Aida Folch: "Ver armas y sangre nos parece normal; ver un desnudo, no"
Entrevista a la actriz Aida Folch, protagonista de la tv-movie de TVE 'Vicente Ferrer'
En un lluvioso día, Aida pregunta que si se puede fumar un cigarro. Se asoma a la terraza del ático y tras unas caladas, vuelve a entrar. El humo del cigarrillo es tan grisáceo como el cielo de Madrid en esta otoñal mañana. A ella le espera una grabadora interrogante. Como Bill Fay en 'Big painter', Aida abre la ventana, que pase el aire.
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A falta de pocos días para cumplir 27 años, a Aida Folch aún le cuesta mostrarse. Es vergonzosa, tímida, recelosa de su manera de ser. Todo lo contrario que al colocarse tras la máscara de uno de sus personajes. Le cuesta hablar de su infancia, de su entendimiento de lo que le rodea, se siente incómoda cuando centra la atención. Lo que le gusta es jugar; jugar a ser otras personas. Ahí Aida disfruta, se siente cómoda, se vuelve extrovertida.
Cuando preguntas a Aida por sus personajes, por sus trabajos en cine y televisión, cuando ella se siente segura tras su personaje, el cambio en esta catalana es radical. Hasta el punto en el que tú, como entrevistador, te ruborizas al oírla hablar -con todo detalle- de la apariencia estética de sus partes más íntimas en su reciente película 'El artista y la modelo'. De hecho, a esta Aida le fastidia que encontremos reparos en decir "follar" y escribamos tan asépticamente que miles de personas mueren de hambre en India.
India le hace meditar. Este año ha estado allí durante casi seis semanas rodando la tv-movie 'Vicente Ferrer' que, según creen en la productora -Grupo Ganga- se estrenará en La 1 antes de finalizar el año. Ella da vida a Anne Ferrer, la esposa y viuda de Vicente Ferrer (encarnado por un excelso Imanol Arias).
Aida ha recorrido con Anne una de las zonas más pobres y necesitadas del planeta. De la mano de Anne ha entendido que los días lluviosos y grises de Madrid lo son menos desde un ático, con un cigarro y un café; que en la India el sol ilumina pobreza, necesidad y que, personas enormes como Vicente Ferrer -hasta su muerte- y Anne luchan y trabajan sin descanso para que ese sol ilumine sonrisas.
Aida, sin darse cuenta y hablando a través de y sobre sus proyectos y personajes, va mostrando su verdadera forma de ver el mundo y entender la vida. Fuera sigue lloviendo.
Café, tabaco... ¿Algún vicio que quieras dejar?
¿Qué quiera dejar? [Risas] El tabaco lo quiero dejar, pero me ves aquí con un cigarro en la mano... No es nada sano.
Dos cafés te has tomado... ¿Un ritmo de vida ajetreado o es que para funcionar por las mañanas necesitas despejarte con café?
Me cuesta bastante despertarme por la mañana, así que yo me tomo tranquilamente mis dos tazas de café. Depende del día. Hoy, por ejemplo, me he levantado, me he tomado un café y me ido a correr al Retiro. Me he calado. Y como ha sido un chasco, he vuelto y me he vuelto a tomar otro café.
¿Cómo te activas por las mañanas cuando no tienes el coche de producción en la puerta de casa esperándote para llevarte al rodaje?
Intento obligarme a levantarme temprano cuando no trabajo. Para estudiar o hacer mil cosas. Estoy estudiando inglés, francés, estoy haciendo un cursillo de punto, leo, me voy a la biblioteca, veo pelis... Intento ocuparme para no levantarme a las 12 de la mañana y sentir que no hago nada con mi vida.
Sigo preparándome para que, cuando venga un trabajo, estar preparada y activa y aprender.
¿La clave de tu éxito es esa: estar preparada para lo que te venga?
[Risas] Es que no sé cuál es la clave del éxito...
Bueno, pues vamos por partes. Dime qué es o qué sería para ti el éxito.
[Resopla] Es que no lo sé. Yo creo que el éxito es estar bien con uno mismo y ser feliz con lo que uno hace. Hace tiempo que aprendí que no podía basar mi felicidad en trabajar. Porque nosotros [los actores] trabajamos con menos frecuencia de lo que nos gustaría.
