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ATC

Villar de Cañas: entre la euforia y el miedo nuclear

Villar de Cañas

Villar de Cañas es un pueblo tranquilo situado en la comarca de la Mancha Alta, en la provincia de Cuenca. Caminando por sus calles silenciosas, nadie podría imaginar el debate que mantienen desde hace varias semanas sus algo más de cuatrocientos habitantes. En concreto, desde que el Gobierno decidió adjudicar a este municipio, el pasado 30 de diciembre, la ubicación de un almacén de residuos radiactivos.

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La plaza, donde se encuentra el Ayuntamiento, es muy grande. Tal vez el espacio abierto más extenso de Villar de Cañas. En un extremo hay un balcón del que cuelga una pequeña pancarta en la que puede leerse "Sí queremos el ATC en Villar de Cañas". Unas pintadas con el símbolo nuclear, grafiti que se reproduce también en otras señales y paredes del pueblo, flanquean la puerta de entrada al consistorio. Encuentro al alcalde, José María Saiz (PP), allí mismo, recibiendo las quejas de algunos vecinos. En un primer momento, José María Saiz es reacio a atenderme. Dice que tiene prisa porque llega tarde a su trabajo (en una herrería) y añade que le van a echar la bronca. Pero después se para a conversar. Va vestido con la ropa de faena. Habla despacio y en voz baja. Señala a un lado y a otro mientras comenta que "todas las casas del pueblo están cerradas; la gente se marchó, pero con lo del ATC está viniendo. Si no hubiera sido por esto, en 25 años Villar de Cañas hubiera desaparecido del mapa; y ahora tienes la vida garantizada para cien años". José María Saiz se siente apoyado por un 80% de los vecinos y dice que las manifestaciones contra el almacén nuclear son "más políticas que otra cosa; no las entiendo porque nadie ha demostrado que el ATC sea peligroso. El uranio, claro que es malo. Si te lo comes, te mueres. Pero el ATC no es malo".

Uno de los vecinos con más edad del pueblo, Salustio, interrumpe la conversación y el alcalde aprovecha para marcharse a su trabajo. Salustio se presenta y, cortésmente, me ofrece su casa. "Yo creo que va a ser bueno", señala. "Este pueblo vivía de la agricultura y la ganadería y no ha quedado nada; y ahora con esto, sólo con los que vienen a traer el currículum todos los días... que me dan mucha lástima, jóvenes y que no tengan trabajo".

El debate está en la calle

En la Plaza Mayor hay una tienda, y muy cerca están la farmacia, una oficina bancaria, la iglesia y uno de los bares del pueblo: "La Mezquita". Ante la barra, varias personas hablan del ATC. Cuando me uno a la conversación, se animan. "Este pueblo se veía abocado a su desaparición", comenta uno de ellos. "Cuando yo iba a la escuela había doscientos críos, y ahora apenas una docena. La gente ha tenido que marcharse porque no había trabajo. Por eso no hay paro en el pueblo. Si con esto vienen más vecinos, me parece fenomenal". Otro añade: "esos residuos están encapsulados y, obviamente, tienen un riesgo. Hombre, si a mí me hubieran preguntado que qué prefiero, si el ATC o una fábrica de galletas, hubiera elegido una fábrica de galletas. Pero es que aquí nadie va a montar una".

Detrás de la barra, sirviendo cafés, está el hermano del alcalde. Raúl Saiz me cuenta que ha vuelto a Villar de Cañas porque espera encontrar un empleo. "Yo me fui a Cuenca y ahora me he quedado en paro, pero como ha salido esto (el ATC), he regresado, como otros muchos de mi quinta". Raúl repite la tesis que mantienen quienes están a favor del cementerio nuclear: "había quienes estaban en contra, pero han visto que pueden sacar su dinero y ahora están a favor; en contra no hay mucha gente, sólo quienes se oponen por cuestiones políticas o por rencillas".

Junto a Raúl, su primo, el dueño del bar, recuerda que cada día pasan por el pueblo "una media de doscientas personas, que vienen a traer el currículum. Los alcaldes de izquierdas de los pueblos de al lado que están en contra, cuando les den 300 mil euros al año, no van a decir que no quieren el dinero radiactivo, y no lo van a devolver".

Compensaciones para todos

Y es que los municipios de los alrededores percibirán una asignación anual en función de determinados factores, como la población o la proximidad al ATC, si es que finalmente se instala en Villar de Cañas. A pesar de esa compensación, hay ediles que siguen estando en contra. Uno de ellos es el alcalde de Villarejo de Fuentes. José Antonio Plaza (PSOE), responde a los que califican de política su oposición al cementerio nuclear. "Yo, ni política ni leches. Porque yo soy una persona que si no trabajo, no vivo. Nunca he vivido de la política. Y no quiero dar nombres, porque no viene a cuento, pero hay mucha gente del PP que está en contra, porque se están informando bien de lo que el cementerio nuclear significa para un pueblo". Plaza augura que los puestos de trabajo que se van a crear van a ser mínimos, y sólo durante la construcción del almacén porque, señala, después sólo se mantendrán empleos para personal cualificado.

