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ENTREVISTA

Juan Solo: "En la televisión, las personas no importan nada; sólo las cifras"

Entrevista al actor, presentador y cómico Juan Solo que publica su primera novela 'El hombre sin brazos', sobre el mundo de la televisión y sus miserias

Juan Solo, actor, cómico y autor de 'El hombre sin brazos'

Juan Solo es actor. Actor porque lo dice su licenciatura en la Real Escuela Superior de Arte Dramático. Actor por las varias series en las que ha aparecido, por los escenarios teatrales que ha pisado. Es actor porque interpreta y porque actúa, porque no deja que la vida lo busque a él, sino al revés. Sale en su búsqueda delante de una cámara, en un pequeño pub o escribiendo una fantástica, entretenida y esclarecedora novela, 'El hombre sin brazos', que nos desvela, a través de una historia ficticia, el lado menos atractivo y más oscuro de un universo que Juan conoce bastante bien: el de la televisión.

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Dice Juan, que no hace mucho dirigió y presentó su propio late night show en Paramount Comedy -'Solo ante el peligro'-, que, en el mundillo de la televisión, los pasillos, los despachos, las sonrisas, las palmaditas en la espalda, las enhorabuenas y las promesas son tan falsas como los aplausos del público que contratan en los programas para aplaudir cuando un realizador lo indique.

Que en el mundillo de la televisión, dice Juan, entre el éxito y el fracaso han fabricado un limbo en el que van a parar hombres sin brazos. Una metáfora que da nombre a su novela y que se refiere a ese mendigo que pide caridad en semáforos o calles céntricas, sin brazos, sujetando con la boca un bote de monedas que agita y cuyo ruido se nos clava en nuestras consciencias. No tenemos culpa de su situación, pero nos incomoda. Nos incomoda verlo, nos culpamos de vivir mejor que él... Luz verde, acelerador y el hombre sin brazos queda atrás.

Pues Juan dice que en televisión hay muchos de estos. Presentadores a los que cancelan sus proyectos, a los que no les rescinden el contrato y a los que tampoco se le da una nueva ocupación. Simplemente deben procurar merodear lo menos posible por la redacción, para no incomodar; como le ocurre al hombre sin brazos del semáforo. Eso dice Juan.

Con estos mimbres que dibujan a la perfección el lado de la televisión más mezquino, interesado y rendido al imperio del dato y la cifra, Juan ha parido al personaje protagonista de su novela, Lucas Martín. Aunque, como dice Juan, Lucas no importa nada. Las personas, en televisión no importan nada, importan las cifras. Eso dice Juan.

¿Qué recuerdo guardas tú de presentar un programa propio en televisión?

Me tocó la suerte y la china de presentar el programa y dirigirlo. Un canal como Paramount Comedy tenía muy buena voluntad y pocos medios. Querían que el resultado fuera muy bueno, pero con poco presupuesto. Fue un año intensísimo con 'Solo ante el peligro', un programa que se acaba porque se acabó el presupuesto. Así de sencillo. Era 2008, el año de la llegada de la crisis y del bajón de la publicidad. Por eso se cancela, porque estaba yendo muy bien.

La experiencia de presentar un programa fue maravillosa. La de dirigirlo, en principio, también, pero, al igual que le pasa a Lucas Martín, [el protagonista de su novela] después de haber soñado con eso, cuando lo tuve, no supe qué hacer con él.

Casi todo el mundo en la tele tiene muchos sueños, muchas ideas, "cuando llegue, voy a hacer esto". Y cuando llegas te das cuenta de que estás en una rueda y que te dicen "tienes que pasar por aquí, hacer esto, hacer lo otro" y todo lo que tú habías pensado, desaparece y tu día a día se convierte en salvar tu culo.

Esto es tremendo, sobre todo para un trabajo creativo, de entretenimiento. Es bastante frustrante.

Cuando uno lee el libro y conoce tu trayectoria es difícil no pensar que ahí hay mucho d autobiográfico ya que Lucas Martín sigue pasos paralelos a los que tú has dado...

Correcto. El libro tiene mucho de autobiográfico, pero también he recopilado historias de amigos que, como yo, están dentro del mundo de la tele, salen, se dan cuenta de cosas, te las dicen...

Al hilo de esto, en el libro aparecen algunas frases y querría saber si tú en realidad piensas así: "la televisión es un mundo tiránico y cruel [...] la única incógnita es saber qué precio estás dispuesto a pagar por tu alma".

