Serie mítica busca final digno
Ficciones televisivas extraordinarias que acabaron vulgarizándose con el paso de las temporadas
Madrid
'Aída' es un ejemplo más. Una de las mejores comedias que ha conocido la televisión de nuestro país y que se ha visto estirada como un chicle hasta que la audiencia -la pérdida de espectadores- ha mandado el inequívoco mensaje de "dale al stop". En el camino, ha perdido actores, seguidores y la esencia de lo que un día fue. En España, si un producto funciona, no sé cuestiona si en algún momento ha dejado de ser bueno.
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No importa que lo que empezó siendo maravilloso haya caído en la más absoluta vulgaridad si las cifras de audiencia y la inversión de los anunciantes siguen acompañando. Como tampoco importa que un producto sea excelente si no ha cuajado entre el público. En España, las audiencias mandan mucho más que en otros mercados audiovisuales.
Será, tal vez, por lo que dijo hace unas semanas Mariano Baselga, uno de los creadores de 'Vive cantando': "Los clientes de HBO son los espectadores;En España, el cliente es el anunciante". El caso es que este modo de proceder provoca que el espectador asista al deterioro progresivo de las series. Es difícil recordar una serie española cuya última temporada sea mejor que las primeras. Sencillamente porque aquí, si funciona, se estira hasta la deformación.
Repasar el desarrollo y la evolución de las series españolas más exitosas es acabar asistiendo a la perversión de su esencia primera, la que les hizo ser alabadas y gustar entre el público.
'Aída' llega a su final en su décima temporada, sin su personaje protagonista que da nombre a la serie: Aída (Carmen Machi), que dejó la serie tras la sexta temporada. Llega sin su creador, Nacho García Velilla, que abandonó el proyecto en junio de 2009; con la desaparición o menor presencia de algunos de sus personajes más carismáticos debido a que los actores que los intepretan o bien han decidido abandonar la serie (Ana Polvorosa, Secun de la Rosa) o bien andan enrolados en otros proyectos que anteponen a 'Aída'.
De esta manera, una serie que hasta su sexta temporada -junio de 2010- promediaba shares superiores al 22% ve, ahora, como su cuota de pantalla ha descendido hasta el 13,6%, con episodios que se mueven entre los 2,4 y los 2,9 millones de espectadores. Ante la progresiva pérdida de audiencia, la cadena echa el cierre.
El sueño de Resines
Si miramos, atrás, podemos recordar el ejemplo de 'Los Serrano' (2003-2008), otra magnífica comedia familiar, que concluyó en su octava temporada y por la vía rápida, tras emitir siete capítlos y con un episodio final -el del famoso sueño de Resines- que ha pasado a la historia de nuestra televisión como el mejor ejemplo de lo que no puede hacer con una serie. Es última temporada promedió 3,3 millones cuando las primeras temporadas anduvieron entre los 5 y los 7 millones de espectadores.
Pero 'Los Serrano' murieron mucho antes. 'Los Serrano', como le ocurre a 'Aída', murieron cuando la serie dejó de ser lo que fue, lo que la vio nacer; cuando, en lugar de evolucionar, la serie involucionaba.
Repetición del mismo tipo de tramas hasta la extenuación, personajes que se enamora y se desenamoran dos veces en cada temporada, que se quieren y se odian, personajes que enferman varias veces cada temporada hasta casi morir, pero que nunca mueren; pérdida de buenos actores reemplazados nuevas caras más comerciales y con el nivel justo para vomitar a cámara un guion trilladísimo... Estas son las verdaderas causas de la muerte de las series en España; no la pérdida de audiencia. Eso es una consecuencia más.
¿Hospital? Central
'Hospital central' (2000 - 2012) presume de ser la serie más longeva -a nivel nacional- de nuestra televisión. Como si eso fuera sinónimo de calidad. La ficción de Telecinco estuvo compuesta por 20 irreales. Porque lo cierto es que, ante el poco tirón de sus últimas entregas, la cadena cortaba las temporadas sin que se emitieran todos los capítulos (si una temporada estaba compuesta de 17 episodios, se emitían 13 y los 4 restantes ya computaban como de la siguiente). 'Hospital central' en sus últimos años conoció un sinfín de días y horarios. No acababa de ir bien en ninguna franja.
Este drama médico derivó en un auténtico culebrón en el que la vida del hospital era lo de menos. Los médicos se liaban entre ellos, las enfermeras se tiraban de los pelos por los buenorros de urgencias, había secuestros, explosiones, atracos... Personajes que iban y venían, cada vez más prototípicos. Y con un casting que fue empeorando considerablemente con el paso del tiempo.
En el caso de 'Hospital central' se optó en las últimas temporadas por usar a actores de cierto renombre para darle el lustre que los guiones hacía tiempo que ya no le daban. Actores y actrices (Blanca Portillo, Pilar Bardém, José Luis García Pérez) usados para uno o dos capítulos, casi cameos, constituían el principal reclamo de la serie después de una década.
'Cuéntame' y 'Águila roja'
No anda en estas aún 'Cuéntame cómo pasó' (2001- ?), pero en el camino está. La serie del Grupo Ganga mantiene una audiencia envidiable, cada vez menor, pero, aún así, excepcional.
Sin embargo, cuesta creer, viendo las últimas 3 temporadas de la serie que de haber sido éstas las primeras, 'Cuéntame' hubiera tenido una cuarta. Por fortuna, la ficción de TVE mantiene el núcleo duro de sus actores, maravillosos en su mayoría y capaces de convertir unos guiones venidos a menos en espectáculos escénicos de alta factura. Por increíble que parezca, alguno de sus actores dota de interés a las -cada vez más numerosas- secuencias intrascendentes en la cocina, en el baño o en las escaleras en las que nos se cuenta nada.
