Guardiola, el emblema del barcelonismo

Era un chaval escuálido de 13 años cuando ingresó en la Masía, acompañado por sus padres y por Pere, su hermano pequeño. Fue en esa fábrica de talento en la que comenzó a gestarse el mito. Guardiola, culé hasta la médula, se convirtió en Pep. Dejó huella como jugador, y como entrenador diseñó un equipo comprometido con su manera de entender el fútbol que ha encandilado al mundo durante cuatro años.

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Josep Guardiola Sala (1971, Santpedor) defendió los colores del Gimnastic de Tarragona antes de incorporarse al FC Barcelona en 1984. A partir de 1991, Johan Cruyff lo incorporó como medio centro del primer equipo. En poco tiempo ese chico de físico enclenque se ganaría un hueco como 'director de orquesta' del Dream Team gracias a su excelente toque de balón y sus condiciones tácticas. Jugaría 472 partidos y obtendría 19 títulos con el club. También como futbolista, ganaría con la selección la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Barcelona de 1992 con España.

Terminada su etapa como jugador en el Barça se marchó a probar suerte a Italia en el 2001, dónde había sido largamente codiciado. Durante su estancia en el Brescia vivió una de las etapas más duras de su carrera con la acusación de dopaje. Seis años más tarde, batalla larga, la justicia le dio la razón. En el año 2009 fue absuelto de dopaje por la Corte de Justicia Federal de la Federación italiana de fútbol. "Pasaba por allí y me tocó, pero seguiremos...en la vida pasan cosas de esta, aunque uno lo quiera", afirmaba.

Su primer banquillo, desde junio de 2007, fue el del FC Barcelona B. Con la crisis de la era Frank Rijkaard todos sabían que él era la opción natural aunque arriesgada. Y pese a no contar con experiencia en la máxima categoría como entrenador valió la huella de sus éxitos deportivos en la ciudad Joan Gamper. Pep se hizo cargo de la máxima plantilla en junio del 2008. Llegó, firmó un triple histórico y recuperó un estilo, el del Dream Team, "una manera especial de entender el juego". Ya lo había avisado en su presentación: "No toleraré que un futbolista se anteponga al grupo".

Y llegaron las cifras de vértigo. En esa campaña conseguiría la cifra histórica de seis títulos (Copa del rey, Liga de Campeones, Liga, Supercopa de España, Supercopa de Europa y Mundial de Clubes). En la siguiente temporada lograría la Liga y la Supercopa de España; y en la del 2010-11 sumaria la Liga, la Copa de Europa y las dos Supercopas.

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Difícil conocer el Guardiola más personal, siempre alejado de las cámaras, contrario a las entrevistas. En su entorno le describen como un hombre obsesivo, exigente e inteligente. Conocida es su afición por los libros, la música, el cine y la moda. Sobre el campo se le adivina meticuloso y nervioso. Es el perfil de un entrenador que admira a Menotti y Bielsa. Éste último decía del mismo: "El Barça de Guardiola es especial no por los números maravillosos que ofrece, ni tampoco por el esquema táctico que propone. Sus modos son novedosos, contraculturales y si se me permite la palabra, revolucionarios en el fútbol actual". Su admiración es mutua. También la que siente por David Trueba, conocidos por azar poético: "Pep es como los personajes de las películas de Howard Hawks, hace las cosas en el campo no esperando que le feliciten, sino porque considera que hacerlo bien es su trabajo. Además, suele afirmar que llegará el día en el nadie sepa quién es. Yo lo dudo".

Toda la plantilla ha dicho alguna vez que no se imaginan al equipo sin Guardiola. "Es el secreto más grande de este club", afirmaba hace un mes Víctor Valdés. Un día Guardiola citó a Sergi Pàmies: "El fútbol se paga al contado, en el fútbol no hay crédito". Lejos de terminarse el suyo, él pone fin a la etapa más gloriosa en la historia del FC Barcelona.

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