil) que "van a tratar de disminuir la angustia que el problema puede generar en la familia", explicó Torres. Asimismo, indican que es necesario aplicar un proceso de reeducación alimentario en el que se instauren los buenos hábitos de comida, y pero para ello "los padres deben de ser consistentes, pacientes y firmes".

Otra de las medidas que se recomiendan es establecer una normas y una disciplina en cuanto a las comidas, respetando unos horarios y unas costumbres en la mesa, así como tratar de felicitar al niño cuando come, premiar los esfuerzo y reconocer los logros. En este sentido, Torres incidió en que "hay que restar importancia a la comida e intentar hablar de otros temas durante el tiempo que se pasa en la mesa".

Este proceso puede ser lento y prolongarse durante más de un año, y en el puede haber etapas en las que el niño coma menos, por eso igual es conveniente incluir un suplemento nutricional. "Para compensar las deficiencias son buenos los suplementos que ayudarán que la madre este tranquila ya que aportan las calorías que necesita el niño; pero no los estimulantes de apetitos que no solucionan el problema de que el niño coma de todo", advirtió el doctor Ros.

 
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