Entonces, intento hacer siempre cosas que me vayan a venir bien por mi trabajo y que me gusten, que me hagan estar contenta y que me hagan vivir el día de una manera normal y productiva.
¿El francés y el modo de vida francés te ponen contenta?
Sí [se lo piensa]. Sí y no. Estuve hace unos día en París y me encanta Francia, me encanta su cultura, me vuelvo loca en la cineteca de París [empieza a comentar la programación que hay este mes en la cineteca], me encanta su idioma, su comida... muchas cosas. Lo que no me gusta es el mal tiempo. Eso lo llevo mal porque a mí me afecta mucho el clima.
París, Madrid... ¿Cuál ha sido el contraste con India?
[Sopla] Uf, India ha sido una experiencia fuerte. Muy fuerte. Porque... [Piensa]. Además es que he ido a una parte de India que no es la India turística, no es Nueva Dehli, no es Bombay... Me he ido a Anantapur, en el suroeste donde hay pobreza extrema. Ver eso con tus ojos es fuerte.
Esas cinco semanas allí, ¿te hacen replantearte cosas, te hacen valorar más algo tan simple como dos tazas de café?
[Silencio] Sí, por supuesto hay algo que te cambia, sobre todo el conocimiento que tienes hacia el mundo. Uno vive aquí y uno cree que ese es el mundo que hay. Y no es así. Te das cuenta entonces de que hay otras realidades distintas a la tuya y que la tuya es la que te ha tocado vivir.
Entonces valoras más haber nacido donde has nacido y se desata también tu vena solidaria.
El personaje que interpretas en 'Vicente Ferrer', ¿es de los que le llegan más hondo al actor?
A mí este personaje me ha llenado más en lo personal que en lo profesional. El hecho de haber interpretado a esta señora [Anne Perry], a mí como persona me ha movido más que otros personajes. Y no por la dificultad de interpretar a alguien real.
Lo que más me ha movido de este proyecto es la oportunidad de conocer a esta mujer y poder interpretarla: por lo que eso significa, por lo que ella ha hecho, por lo que ha dado a la gente...
¿Y entiendes, o has llegado a entender, que una mujer como Anne Perry, tan joven, lo deje todo por un hombre mucho mayor como Vicente Ferrer?
Lo entiendo perfectamente porque el carisma de Vicente Ferrer es algo único. Yo no lo he conocido, pero lo he visto en documentales, entrevistas y toda la gente que me ha contado cosas sobre él... Su gracia, su manera de pensar, su manera de vivir... yo creo que me hubiera enamorado yo también de él.
Entiendo que Anne Ferrer estuviera alucinada. Creo que la admiración también es un modelo de amor.
¿Consigue Imanol dibujar a un hombre de las características y de la dimensión de Vicente Ferrer?
Todas las personas que conocieron a Vicente, que vivían en las aldeas... decían que Imanol parecía el propio Vicente. Imanol es todo un profesional que hizo todo lo posible por acercarse a Vicente Ferrer. Y su físico también ayuda.
Él empezó a vivir más austero; empezó a andar de una forma distinta, muy recto, con los hombros hacia atrás, como iba Vicente Ferrer... Empezó a jugar, a ser Vicente y funcionó: la gente lo veía y se emocionaba.
¿Eres metódica a la hora de interpretar a tus personajes?
Yo diría más que me gusta jugar, entonces cada día descubro algo. Me entrevisté con muchísima gente para saber cómo era Anne Ferrer...
¿Por iniciativa propia?
Fue por iniciativa propia. Antes de empezar a rodar, estuvimos una semana allí para aclimatarnos. Tuve la oportunidad en esos días de convivir con Anne, de ir a un orfanato de niños con sida, ir a un hospital, ver cómo es su día a día. Hice todo con ella, pasamos muchas horas juntas.
A parte, yo me iba a hablar con gente que la conoce bien: su mano derecha, su hijo, gente de su fundación... Todo el mundo le tiene mucho respeto. Es una persona fuerte y con mucho carácter, de las que te dan hachazos. Pero también es muy cariñosa, agradable, buena persona...
Todos me contaban lo mismo. Y ya me cansé. Eso ya lo sabía, ahora necesitaba otras herramientas. Así que empecé a preguntarles cosas como ¿cómo duerme? ¿Qué es lo que más le gusta comer? ¿Qué ropa le gusta?...
