Rodrigo y Gabriela: ''Somos una generación que ha salido de las calles de Dublín''

Rodrigo Sánchez nos atiende desde un hotel de Barcelona en su regreso a España para hablar de sus inicios, de cómo conoció a Gabriela o de cómo han conquistado el mundo de la música desde las lluviosas calles de Dublín.

Con 22 años Rodrigo y Gabriela dejaban su grupo de heavy metal, vendían sus guitarras eléctricas, compraban unas acústicas y comunicaban a sus padres que se marchaban a Europa a buscarse la vida. Eligieron Dublín, donde vivieron un año del dinero que ganaban tocando en la calle. Después probaron suerte en Copenhague y en Barcelona hasta que un viejo amigo irlandés les ofrecía volver a la capital de Irlanda para actuar en su bar. Dos años después de aquello se consolidaban como una de las bandas más aplaudidas de la escena europea con actuaciones en todos los grandes festivales británicos y giras junto a grupos como Muse. El dúo mexicano regresa a España, al festival de Jazz de Madrid con la promesa de que vendrán para presentar su próximo álbum.

Ya era hora de que tocarais en España...

La verdad es que sí. Queríamos venir desde hace mucho pero por unas u otras razones no habíamos podido.

Resulta curioso ver vuestra biografía y ver cómo pasasteis de tener un grupo de metal a lo que hacéis ahora, una música que resulta muy complicada de catalogar. ¿Cómo fue la búsqueda de vuestro propio sonido?

La verdad es que nunca buscamos un sonido, fue algo fortuito y accidental. Cuando salimos de México para ir a vivir a Irlanda queríamos viajar ligeros de equipaje y después de Tierra Ácida vendimos el equipo y nos compramos dos guitarras acústicas que eran más fáciles de transportar. Así empezó todo, de un modo muy accidental y sin expectativas, condicionados por el equipaje.

Hasta que os consagrasteis en Irlanda tuvisteis un buen periplo por Europa, ¿qué recuerdas de aquellos días?

Fuimos de inicio a Dublín, estuvimos un año allá. Luego viajamos a Dinamarca y a Barcelona y volvimos a Irlanda porque, a pesar de que estamos bien, un amigo abrió un local y nos ofreció tocar allí y nos conseguía permisos de trabajo. Nos daba muchas de esas cosas que uno busca cuando lleva un tiempo viajando de mochilero. Así volvimos y empezamos a trabajar dentro de los clubes. Llegaba el invierno y apetecía tocar fuera de la calle.

En algunas entrevistas os he oído lamentar la falta de oportunidades que teníais de tocar música que no fuera mariachi...

Nos costó bastante, siempre trabajamos en la calle. En Barcelona actuábamos en la Rambla y Puerta del Ángel, también estuvimos en Rosa de Foc, un local que cerró hace años. Lo pasamos muy bien en Barcelona. En la calle era complicado porque la gente esperaba música mexicana y no era nuestro caso, en los locales pasaba algo parecido. Nunca sufrimos mucho, disfrutamos de los viajes y de tocar dónde fuera.

¿Qué importancia ha tenido Damien Rice en vuestra trayectoria?

Cuando volvimos a Irlanda nos reencontramos, acaba de sacar su primer disco. Nos conocimos la primera vez que estuvimos en Irlanda y nos invitó a abrir sus conciertos. Así conocimos a nuestro manager desde entonces, que era el de Rice. Damien nos apoyó mucho, luego nos ayudaron otras bandas irlandesas e inglesas. Eso nos ayudó a ver que podíamos tocar en salas en lugar de en la calle o en cafés. Fue un giro, ahí empezamos a entrar en una industria que habíamos dejado desde la época de nuestra banda de metal. Así nos pudimos centrar en la música y dejar de preocuparnos por factores externos.

