Internacional

De aventuras y desventuras

En la historia de Haití hay algunas aventuras pero hay, sobre todo, desventuras. La primera República Independiente Negra del planeta -ésta es una de sus aventuras- en 1804, tiene en su haber una historia desgarradora -éste es el resumen de sus desventuras-, que ha derivado en un país arrasado.

2010 ha sido un año “para olvidar” en Haití, y para recordar. Todos los que hemos estado involucrados en la respuesta al terremoto, así como aquellos que se han incorporado al operativo humanitario tras el comienzo de la epidemia de cólera, coincidimos en que ésta es una operación muy especial, en un país también muy especial. El desastre que tuvo lugar el día 12 de enero, y los meses sucesivos, han sido únicos  por varias razones, y presentan algunas especificidades y peculiaridades que no debemos olvidar:

Ha sido el mayor desastre ocurrido en el Hemisferio Norte, habiendo destruido millones de hogares y tras el que murieron más de 200.000 personas. Los daños materiales fueron enormes, y nos demuestran la extrema vulnerabilidad de este país. Las autoridades e instituciones haitianas sufrieron el desastre enormemente, habiendo quedado destruidos edificios gubernamentales, ministerios, comisarías… y habiendo fallecido funcionarios y altos cargos del estado. Este hecho complicó enormemente la reacción del Gobierno de Haití, y de sus instituciones.

Haití en 2011

Hoy, cientos de organizaciones seguimos trabajando a un ritmo frenético en Haití, en diferentes sectores. El enorme despliegue de una organización como Cruz Roja Española pone de manifiesto el compromiso para con Haití de la sociedad civil que apoyó con sus aportaciones, conmovida por la trágica situación humanitaria tras el terremoto, además de la Comunidad Internacional que, tras la conferencia de Nueva York comprometió alrededor de 5.300 de millones de dólares.

Un alto porcentaje de todos los recursos que han llegado ya a Haití se ha canalizado, hasta el momento, a través de ONG y Organizaciones Internacionales o locales. Es necesario que los estados donantes cumplan sus compromisos y comiencen a apoyar  al Gobierno de Haití –una vez culmine el proceso electoral- de forma bilateral para dotarlo de recursos y que, con el apoyo de las NN.UU y resto de socios internacionales, puedan liderar el proceso de reconstrucción.

Vista de una de las calles adyacentes al 'Mercado de Hierro', en el centro de Puerto Príncipe (Haití), el 6 de enero de 2011, que a finales de enero del año pasado fue destruido por un incendio. Su reconstrucción será inaugurada la próxima semana. (EFE/ANDRES MARTINEZ CASARES)

Los retos logísticos en Haití son aún variables que no podemos ni debemos obviar. Una ciudad congestionada por un tráfico salvaje en la que ir de una reunión a otra supone más de una hora de cláxones y tubos de escape, un país desforestado que casi no produce nada pero que lo importa todo, una aduana portuaria pequeña y limitada, insuficiente para las cantidades de contenedores que llegan cada semana, un único aeropuerto en todo el país con capacidad para recibir aviones de carga, una burocracia heredada, pesada y no lo suficientemente ágil…

Un país en el que no puedes encontrar de todo, infraestructuras viales defectuosas o inexistentes, o dificultades para conseguir un buen acceso a Internet que permita trabajar cómodamente. Una ciudad donde los precios se han disparado (los precios de las viviendas, de productos en el supermercado…), y que ya antes eran escalofriantes.

Éste es el Haití de hoy, y algo parecido era el Haití de antes con una diferencia importantísima: El terremoto ha visibilizado mucho los retos que presenta este país, pero el compromiso debe ir más allá de la reconstrucción y recuperación tras el terremoto. Debe perseguirse la reconstrucción como un proceso sostenible, que asegure la mejora de las condiciones de vida en Haití.

Haití duele

Duele. Duele ver que desde octubre, por si no teníamos suficiente, han muerto ya más de 3.330 personas como consecuencia de una epidemia de cólera que aún no hemos conseguido frenar y que se ha extendido ya por todo el país habiendo afectado a casi 150.000 personas. Los esfuerzos que todos estábamos haciendo se han multiplicado, y aún no salimos de nuestro asombro. ¿Hasta cuándo?

Muchos vehículos se quedan sin combustible debido al desabastecimiento en las gasolineras de Puerto Príncipe (NICOLÁS CASTELLANO / PACO QUIROGA)

 

En medio de un proceso electoral que aún no ha culminado, autoridades y organizaciones luchamos por frenar el número de contagios y por mejorar la asistencia sanitaria; de nuevo nos topamos con las dificultades previas al terremoto (falta de acceso a servicios básicos), que se encargan de recordarnos que no debemos pensar sólo en reconstrucción sino en desarrollo.

Suerte que Haití tenga la población que tiene. Y suerte que el futuro de Haití esté en las manos de su gente porque son implacables. Irreductibles. Incansables. Héroes en la miseria y la confusión, y con una capacidad de recuperación admirable. Hemos de evitar que se conviertan en héroes en el olvido, en héroes invisibles. Convirtamos las desventuras en aventuras.

Haití ahora no tiene otro presente que aquel que nos hace soñar con el futuro, y para asegurar su futuro tenemos que mantener nuestro compromiso. Desde Cruz Roja Española ese compromiso está asegurado.

 
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