La tele es como el turrón: está bien para una temporada, pero si todo el año comes turrón, revientas. Como actor, como cómico... de vez en cuando está bien salir en la tele: alimenta tu ego, sufres lo justo y ya está. Pero que tu vida, que tu actividad profesional principal sea la tele... quita bastante las ganas.

Gente feliz, lo que se dice un tío tranquilo que duerme a pierna suelta, en el mundo de la tele, de los que se dicen muñecos (los que están delante de las cámaras), debe haber poquísimos.

Vale para presentadores y vale para actores de series. Tú has podido prepararte para un papel, habértelo currado mucho, pero que si en el segundo capítulo de la serie otro canal pone un partido del Madrid o del Barça, estás ya con un pie fuera.

Vives dependiendo de la audiencia, y ahora más que nunca. Es angustioso, vive todo el mundo obsesionado por las cifras. Puedes llegar a prepararte bien una sección y que te digan luego "déjalo en 30 segundos porque no hay tiempo para más".

Se juega siempre con las ilusiones de las personas. No aconsejaría a nadie que se vuelva loco por salir en la tele. Convertir tu sueño en ser un fenómeno televisivo es peligroso para tu salud mental.

¿En tu paso por este mundillo has ido aprendiendo de lo que has visto o como tu personaje, has aprendido a base de decepciones, de palos, de errores?

Soy bastante ingenuo, si eso responde a tu pregunta. Soy de esas personas que piensan: "este tío es majo. Me ha dicho esto porque quería lo mejor para mí".

Una de las primeras cosas que aprendí fue que [y esto lo dice Elvira, otro personaje de la novela] necesitan a alguien por encima para poder echar culpas de un despido, de una cancelación: "Esto viene de arriba". Normalmente, esa decisión viene de ellos mismos y se inventan un ser superior al que culpar.

Me he encontrado, a lo largo de mi carrera, gente súper maja, súper simpática, que me quería mucho y se interesaba por todo lo que hacía y que después... era como el que te ha dado una pala, te va engañando para que caves y luego te pega un tiro.

Lo que yo espero que se haya podido reflejar claramente en el libro es que en el mundo de la televisión, las personas no cuentan absolutamente nada. Cuentan los números.

Se han llegado a encargar programas que nunca se ha tenido la intención de estrenar -y nunca se estrenaron- con el único objetivo de engañar a la competencia. Sin pensar en toda la ilusión que te estás llevando por delante de la gente que prepara ese proyecto sin saber tus intenciones reales.

Hay un personaje en la novela, Edmundo, que es un veterano presentador de noticias. Edmundo conoce los males y el hedor de ese mundillo y se desahoga con Lucas en una noche de borrachera, pero nunca ha tenido el valor para dar un giro de tuerca a su vida, a su carrera. ¿Te has encontrado tú mucha gente así?

Lo habitual es que haya gente que te hable del asco que da todo, pero que te diga que a ellos, por fortuna, no les ha tocado. Gente que te diga lo que ocurre de verdad hay muy poca.

Algunos de los que se han leído el libro y trabajan en televisión me han dicho "¿tú pretendes volver a trabajar en la tele después de escribir esto?". Hay ese miedo.

A mí me harta bastante la gente que se me queja en los pasillos "esto es horroroso, es una mierda...", pero a la hora de ponerle el cascabel al gato, agachan la cabeza. Para quien sea así, la televisión es un mundo ideal.

La palabra perfecta es hipocresía...

Sí, es perfecta. Uno de los principales motores de 'El hombre sin brazos' es la mentira, todo el mundo miente como bellacos.

Hay una frase en el libro que es "los representantes son gentuza"...

[Me interrumpe] Sí, el representante es un tipo que vive de tu trabajo.

A mí me sorprende cuando un actor se te queja en privado de que Fulanito "que no vale para nada" protagonice tal serie o tal película y luego te diga, "lo mejor para mi representante, es lo mejor para mí", ¿Qué piensas?

Para un representante, lo mejor para él es el proyecto por el que tú más cobres. Otra cosa es que aquello por lo que más te paguen sea lo mejor para ti; probablemente, no lo sea. Lo mejor para ti, siempre será lo mejor para tu carrera.

Productores, representantes, directores... siempre tienen ese complejo de padre. Ese rollo paternalista de "te voy a decir lo que te conviene" me pone frenético porque, curiosamente, lo que te conviene coincide con lo que es mejor para ellos. Además, suelen hacer contigo un trabajo psicológico continuo: el recordarte continuamente que estás ahí gracias a ellos y lo mucho que les debes.

No hay que fiarse. Y estar en un mundo en el que no hay que fiarse, pues...