Resulta curioso ver la cantidad de grupos que han salido de las calles de Dublín, estáis vosotros pero también Damien Rice o The Sweel Season, que incluso rodaron una película sobre eso (Once)

Cierto, somos una generación que ha salido de sus calles. Hay una gran cultura musical en Dublín, canta y toca muchísima gente, aunque no hayan estudiado nunca. Hay una gran tradición musical para mantener su cultura y su música, una historia de pub que hace que su cultura se mantenga.

¿Seguís viviendo en Irlanda?

No, hace tres años volvimos a México a un pueblo pequeño en la costa del Pacífico, pero tenemos todos nuestros negocios allí y es como nuestra segunda casa, aunque no paramos mucho en ningún sitio.

¿Hay alguna conexión entre tocar en las calles y que hayáis grabado tres discos en directo?

Creo que sí, se ha convertido en una costumbre. El primer directo lo hicimos entre Dublín y Manchester. Lo hicimos para vender en los conciertos porque a la gente le gustaba nuestro directo. La gente nos pedía que grabáramos cosas, fue como un ensayo. Cuando salió Rodrigo y Gabriela en 2006 empezamos a girar por todo el mundo y en 2008 se nos ocurrió sacar el directo en Japón, para seguir con esa idea. Luego publicamos 11:11 y editamos el directo en Francia, se nos ocurrió intercalar álbumes de estudio con directos para recordar lo que fue cada gira y funcionan muy bien.

Habéis grabado un disco, que saldrá en enero, con una banda cubana, ¿cómo os ha ido la grabación en La Habana?

Lo hicimos en verano. Queríamos hacer algo que nos diera un respiro y se me ocurrió a mí ir a Cuba a trabajar con nueve temas de nuestros discos con una banda cubana con arreglos diferentes. Empezó como una idea muy simple pero ha terminado siendo una producción muy grande y significativa, tiene una gran producción que ha involucrado a mucha gente además de la banda cubana, que es soberbia, gente como Anoushka Shankar, Carles Benavent.... Gente que se ha cruzado en nuestros caminos. Estamos muy felices, lo presentamos esta semana en Nueva York ante la prensa y ha gustado mucho. No queríamos poner a una banda detrás de nosotros, queríamos dar un paso más. Hacer una mezcla interesante con nuestro estilo, una buena mezcla. Hemos trabajado varios meses con los ingenieros y productores. Hemos mantenido el rock, que es nuestra esencia, con toda esta onda cubana. Ha sido toda una experiencia. En febrero comenzaremos la gira con la banda.

Antes hablábamos de las calles de Dublín, las de La Habana tampoco están mal...

Claro, ni se diga. Es un poco triste que aunque para algunos músicos sea fácil salir de ahí por su popularidad, hay muchos otros que no pueden moverse y sufren bastante.

Habéis viajado mucho a lo largo de vuestra carrera y en vuestra vida, qué os ha aportado como músicos y como personas estas experiencias.

La capacidad de entender que la música no tiene fronteras. No pertenecemos a ningún género específico y podemos mezclar todo. Las bandas de metal no pueden salirse de su estilo, son miembros de un género cerrado. Nosotros nunca pertenecimos a ninguno. Viajar por el mundo nos enriquece musicalmente, pero es mucho más importante de un modo personal y espiritual que nos hace madurar en aspectos de ego y mezclarte con otras músicas. Eso es lo más atractivo, de otro modo te quedas sin ver muchas cosas y se limita tu arte.

Lleváis mucho tiempo trabajando como dúo, ¿qué es lo que os ha mantenido todo este tiempo juntos?

Nos conocemos desde hace más de 20 años y lo que nos ha mantenido juntos ha sido la música. Tuvimos una conexión inmediata desde chiquillos. Crecimos en un ambiente similar, con padres muy melómanos que escuchaban rock, jazz, tango. Nunca fue muy cerrada nuestra educación musical y eso se demuestra en la variedad de nuestra música. Nos marchamos de casa cuando teníamos 22 ó 23 años. Nuestros padres alucinaron un poco pero siempre nos han apoyado. Siempre, siempre, siempre. No tengo ninguna queja de la familia. Somos muy afortunados porque siempre ha sido un apoyo incondicional.