En estas últimas temporadas, 'Cuéntame' ha vivido anclado en el melodrama y el culebrón en las tramas de sus personajes adultos mientras que ha convertido a sus personajes adolescentes en habitantes del universo 'Física o química' en el que los tríos, el sexo, la música, las drogas, los bares, el alcohol son el motor de cada una de las tramas. Súmenle a esto la incorporación de algunos actores de pésimo nivel.
Así, los seguidores de la serie deben sufrir cómo Carlitos ha acabado convirtiéndose en un personaje más propio de películas de Mario Casas que pasa sus días enfundado en una chupa de cuero, conduciendo motos, con una barba incipiente que no disimula su edad real y en una cárcel recibiendo navajazos. Pero, como en todo culebrón de medio pelo, los problemas siempre se arreglan y a otra cosa mariposa.
Si esta serie hubiera concluido cuando estaba previsto, con la muerte de Franco, estaríamos hablando sin duda del mejor producto de ficción de la historia de nuestra televisión.
'Águila roja' sigue los pasos de 'Cuéntame'. Uno no entiende muy bien por qué, además de haber ninjas en el siglo XVII español también existen gladiadores que luchan delante de multitudes enfervorecidas, tal cual ocurría en el imperio Romano 1.500 años atrás.
La serie de Globomedia, la más vista de los últimos tiempos, llega al final de su quinta temporada este jueves tras la enésima afrenta de una cadena a una serie española.
Hace un mes, TVE decidió alargar la quinta temporada con cinco capítulos más. Como el que estira el chicle. Lo pudo hacer ya que mantenía en un cajón, lista para ser emitida, la sexta temporada de la serie completa. Así, en esa chapuza tan typical spanish, TVE tomó los primeros 5 episodios de la sexta temporada y se los sumó a la quinta.
Una quinta temporada que es la peor en términos de audiencia para la serie.
Alargando temporadas
Pensemos en 'Física o Química' o 'El internado' y la manera en que Antena 3 alargó y alargó estas series ante el empuje adolescente y el interés que suscitaban. Perdieron a sus actores principales, las tramas cada vez eran más zafias y vulgares, los desnudos y semidesnudos se convirtieron en algo común y el misterio o suspense pasó a convertirse en inverosímiles sucesos propios de las malas películas de sobremesa del fin de semana.
La razón es sencilla: en España no se asume que hay series cuyo arco narrativo no debería exceder las dos o tres temporadas por bien que funcionen entre la audiencia. ¿Acaso debe llegar 'Isabel' hasta la boda del príncipe Felipe y Letizia sólo porque tenga buena audiencia?
'El internado', según han admitido sus creadores en alguna ocasión, estaba pensada para que durase 3 temporadas. Terminó con 7.
'Sin tetas no hay paraíso', otra serie que perdió a su máximo reclamo y protagonista, Miguel Ángel Silvestre' y probó suerte una temporada más recibiendo el rechazo de la audiencia.
En otras ocasiones, en las que la serie sí que puede tener mayor arco narrativo, se termina perdiendo la perspectiva; los personajes no evolucionan, sino que acaban convirtiéndose en otros completamente distintos, se reduce en gastos de producción y se abusa de escenas de relleno, se empiezan a crear tramas diferenciadas en la búsqueda de agradar a todos los segmentos del público...Cualquier recurso es bueno para no poner fin a una serie que debe terminar sólo cuando ya no la quiera ver nadie.
En EEUU sí fijan finales
El anhelante y envidiado modelo norteamericano por los amantes a la ficción televisiva de calidad va mucho más allá de invertir ingentes cantidades de dinero en sus producciones o de presentar unos repartos en los que todos los actores poseen un alto nivel interpretativo. Si por algo son aclamadas las series que nos llegan desde EEUU es por su capacidad de narrar, de contar, de no dejarnos la sensación de relleno vacuo.
Y es que, en este modelo norteamericano reconocible en el sello de HBO, FX, Showtime, AMC... lo que encontramos es una priorización de la historia a contar. La serie durará lo que dure esa historia. Así, es habitual que veamos cómo series cuyo éxito va in crescendo con el paso de las temporadas -caso de 'Los Soprano', de 'The Wire', de 'Breaking bad'...- fijen su final en la ola de ese éxito. En el caso de 'Mad Men' por ejemplo, se anunció que la serie contaría con 7 temporadas mediada la cuarta. Ni más ni menos.
¿Pero cómo dicen que dentro de dos temporadas va a acabar la serie si cada día la ve más gente? La respuesta es fácil: porque no hay más que contar. Porque la historia es lo importante. Porque no quieren pervertir la esencia de su obra de arte.
Por eso, cuando vemos el final de 'Los Soprano', el de 'Friends', el de 'The Wire', 'Los Tudor'... nos quedamos con ganas de más. Y por eso, en España, cuando una serie acaba, los que aún la siguen viendo, piensan aquello de "se veía venir".
Lo peor para una serie no es un episodio final decepcionante. Lo peor es que el seguidor fiel de la serie recuerde con nostalgia las primeras temporadas pensando que cualquier capítulo pasado fue mejor.
Lo menos que se le debería conceder a una serie que ha dado millones de espectadores a una cadena, que le ha dado premios y grandes datos de share es que pudiera terminar de manera decente. Colguemos un cártel que diga, serie mítica busca final digno.