La noche en la que la música disco ardió
El 12 de julio de 1979, miles de álbumes de música disco ardieron en el centro del campo del estadio Comiskey Park de Chicago
Las diferencias entre los amantes del rock y los seguidores de la música disco ha quedado plasmadas en películas y libros. El punto álgido de esa rivalidad tuvo lugar en Chicago, cuando varios presentadores de programas de radio convocaron una quedada en el estadio de béisbol para quemar discos. La noche acabó en disturbios, seis heridos y cuarenta detenidos, cuando los espectadores invadieron el terreno de juego, aquella noche sería conocida como Disco Demolition Night.
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Cuando Fiebre de sábado noche llegó a los cines de EEUU en diciembre de 1977 algunos consideraban que la música disco ya estaba muerta. La película protagonizada por John Travolta dotaría a aquel género de una segunda juventud arrasando en la taquilla. Los críticos con este estilo musical argumentaban que se trataba de una música para negros, homosexuales y afeminados. La realidad es que la película y su música conectaron con una gran parte de la juventud estadounidense convirtiendo su banda sonora en uno de los álbumes más vendidos de la historia. Gran parte del clamor contra la música de baile provenía de Chicago, cuna del blues eléctrico que dio paso al rock. En la ciudad del viento se vivió un enfrentamiento entre los dos géneros y era habitual ver pegatinas en los coches con proclamas en contra y a favor de la música que reinaba en las pistas de baile del país.
Aquella música era la habitual de los clubes, de las emisoras de radio y de las listas de éxito. En 1979 todos los números uno de ventas eran álbumes de este estilo musical. Los puristas del rock la detestaban, consideraban que era una música simple, vacía y para pervertidos. Aquella fobia daría lugar a un evento que recordaría a las noches en que los nazis quemaban libros, tal y como lo calificó Nile Rodgers, guitarrista del grupo Chic.
Buena parte de culpa de lo sucedido aquella noche la tuvo Steve Dahl, presentador de radio de una emisora de Chicago. Dahl fue despedido de su trabajo cuando la emisora decidió dejar de programar rock para dedicarse a la música disco. El periodista entró a trabajar en una nueva emisora y desde ella se dedicó a criticar la música de baile y a encender las rivalidades entre los seguidores de una y otra música. Finalmente convocaron un evento para aquella noche de julio. Todo el que llevase un álbum de música disco al estadio de los White Sox pagaría únicamente 0,98 dólares por su entrada, aquel era el dial de la emisora que promovió el evento. Durante el descanso se procedería a la quema de los discos.
La convocatoria fue un éxito. El aforo habitual para un partido entre semana rondaba los 15.000 asistentes en un estadio con una capacidad para 52.000 personas. Aquella noche cerca de 90.000 personas intentaron acceder al estadio. Llegó un momento que se dejaron de recoger discos para la quema y la gente comenzó a lanzarlos desde las gradas. Cuando comenzó la quema miles de personas saltaron al terreno de juego comenzando sus propias fogatas. Los antidisturbios tuvieron que actuar y el caos se apoderó del estadio en una de las noches más negras del béisbol.
Aquel capítulo conmocionaría al país. La música se había convertido en un motivo de enfrentamiento en una reacción semejante a la que llevó a miles de jóvenes conservadores a quemar los discos de los Beatles después de que John Lennon dijese en una entrevista que la banda de Liverpool era más famosa que Jesús.
Al margen de aquel incidente, la música disco estaba en sus últimos días de apogeo. En agosto de ese mismo año My Sharona, el tema de The Knack, llegó al número uno del Billboard acabando con la hegemonía de la música disco que, como cuenta Hugh Baker en Cien años de música, acabaría siendo asimilada por la cultura dance. "Esa noche la música disco sufrió una muerte súbita".