Hay que tener mucha personalidad...

Sí y a no personalizar. No creas que nadie tiene nada en concreto contra ti. Simplemente son negocios, cifras y números. Una chica mona puede ser la solución para todo en la tele.

Juan Solo en uno de sus monólogos en Paramount Comedy

Juan Solo en uno de sus monólogos en Paramount Comedy

Otro de los puntos oscuros del mundo de la televisión que retrata esta novela es todo ese equipo de profesionales que conforman un programa, que ganan mucho menos que su presentador...

El muñeco [el presentador] es lo que importa. Los guionistas de televisión están siempre agobiadísimos por la pasta, les pagan una miseria.

Esto es el imperio de la mediocridad. No se arriesga con nada. Se repiten las fórmulas de hace 10 años, por si lo que funcionaba entonces funcionara ahora.

[Cuenta el caso de un amigo que ha ido presentando por distintas cadenas españolas el proyecto de una serie mientras soportaba el ninguneo de los ejecutivos que se dedicaban a mirar el móvil en los 10 minutos que le concedían para su exposición. Cuatro meses después, ese mismo amigo estaba en el despacho del Jefe de Ficción de HBO presentando su proyecto. Tuvo más de media hora en la que el ejecutivo de HBO escuchó con toda atención. El proyecto finalmente se hará con capital norteamericano]

También leemos en el libro algo así como un código no escrito de no agresión entre las cadenas...

Hay unas reglas del juego que nunca sobrepasan. Las cadenas nunca se putean en extremo. Ninguna cadena suele sacar mierda de personajes de otra cadena rival, algo que me llama mucho la atención. No vemos en un 'Sálvame' que saquen que el presentador de las noticias de otra cadena ha hecho esto o lo otro.

Ellos no se tocan, cuidan el chiringuito... como los políticos.

Nunca lo había pensado y hablando contigo me estoy dando cuenta de que todo esto se parece mucho al mundo de la política y también al mundo del fútbol. En el libro escribo: "Cuando tu jefe te diga que no debes preocuparte por nada, es cuando debes empezar a preocuparte por todo".

¿De qué personaje te gustaría hacer un spin-off de la novela?

Tengo pensada ya la siguiente novela, aunque me quiero dar un poco de tiempo porque 'El hombre sin brazos' me ha llevado 3 años. En esa siguiente novela, sí que me gustaría que aparecieran de pasada algunos personajes de 'El hombre sin brazos'.

La novela es muy cinematográfica. Se podría hacer, fácilmente, una serie o una peli a partir de ella. Al igual que ocurre con esos personajes como Tony Soprano, Walter White, Don Draper... el protagonista de ella, Lucas, es un hombre lleno de miserias con el que terminas simpatizando y poniéndote de su lado...

Un buen amigo me dijo "ten cuidado porque los héroes de verdad nunca son perfectos". Se me quedó grabado. Por eso Lucas es tan imperfecto, miente por pura comodidad, se deja llevar...

¿Te abriga más un escenario que tres cámaras?

[Resopla] Son mundos tan distintos... el de la televisión, el del teatro, el del cómico...Son métodos muy diferentes. Es bueno poder combinarlos, pero no meter todos los huevos en la misma cesta.

Hay mucha gente que se ha leído la novela, lectores que te dicen: "¿en serio el mundo de la televisión es así?". Hay mucha gente que cree que porque alguien sonríe dos veces delante de una cámara ya es un tío de puta madre. Idealizamos a los muñecos.

Hay actores que la gente cree que son súper majos y súper cachondos y luego se van por la puerta de atrás de un restaurante porque les molesta que la gente les diga cosas. También hay casos como el de Antonio Molero, con el que trabajo ahora, que es el vivo ejemplo de un tío que es igual con la gente que lo para por la calle que con los que trabajamos con él.

¿En España fabricamos hombres sin brazos?

[Piensa] Yo creo que sí. No sé si es una cuestión exclusiva de España, pero sí creo que hay mucha gente que no sabe dónde está, que no sabe lo que está haciendo.

El hecho de sentirte el hombre sin brazos es que aún tienes trabajo, que no has caído del todo en desgracia. Es ese presentador sin televisión que le han quitado el programa y al que le restan dos años de contrato que la cadena le mantiene. No le dan otro proyecto, simplemente le mantienen ese contrato para que no se vaya a la competencia... Esto se hace mucho.

Importan las cifras, lo demás son muñecos.

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Juan Solo: "Gente feliz, en el mundo de la tele, tiene que haber poquísima"

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