La última bala de Zapatero
Zapatero mandó parar; mandó parar los rumores, las especulaciones y las tensiones internas ante lo que parecía una inminente y profunda crisis de gobierno. Más de uno y de una vivían estos días al borde de un ataque de nervios al verse fuera de las quinielas principales.
El mensaje del presidente tranquilizará los ánimos al menos un par de días pero no puede tapar lo que es una evidencia para todo el mundo y también para Zapatero aunque lógicamente tenga que negarlo: este gobierno hay que cambiarlo. Nadie le ve con este mismo equipo hasta 2012.
Es un gabinete pensado para días de vino y rosas y no para la dura y cruda crisis que estamos atravesando. Como decíamos hace 15 días, hay consenso general sobre la necesidad de hacer un gobierno más corto, más político y más directo: un gabinete de crisis por fin, coordinado y resolutivo.
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Es una crisis de gobierno difícil porque Zapatero tiene que decidir si mantiene o no a De la Vega tras 6 años codo a codo, si se equivocó o no con Elena Salgado, qué peso político deben tener sus dos lugartenientes más eficaces, Blanco y Rubalcaba, y tiene que resolver los siempre difíciles equilibrios de poder dentro del partido.
Además, ahora tiene que decidir cuando la hace, ¿tal vez después del debate del estado de la nación? En todo caso, la crisis de gobierno es la última bala que le queda a Zapatero para afrontar la recta final de la legislatura, para intentar levantar la moral de su tropa que está por los suelos y para intentar darle la vuelta a las encuestas. Claro que esto último va a depender sobre todo de la situación económica pero sólo con un gobierno potente podría aprovecharlo.