No sólo quería conocer a la Anne de ahora, sino a la de antes. Tengo que interpretar a un personaje durante 40 años, desde los 20 hasta ahora que tiene 60. Y eso me lo tuve que construir para que tuviera un arco dramático.
A mí me gusta jugar, saber cosas sobre mis personajes. Igual el espectador no se entera, pero luego tiene lógica.
Llevas jugando mucho tiempo... desde 'El embrujo de Sanghay' con 14 años. ¿Sigues "jugando"? ¿Ha cambiado tu percepción de tu trabajo en estos años?
La vida evoluciona y no lo puedes parar. Algunas cosas me gustaría que volvieran a ser como cuando tenía 14 años, pero es imposible.
Cuando tú eres un niño, pasas de un estado de ánimo a otro en segundos. Te dicen: "ríe" y ríes, "llora" y lloras. Te fluye. Es como un juego totalmente inconsciente. Luego te vas haciendo mayor, más consciente, y ves que este juego ya no es tanto así y que tú quieres vivir de esto, que esta es tu profesión, que tú amas esto y que lo quieres hacer bien. Y cada vez, en cada trabajo tienes que demostrarlo porque eso queda ahí y puede ser un paso hacia atrás.
No quiero perder ese jugar, esa imaginación, pero también tengo miedos, también sufro... Cada vez que empiezo un proyecto no sé si voy a saber hacerlo, si voy a saber abordarlo. Es como tirarse a la piscina y nunca sabes cómo va a salir. Tú lees el guion, se inicia un proceso y, al final, el resultado no está en tu mano.
Antes has dicho de Anne que tenía carácter, que era cortante...
Somos iguales [me interrumpe riendo]
Sí. No sé por qué me estaba imaginando yo que éstas son dos características que a ti te podrían definir bien...
Totalmente. [Piensa] Ella me dijo, "Aida, no sé si eres muy buena actriz o nos parecemos mucho". Me morí de la vergüenza. Me gustó.
Hablando de ella, creo que si no fuera así, no podría haber soportado vivir en un mundo tan complejo. Debe ser fuerte para ver lo que ve todos los días.
A mí, de algún modo, me pasó lo mismo. Empecé con 14 años, me metí en un mundo de adultos, muy complejo, se ven cosas, empiezas a entender que no es una profesión fácil, que hay cosas que forman parte de él y que no te gustan... Sufres.
Empecé en un mundo de adultos, me vine a vivir sola a Madrid con 16 años, empecé a estudiar arte dramático. De algún modo, me hice a mí misma yo sola y me hice muy fuerte. Soy muy tímida y, para superar eso, me tuve que hacer valer. Y ahí está mi carácter. Pero bueno, no lo veo como algo negativo.
Fíjate que te pregunto por ti y me empiezas hablando de tu personaje... Te da miedo, respeto, abrirte. Prefieres hablar de ti a través de tus personajes...
Por supuesto, por eso soy actriz. Cuando empecé en el colegio, me tocó hacer teatro porque mis padres no me podían ir a buscar al cole y tenía que hacer una actividad extraescolar. Era híper tímida y mi profesor me decía que iba a ser la prota de la obra.
Cuando se abrió el telón me di cuenta de que ahí podría ser y hacer lo que me diera la gana. Nadie me iba a juzgar a mí porque quien lo hacía era el personaje. Me libero.
Pues siendo tan tímida... Imagino que te pensarías bastante tu desnudo integral en la película 'El artista y la modelo', ¿no?
Jamás. Conozco a Fernando [Trueba]. Si hubiera sido con otro director, me lo habría pensado. Fernando es una persona que tiene mucha clase. Es una persona muy pudorosa y bastante púdica a la hora de filmar las escenas de amor. No es vulgar.
Yo sabía que no iba a retratarme perfecta, como en un anuncio. Sabía que iba ser muy fiel a lo natural y que lo haría de una manera muy amorosa.
Yo tenía ganas de quitarme ya la ropa desde que supe del proyecto. Él se moría de la vergüenza cuando le preguntaba hasta dónde me tenía que dejar crecer el vello púbico. Hablando de estas cosas nos daba mucho pudor a los dos.
El primer día que tuve que desnudarme, todo el mundo estaba muy nervioso. Así que yo me quité de golpe el albornoz. Me di cuenta de que a la gente le daba más vergüenza que a mí.
