La primavera árabe se reúne en Marruecos
Cuarenta activistas de países árabes y de España comparten experiencias de sus protestas y revueltas del último año
Cuarenta jóvenes procedentes de Túnez, Egipto, Libia, Argelia, Marruecos, Mauritania, Palestina, Yemen y España se dieron cita los pasados 6 y 7 de abril en Bouznika, al sur de Rabat. Organizado por la ONG española ACSUR Las Segovias y la Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH), este 'Encuentro Mediterráneo de Jóvenes por la Democracia y Derechos Humanos' ha sido diseñado para compartir experiencias y crear espacios de discusión sobre las diferentes protestas acontecidas en el último año en los países representados.
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"En Túnez no ha habido ninguna revolución, ya que, aunque con distinto Gobierno, sigue existiendo el mismo sistema", afirma Sonya Ben Yamed, activista tunecina. "Lo que ha habido es un comienzo", puntualiza su compañero Moutaa Amine, "pero nos hace falta paciencia, más organización y menos espontaneidad". Autocríticas como éstas han sido parte del resultado de dos días de intensos debates e intercambios de experiencias entre los participantes y protagonistas de protestas y revueltas como la acontecida en enero de 2011 en Túnez. "Lo que ocurrió en Túnez no estuvo motivado por el suicidio de Mohamed Bouazizi; es sólo un mito, pero todo empezó mucho antes", explica Amine.
Dividido por temáticas, el encuentro ha orientado sus debates en torno a la organización de las protestas, al uso de las nuevas tecnologías, al papel de la mujer y a la capacidad de movilización de las clases populares.
Coincidiendo en que todas ellas se iniciaron como protestas pacíficas, los asistentes compartieron que no todas ellas fueron tan organizadas como la del 15 M en España, sino que además la mayoría de ellas se caracterizaron por ser fundamentalmente espontáneas.
Además, el uso de las nuevas tecnologías varió de manera importante según el país. Los representantes de Túnez y Egipto destacaron el "papel clave" que supuso en su capacidad de movilización las redes sociales como Facebook o Twitter. Sin embargo, en casos como el de Yemen no ocurrió así, debido al escaso nivel de acceso a Internet implantado en el país. En Libia, más que las nuevas tecnologías, según el joven Ali Almahadi, "la movilización y convocatoria tenían lugar más en las mezquitas, en los funerales de las víctimas y mediante los jefes de las tribus, ya que muchas veces los teléfonos y las conexiones estaban cortadas".
Todos los participantes estuvieron de acuerdo en la importancia de la participación de la mujer en las protestas, aunque también destacaron "su ausencia en puestos de decisión en los procesos de transición o nuevos gobiernos instalados después de las revueltas". Los activistas de Yemen o Marruecos pusieron de relieve también el obstáculo que supuso para la mujer la presencia de islamistas en las manifestaciones, que intentaban separar, "sin éxito", las marchas por géneros. Representantes españoles del Movimiento 15-M destacaron el enfoque feminista llevado a cabo por este movimiento, aunque también admitieron, tras comentarios de sus colegas árabes, que la lucha feminista en España y Europa se encuentra a otro nivel que en el de los países de la otra orilla del Mediterráneo.
Sobre la cuestión de movilización de clases populares, la mayor autocrítica se la atribuyó el Movimiento del 20 de febrero, organizador de las protestas en este país, admitiendo que no han sabido llegar a ese estrato de la población. Además, aseguraron que "el Majzén (grupo de poder entorno al rey) supo desprestigiar al movimiento y calmar a las masas con concesiones parciales como pequeños aumentos salariales". A parte de la falta de poder de convocatoria de las clases populares, el Movimiento del 20 de febrero admite también necesitar más perseverancia en sus marchas. "Los tunecinos, egipcios y yemeníes estaban todos los días en la calle", afirma Marwan Sahar, "nosotros de manera semanal o mensual, y eso le da tiempo al sistema a pensar en su estrategia a parte de hacer que las clases populares se olviden".
Al término del encuentro, los jóvenes expresaron su satisfacción por la riqueza de los debates, y se comprometieron a mantener tejida esta red de contactos con el objetivo de continuar su lucha, ya que, según Abdellah Fnatssa, del sindicato Unión Marroquí del Trabajo (UMT), "la democracia, incluso en los países que lograron acabar con sus dirigentes, está todavía lejos". Una afirmación a la que Ferrán Izquierdo, profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona, quiso aportar su experiencia a los jóvenes árabes como protagonista en la transición española y en el actual movimiento de protestas que vive nuestro país: "cuando consigáis la democracia, no hay que parar la lucha porque las élites nunca paran; y si no, se volverá hacia atrás, como está ocurriendo ahora en España".