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El Supremo anula el despido de un gruista que estuvo 30 años como trabajador temporal

La empresa tendrá que readmitirle o indemnizarle con casi 115.000 euros por despido improcedente

El Supremo ha confirmado la improcedencia el despido de un trabajador que estuvo encadenando contratos temporales desde 1980 hasta 2009 y condena a la constructora a indemnizarle o readmitirle. La empresa se negó a hacerle un contrato fijo, a pesar de haber superado "con creces" el tiempo máximo, y reclamaba que se tuvieran en cuenta sólo los contratos del trabajador desde 1999.

El Tribunal Supremo ha confirmado la improcedencia del despido de un gruista que llevaba casi 30 años encadenando contratos temporales con la misma estructura empresarial.

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Unos contratos temporales que empezaron un 2 de enero de 1980 y se fueron encadenando hasta finales de 2009. El trabajador rebotó durante casi 30 años entre las tres empresas con unos contratos prácticamente idénticos, que las empresas rescindían cada cierto tiempo alegando que la obra había terminado, para volver a hacerle un nuevo contrato temporal en menos de un mes. Durante las tres décadas que el gruista prestó sus servicios, las tres empresas se negaron a convertirle en trabajador indefinido en la plantilla con un contrato fijo, a pesar de sus múltiples peticiones y que superaba "con creces" el tiempo legalmente previsto para ser trabajador temporal.

La Sala de lo Social del Tribunal Supremo confirma la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, que declaró el despido del trabajador como improcedente y condenó a la empresa a indemnizarle con 114.939 euros. Una cantidad sensiblemente inferior a la que estableció como indemnización en inicio el Servicio de Arbitraje de la Comunidad de Madrid.

En su recurso, una de las tres empresas pretendía seguir adelantando en el tiempo la fecha a partir de la cual considerar que el trabajador trabajaba para la empresa: septiembre de 1999. La Sala de lo Social rechaza de plano esta pretensión, así como declara probado que las tres empresas para las que trabajó el gruista durante casi 30 años eran en realidad la misma, ya que compartían centro de trabajo, objetivo social, órganos generales e incluso herramientas y elementos patrimoniales que eran utilizados por todos los empleados.

 
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