Si tú lo haces de golpe, y esto lo decía Victoria Abril, la gente se lo toma como más natural que si vas poco a poco, que si ahora te quitas esto, que si ahora lo otro... Jamás en el rodaje nadie me miró con malos ojos.
Ese era mi personaje y era una condición fundamental. Yo siempre lo tuve muy claro. Creo que me daría más vergüenza una escena sexual -un polvo, unos besos- que esto que hice.
Mira, recuerdo una entrevista a una actriz de la serie 'Juego de Tronos' que se quejaba porque tenía que hacer un desnudo integral y frontal y ella entendía que debía salir con vello púbico frondoso mientras que los directores no. ¿A ti te gusta comentar estos detalles tan nimios?
Son fundamentales para el personaje. Es como si yo tengo todo el cuerpo tatuado y voy a interpretar a una monja: no. Si es época, tienes que tener pelo en tus partes. Eso es así.
¿Te crispas cuándo tú ves algo muy claro -como le ocurría a esta actriz de 'Juego de Tronos'- y al director, o en vestuario... les da igual?
Por supuesto. Como espectadora, al dedicarme a esto, soy más tiquismiquis. Me doy cuenta de los errores, pero si la historia me gusta, me dan igual. Si se ve un micro, pero hay algo bien hecho, una buena historia... pasas del micro.
Pero debes hacer las cosas lo más verosímiles posible. Me encanta Kate Winslet, me encanta ver esas tetas ya caídas porque es ver su verdad. No te fijas en que es perfecta, porque no todos los personajes tienen que ser perfectos. No somos modelos y es en lo que yo no quiero que se convierta esto, en un negocio en el que todo esté vacío y no haya talento y sea todo irreal.
Lo bonito de la vida, las arrugas...
Cuando encontramos unos desnudos o unas escenas sexuales bien filmadas, bien hechas... no llaman la atención. Son un elemento narrativo más. Sin embargo, a veces se tira del desnudo simplemente por el físico de un actor o actriz...
Yo eso lo veo claramente o cuando el actor tiene pudor. Yo eso lo veo. Son estas escenas pos coito en las que te das la vuelta y me tapo la teta o una teta que aparece descubierta mientras pienso en taparme no sé qué...
Para mí, el cine es un retrato de la vida. Estamos contando una historia. Nosotros, como seres humanos, tenemos sexo, vamos al baño... Es algo más. No hay que darle tanta importancia. Si el director es un depravado y hace un plano que no toca, te va a resaltar, pero esta cosa de taparse... ¿Tú en tu casa te tapas cuando acabas de echar un polvo con tu pareja? Le damos demasiada importancia cuando vemos cada día armas, sangre, descuartizamientos... y nos parece lo más normal. Ahora, un cuerpo desnudo, no.
¿Nos valemos del cine para volcar nuestra hipocresía, nuestra moral?
El cine (la ficción) hace que nos quitemos la hipocresía o que seamos más hipócritas. 'Breaking bad', por ejemplo, es una crítica a la América perfecta. En cambio, en otros directores ves la hipocresía con lo que están haciendo.
En una tv-movie; que es mitad serie y mitad peli porque no tiene esas posibilidades de desarrollo narrativo que da una serie. ¿Con qué te quedas tú: con el guion o con la dirección?
[Silencio largo mientras piensa] Yo me quedo con la historia, con los personajes, con lo que pasó. Con la responsabilidad de contar una historia real y que además funciona cinematográficamente.
Me encanta hacer películas sociales. 'Los lunes al sol', que habla del paro; 'Salvador Puig Antich'; 'Vicente Ferrer', que habla de un señor que ayudó a mucha gente, es educativo... El ocio también puede ser cultura.
Sí, pues para el gobierno es ocio puro y lo grava tal cual...
Pues es cultura, es un retrato de nuestra sociedad. Un país sin cine, sin documentales es un país perdido. La Historia está ahí, en la cultura.
¿Por qué te gusta hacer películas sociales? ¿Es porque como ciudadana te preocupa la sociedad?
Por supuesto que me preocupa. Aunque tú hagas ficción, esa película es un retrato de una sociedad en una época y eso ya queda ahí. El otro día fui a ver 'Rebelde' [del director Kim Nguyen] y pude ver la historia de los niños soldado de esa época en África. O ver 'La bicicleta verde', de Haifaa Al-Mansour, que es la primera película dirigida por una mujer en Arabia Saudí, y saber que las niñas no pueden ir en bicicleta.
