Campeones electrónicos

La mayoría no supera los 21 años de edad. Son estudiantes, trabajadores o buscan empleo. Alrededor de 35.000 en España. Apenas 8 llegan a ser profesionales, a vivir de su afición. Han estado 48 horas jugando al fútbol, disparando por las calles de Londres o Berlín, dirigendo ejércitos alienígenas o defendiendo su territorio de equipos enemigos. Son jugadores de lo que llaman ya "deporte electrónico".

Este nuevo deporte se ha organizado en una liga profesional en España que reúne a los mejores usuarios de juegos como FIFA 12, Call of Duty o Starcraft. Una liga que durante varios meses organiza sus enfrentamientos online, pero que decide a sus campeones en un espectáculo abierto, con público en directo y retransmisión en el lugar de la final. Esta edición en Rivas Vaciamadrid. Así que esa imagen del aficionado a los videojuegos solitario queda ya en el olvido. "Se requiere entrenamiento físico. Sin entrenamiento físico se pierde concentración en los torneos de videojuegos". Nos dice esto Sergi Mesonero, director general de la Liga de Videojuegos Profesional. Añade que "en España es difícil todavía vivir de esto. Vamos avanzando, pero no logramos las cantidades que se mueven en otros países". Y eso que los campeones de este fin de semana se llevan premios que van de los 1900 a los 4800 euros. Pero eso queda lejos de las cifras que manejan jugadores a tiempo completo de países como Corea del Sur, Estados Unidos o Alemania, que son las grandes potencias del "gaming".

"Hay que aprender de las finales. Ver en qué has fallado y así la próxima vez que te encuentres con el mismo rival el resultado puede ser distinto". ¿Les suena? Es lo que muchos futbolistas o tenistas de élite dicen al caer en el último partido. Aquí también se busca una lectura positiva de la derrota y hay explosiones de alegría con la victoria. Como la de Rafael Rivero ("Rafaltita" en la red), vencedor de la Final Cup de FIFA 12: "Esto da mucha felicidad. He competido con los 31 mejores jugadores de España". Es el número 1 del ránking nacional: "No siento presión. La sentirán los otros al jugar conmigo". Seguro de sí mismo, es subcampeón mundial. Ahora tiene por delante otro reto: superar ese último escalón en un torneo que próximamente irá a disputar a Nueva York. "Hay muchísimo dinero en juego en ese torneo". No descarta poder irse a convertirse en profesional definitivamente fuera: "Si llegase una buena oferta me lo pensaría. De momento hay que agradecer que algunas empresas del sector están comenzando a patrocinarnos. Pero yo no puedo vivir todavía de esto".

Jóvenes, disciplinados (entrenan a diario) y con una visión y habilidad por encima de la media. Miran de reojo el éxito que han alcanzado otros jugadores de "deportes" minoritarios, como los profesionales del póker. Queda camino por delante, pero no se rinden ante un "Game over"