El alcalde de Villarejo de Fuentes se queja, además, del silencio de los agricultores. "Es una vergüenza que las asociaciones de agricultores no se levanten contra esto. Cuando vengan dentro de cinco o seis años los especuladores pagando menos por los productos de la zona, por estar cerca de un cementerio nuclear, verás cómo se van a poner los agricultores. Pero ya no va a tener solución". José Antonio Plaza es amigo del regidor de Villar de Cañas desde hace muchos años. Se conocen desde siempre, y dice que "José María Saiz no se ha parado a pensar lo que puede conllevar un ATC. Se lo han metido en la cabeza y él no lo ha analizado". Plaza está indignado, y sin reprimir lo que siente, se sincera: "es una puta vergüenza", dice, "el legado que vamos a dejar a nuestros descendientes. Me pongo muy mal, porque es mi zona, he apostado por mi zona, he montado mi empresa aquí, tengo toda mi vida aquí, y yo no me voy a poder ir, que esa es la pena. Si pudiera, me iría. Esto lo traen aquí porque en esta zona hay cuatro votantes, y no les interesan ni a unos ni a otros. Habrán dicho: para los pobres desgraciados aquellos. Allí se lo clavamos".

Al olor del dinero

En Villar de Cañas empiezan a aparecer los primeros empresarios que acuden a la llamada del negocio. Uno de ellos recorre la plaza, buscando a vecinos con los que poder hablar. "Me dedico a impresión de rótulos; me he acercado para dejar tarjetas y darme a conocer. Por si el Ayuntamiento necesita vallas publicitarias". Más allá, dos mujeres hablan entre ellas. Parecen acostumbradas a los rostros desconocidos que últimamente transitan por el pueblo. Les pregunto por el ATC y me responden rápidamente: "no queremos hablar nada. Ya hemos dicho todo lo que teníamos que decir".

La gente es reacia a pronunciarse cuando está en contra del cementerio nuclear, asegura Olga Bravo, portavoz del PSOE en el Ayuntamiento de Villar de Cañas. "Nadie quiere ser oveja de otro color, porque sabe las dificultades que eso entraña en el día a día o en la vida municipal", señala. "Se ha generado un enfrentamiento que no es bueno". Olga recuerda que la opción de su pueblo para la instalación del ATC no era la mejor situada en el listado de posibles ciudades. "A mí siempre me han dicho: no te preocupes, si se va a ir a Ascó. Pero estábamos en el bombo. Y mira: por desgracia el bombo se ha movido, esta vez sí políticamente, y nos ha tocado. Se ha tomado una decisión sin tener en cuenta informes geotécnicos, ni geográficos, ni de conveniencia ni de sentido común".

La portavoz socialista en Villar de Cañas dice que en el pueblo no hay paro, y que los que llegan a pedir trabajo son de otros lugares. Además, se pregunta que "si el ATC es tan bueno, ¿por qué dan tanto dinero a los pueblos que se quedan con él?". Olga Bravo es de quienes piensan que si el almacén nuclear fuese tan positivo como lo pintan, toda España querría tenerlo y no habría que dar compensaciones económicas por su ubicación. También ella dice que se marchará de Villar de Cañas. "Mi casa no la voy a vender, pero a mí no me van a condenar a ver esas chimeneas (del ATC) al lado de donde vivo. Lo siento mucho por mis amigos, por mis animales y mis plantas. En los cuarenta años que llevo viviendo aquí, acabas hermanándote con mucha gente".

Se puede parar el ATC

Olga pertenece a la Plataforma Contra el Cementerio Nuclear en Cuenca. La portavoz de este colectivo cada vez más numeroso, María Andrés, es vecina de otro pueblo de la comarca: Villares del Saz, situado junto a la autovía A-3. Es una chica joven. Se fue a vivir a la zona apostando por un estilo de vida más ecológico y sostenible. Relata con amargura cómo ve el futuro con el cementerio nuclear al lado. "A partir de ahora, que nadie piense que el que tenga que comprar unas tierras, o una casa, se las va a comprar aquí. Se irá unos pueblos más allá. Esta comarca tendrá un riesgo, aunque no pase nada ni haya un accidente. Y hay muchos que están en contra, lógicamente, porque puede ser su ruina".

Sin embargo, en la Plataforma todavía mantienen un hueco para la esperanza. Creen que queda margen de maniobra para detener el ATC. Por eso, María Andrés reitera la importancia de las movilizaciones que se están convocando. "Hemos recurrido el procedimiento, el anuncio en el BOE y tenemos que ver el proyecto. Todavía no hay proyecto", señala. "No hay consenso. Prácticamente no hay ningún ayuntamiento que haya sacado mociones por unanimidad, los núcleos más grandes están en contra, ya tenemos unas dos mil firmas, aparte de las alegaciones que hemos presentado". La portavoz de la Plataforma no se rinde, y deja en el aire una pregunta: "¿quién se está beneficiando de todo esto? Si vas por los pueblos ves los carteles de las inmobiliarias que te gestionan tus tierras previo pago. O también los carteles que anuncian los cursos que hay que realizar para trabajar en el cementerio nuclear. Te van a llamar dentro de un año, pero te animan a hacer el curso ya y a pagar cien euros. ¿Quién se está beneficiando? Esto todavía es humo. Nos están vendiendo humo".

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Carlos Cala

Carlos Cala

Empieza en la radio en 1992, en la emisora de la Cadena SER en Morón de la Frontera, trabajo que simultanea...

 
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