El teatro en la SER

Madrid

"Una historia bien contada, con buenas voces y arropada por una música y unos efectos de sonido apropiados. Eso es el radioteatro". Así de simple lo definía Ricardo Palmerola, primer galán del cuadro de actores de Radio Barcelona.

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Pero fue mucho más. Si en los primeros años de la radio la música de orquesta en directo fue la reina de las ondas, pasada la guerra civil española se descubrió la palabra, el poder de la voz, capaz de llevar la ensoñación a una sociedad lacerada por el hambre y la tristeza. En 1940 comenzaron a llegar a Radio Madrid jóvenes atendiendo a la llamada de un programa "Tu carrera es la radio". Una de ellas fue la gran Juana Ginzo. "El plazo se había terminado -recuerda la actriz-, pero me hicieron la prueba y me dijeron que podría vivir toda mi vida de la radio. No se equivocaron".

Antonio Calderón creó la Compañía de actores de Radio Madrid en 1942. En Barcelona hizo lo mismo Armand Blanch. Y en emisoras más pequeñas también cundió el teatro, siempre a caballo entre la adaptación de obras clásicas y la interpretación de guiones expresamente escritos para la radio. Es injusto -aunque comprensible por el éxito que supusieron-, creer que los dramáticos en la radio española se han reducido a las larguísimas y lacrimógenas radionovelas, espejo de la sociedad de aquellas épocas. Si Sautier Casaseca triunfaba con "Ama Rosa", si las señoras lloraban pegadas al receptor cuando se emitía "Lo que nunca muere", por la noche se ofrecía "El Teatro del Aire", y por allí pasaban de Calderón a Lope de Vega, de Ibsen a Buero Vallejo.

Hay que reivindicar hoy el papel que tuvo la SER ofreciendo teatro de vanguardia, incluso de autores no precisamente bien vistos por el régimen de Franco. La experimentación de nuevas formas de expresión teatral por radio nos ha dejado guiones como "Pasos", de Calderón, que fue capaz de contar la historia de un crimen solo con el sonido de los pasos de sus protagonistas. También es de justicia recordar a montadores musicales, como Remedios de la Peña, Rafael Trabuchelli o Enrique Aroca, que podían estar horas escogiendo el mejor pasaje para reforzar el dramatismo de una escena, y a "ruideros" como a Esteban Cabadas, por cuyas manos pasaban tormentas o batallas con la simple ayuda de un pedazo de celofán o unos cocos.

La fonoteca de la SER atesora el producto de muchas tardes de ensayo y grabación, y las voces de un larguísimo reparto, de Pedro Pablo Ayuso a Matilde Vilariño, de Isidro Sola a Eduardo Lacueva, o el narrador Teófilo Martínez. Recuerda Matilde Conesa, actriz, que a veces los actores tenían que esperar a que salieran los guiones, calientes, de la máquina de escribir. "Nos sentábamos alrededor de una mesa, una breve lectura para corregir, y luego al micro". Y a partir de entonces, el rey era el director. Antonio Calderón, ya fallecido, nos contó una vez: "Yo estaba pendiente de la realización , los micrófonos, con los que tenía que hacer varios planos, la línea del narrador, de la acción, todo eso se fraguaba en el control. Había un gran respeto por el trabajo, salvo una vez en que todos los actores se pusieron de acuerdo para desnudarse, y taparse las vergüenzas con el guión. ¡Estuve a punto de echarles a la calle!".

Hasta bien entrados los años 70, el radioteatro resistió a las nuevas formas de hacer radio, pero fueron desapareciendo los cuadros de actores, y prácticamente la última serie que se emitió en la SER fue "La saga de los Porretas". Actualmente los dramáticos asoman esporádicamente a nuestra antena, por ejemplo en "Milenio 3". Y al escucharlos siempre nos hacemos la misma pregunta: ¿tendrían hoy cabida en la programación?.