Sociedad
FIN DE ETA

Las oportunidades de paz que ETA dejó pasar

Desde su primer anuncio, días después del 23-F, hasta el 5 de septiembre de 2010, han sido once las ocasiones en las que la banda terrorista ha hablado de dejar de matar. Todos los gobiernos democráticos han tenido que tratar de descifrar las verdaderas intenciones de ETA con sus comunicados y han visto cómo las esperanzas de paz se desvanecían una y otra vez.

La banda ha tratado de coger la medida a todos los gobiernos democráticos y ha amagado en once ocasiones con dejar de matar. La primera vez fue pocos días después del 23-F, en el año 1981. En aquella ocasión el parón terrorista fue de año y medio. El entonces ministro de Interior, Juan José Rosón, del gobierno de Calvo-Sotelo, y los miembros de Euzkadi Ezkerrz, Mario Onaindia y Juan María Bandrés, fueron los encargados de una negociación que abrió ETA Político-Militar y que no consiguió llegar a buen puerto.

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Con los gobiernos socialistas de Felipe González se produjeron las conocidas como "Conversaciones de Argel", un intento que abarcó todo el año 1988 y fue abortado en abril de 1989 tras los fallidos encuentros en la capital argelina del secretario de Estado para la Seguridad, Rafael Vera y Eugenio Etxebeste, "Antxón". Después, entre 1991 y 1992, tras haber visto desarmada su dirección en Francia, ETA lanzó tres nuevos anuncios de cese para abrir negociaciones con el gobierno, unas iniciativas que no fueron escuchadas.

Durante el primer gobierno Aznar, los terroristas ofrecieron de nuevo una tregua. Corría el año 1996, José María Aznar acababa de tomar posesión, y permanecía aún secuestrado el funcionario de prisiones José Antonio Ortega Lara. Según documentos incautados posteriormente a la banda terrorista, la intención en esta ocasión fue la de dividir a los partidos democráticos y estudiar la reacción del entorno.

Dos años más tarde, en 1988, por primera vez la banda terrorista anunciaba un cese de la violencia "unilateral" e "indefinido". Esto ocurría después de que se fimara la Declaración de Lizarra entre los partidos nacionalistas vascos, también Euskal Herritarrok, y dos decenas de organizaciones sociales y sindicales. El gobierno la consideró en un primer momento una "tregua trampa" y exigió gestos, pero meses más tarde comenzó el acercamiento de presos al País Vasco y se ofreció a dialogar en un encuentro en Suiza protagonizado por el entonces secretario general de la Presidencia, Javier Zarzalejos, y el secretario de Estado de Seguridad, Ricardo Martí Fluxá, Mikel Antza, entonces jefe del aparato político de la banda, Vicente Goikoetxea y Belén González Peñalba. El encuentro no dio frutos y, a pesar de la movilización social y política que instaba a la banda a dejar las armas, ETA volvió a matar a principios del año 2000.

En marzo de 2006, gobernando José Luis Rodríguez Zapatero y, tras tres años sin víctimas mortales, pero con actividad terrorista, ETA anunció un alto el fuego permanente. El presidente del gobierno solicitó entonces permiso al Congreso para dialogar tras contrastar la voluntad de la banda. Sin embargo, la negociación del ejecutivo con el PP estuvo plagada de espinas y nueve meses después se vieron frustradas de nuevo las expectativas de paz: ETA volvía a matar en el atentado de la T-4 de Barajas.

El último anuncio de la banda terrorista se produjo el 5 de septiembre de 2010. ETA envió un comunicado a Gara y a la BBC británica, días después de haberle pedido la izquierda abertzale a la banda terrorista el cese permanente y verificable. Para el gobierno, el comunicado era "insuficiente". José Luis Rodríguez Zapatero añadía "ya no valen comunicados, solo vale una decisión: abandono de las armas para siempre".

Treguas a colectivos

También hubo treguas dirigidas a colectivos o territorios. La primera, en 1997, dirigida a la Ertzaintza, cuando ETA suspendió todas las acciones previstas "en el frente de las cárceles". La segunda, en 2004, con el anuncio del cese de la violencia en Cataluña. Mes y medio antes dos dirigentes de la organización terrorista se habían reunido en Perpiñán, Francia, con el secretario general de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), Josep Lluís Carod Rovira, entonces consejero jefe del Gobierno catalán. La última tregua dirigida a un colectivo fue la de 2005 y concernía a los cargos electos de los partidos políticos en España.

 
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