Día 21: Morir matando
Ha habido un momento durante la etapa en que nos hemos vuelto locos. En realidad, a quién se le fue la cabeza con las referencias fue al Tour, que daba más ventaja de la que había entre Contador y los hermanos Schleck. Estábamos tan cegados con el de Pinto que nos llegamos a preguntar si podía o no ganar el Tour. Pero pronto despertamos del sueño
El líder del Saxo Bank, el corredor de todos los españoles, se levantó de la bicicleta en el kilómetro 16 de etapa, cuando todavía tenía por delante 3 puertos infernales. Sabía que el Tour estaba perdido; sabía que el podio estaba muy complicado; sabía, incluso, que lo mejor para ganar la etapa era ir a rueda de alguien y esperar a los últimos kilómetros
Y, aun sabiendo todos eso, atacó desde el principio, como le había dicho a su hermano, a sus amigos y a Jacinto antes de la salida. Quería dar espectáculo, dignificar el ciclismo moderno. Quería, ni más ni menos, morir matando.
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Y lo hizo. Sin Giro de Italia en sus piernas se hubiera merendado a sus rivales, pero en este Tour ha pagado demasiados peajes: el italiano, las caídas, el corte del primer día... Imposible, incluso para un genio. Seguramente se equivocó Samuel haciéndole la subida al francés, que se acabó llevando la victoria, pero el asturiano ha conseguido también un reto muy difícil: el maillot de la montaña, el mítico jersey de lunares. Samuel ha hecho un Tour mucho más completo que el pasado, cuando acabó cuarto. Y él también lo acaba más satisfecho. Ha estado siempre entre los mejores, ha demostrado ser un grandísimo ciclista y, en lo personal, le debemos unas cuantas por su disponibilidad 24 horas.
Pero, ahora, ¿con quién vamos? Andy ha dejado pasar la oportunidad de descartar a Evans. Cuando hoy cogió la rueda de Contador, apenas dio relevos y sí dio vida al australiano. Cadel Evans es un ciclista 'raro', no demasiado amable, distante, plano, pero ojalá se meriende mañana a Andy en la contrarreloj. Porque el luxemburgués no ha sido listo, no colaboró con Alberto y mañana verá como le pasan por encima cuando se vea sólo contra el crono.
Por cierto, hoy dormimos todavía en Alpe d'Huez, en el mismo hotel que el Saxo Bank. Nos hemos cruzado con Alberto al llegar al hotel y todos le han felicitado al entrar. "¡Con dos cojones Alberto!", le dijo Faustino (su mecánico) antes de subir al ascensor. El Contador de hoy ha sido el Contador de siempre y el año que viene estará aquí para ganar.
Los que tampoco han podido ganar han sido Cabrera y Markínez, pero al billar. Aunque esté mal decirlo, Anselmo y yo les hemos metido una buena paliza esta mañana, en un rato que hemos tenido libre antes de que comenzase la etapa. El problema es que Cabrera lio mucho eso de los colores y metió un par de veces la bola negra antes que el resto.
Mañana ya dormiremos en París. Primero bajamos a Grenoble para la crono y, desde ahí, casi 500 kilómetros para ver el paseo por los Campos Elíseos de un corredor que no será español. Y eso, para una generación como la mía, es noticia.