El Real Madrid ofrece el título de Liga a la Cibeles y se da un baño de masas
Decenas de miles de personas <b>acompañaron a los jugadores madridistas</b> y al cuerpo técnico en la celebración de las <b>32º Liga del conjunto blanco</b>
Tras una breve vuelta en un autobús especial y descapotable, los jugadores accedieron entre vítores a una pasarela que rodeaba a la diosa, para que solo los capitanes del equipo posaran sobre ella la bandera del Real Madrid.
El capitán madridista, Iker Casillas, se ha aupado a la diosa Cibeles para brindar el trigésimo segundo título de la Liga Española conquistado por el conjunto blanco, en presencia de miles de aficionados madridistas que atestaron los aledaños de la Plaza de Cibeles.
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El guardameta mostoleño se subió, por segunda vez en su carrera en condición de capitán de la entidad de Concha Espina -tras la Copa del Rey obtenida en Mestalla hace un año ante el FC Barcelona-, a la efigie granítica para anudar una bandera con el escudo del Real Madrid en el cuello de la diosa Cibeles. Cuatro años después, la deidad blanca volvía a recibir a una plantilla campeona de la Liga.
Antes del momento cumbre de la celebración, el cancerbero fue aupado al cielo de Madrid por Granero y Arbeloa en una pasarela en la que los jugadores recibieron los parabienes de los aficionados, fueron vitoreados y botaron al ritmo que dictaba la megafonía. Minutos después, Casillas quiso demostrar ante todo el mundo la complicidad que mantiene con Cristiano Ronaldo, situándole en solitario ante las hordas de seguidores blancos que alentaron a sus ídolos.
Especialmente activos se mostraron el propio Iker Casillas; Sergio Ramos, ataviado en todo momento con una bandera de España con la estampa de un toro; Higuaín, que se fundió en un sentido abrazo con Herrerín, mítico delegado de campo del Santiago Bernabéu; un campeón del mundo como Xabi Alonso, que aún no había saboreado las mieles del triunfo en la Liga Española; y una de las sonrisas del vestuario blanco, Marcelo.
La expedición merengue llegó hasta el concurrido punto de encuentro en lo alto de un autobús descapotable, donde los integrantes de la comitiva blanca no pararon de abrazarse, de ondear sus bufandas al aire madrileño y de inmortalizar con sus móviles el momento de entrega y devoción del madridismo para con sus ídolos. El mismo autobús en el que los jugadores blancos se despidieron de su afición, no sin antes citarse para la temporada que viene con la diosa blanca.
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