En vez de ver el Telediario o leerme el periódico, puedo, a través de una historia, una ficción y unos sentimientos y unos personajes... meterme en su vida y entender cómo es su país, cómo viven...
Una vez le pregunté a Fernando Trueba: "¿Para ti qué es el arte, el cine?" y después de hablar mucho tiempo, llegué a la conclusión de que es un acto de embellecer la vida.
Yo creo que te gusta el cine porque reflexiona sobre las cosas. A veces desde puntos de vista más generales, otras desde puntos de vista más particulares...
A mí me gusta reflexionar, sí. Eso no significa que no me gusten ciertas cosas comerciales con las que pasar un buen rato y me ría.
Hoy en día ya no te mueve nada. Estamos un poco paralizados, tenemos tanto exceso de todo que ya todo nos parece poco original, una mierda... A mí me gusta que haya algo que me mueva, que me emocione -para bien o para mal-. Cuando una peli lo consigue, es un regalo que no está pagado.
Como espectadora, ¿tienes también ese punto frívolo de ir a ver una peli porque te guste físicamente su protagonista?
[Piensa] Si me gusta cómo actúa, sí. Si me gusta físicamente y no me gusta cómo actúa, no iré. Me encanta Ryan Gosling. Aparte de que está muy bueno, disfruto viéndolo. Hay gente que piensa que es un mal actor, pero a mí me gusta. Pero no voy a verlo porque está bueno.
Yo fui adolescente y tenía mis carpetas forradas con Leonardo Di Caprio. Ahora me siento orgullosa porque me parece un gran actor y me encanta ver sus películas, más allá de que sea guapo, es la hostia de bueno.
Yo entiendo también el cine para adolescentes. Creo que lo hay y que tiene que haberlo. Pero para mí, si sólo hay belleza... no. Para mí la belleza en lo audiovisual emana de la actitud.
Bueno, tú serás consciente de que enciendes la televisión y verás a muchos colegas de profesión tuyos que están ahí sólo por el físico...
Por supuesto. Es lo que te decía antes de crecer, de ir conociendo las cosas que no te gustan tanto. Esto es una industria.
Envidio mucho de Francia que allí los actores no son ni guapos ni guapas, son talentosos. Aquí la gente va a ver la película, como en EEUU, porque sale el guapo de moda. Tiene que haber un público para todo.
Tiene que haber de todo. En EEUU todo puede convivir, lo comercial, lo independiente, las malas películas... El problema de aquí es que nuestra industria es más pequeña, hay poco y hay menos variedad, por eso se nota más.
Tú has elegido bien tus proyectos...
[Me corta] He tenido mucha suerte y también, quizá tengo un físico que no acompaña demasiado a proyectos muy comerciales. Y bueno, también he elegido.
¿Cuál es la importancia de elegir en tu profesión?
Es muy importante... pero a día de hoy es bastante complicado. Yo antes era más elitista, me gustaría seguir siéndolo. Es decir, hacer los proyectos que me gusten ¿Por qué? Porque los hago mucho mejor. Cuando algo me gusta, lo doy todo.
Ahora hay muy poco. Ahora no tengo 14 años y vivo de esto. No sé si hacer como Daniel D. Lewis que se pone a hacer zapatos hasta que le viene un proyecto que le gusta... Eso es un poco complicado.
Si nosotros queremos vivir de esto, hay que hacer muchas veces trabajos que no te gustan tanto, pero que te permiten comer.
Hablas de la industria y lo haces como si se tratase de una terraza en la que te asomas de vez en cuando, sólo cuando toca. No te veo en muchos eventos, en photocalls, tampoco apareces en sesiones de fotos en revistas como Man, FHM...
[Me interrumpe] Ni me vas a ver... creo [ríe].
¿Qué es lo que no te gusta de esta industria, de la tendencia de otras compañeras? ¿Contra qué remas a contracorriente tú?
Yo no hablo de industria como algo negativo, porque yo vivo de eso.
Sí, pero ves a actrices que salen provocativas en una revista, ganan más repercusión, empiezan a aparecer en más medios, les vienen más trabajos, ganan más followers...
Yo no voy a entrar en esa lucha. Es algo que siempre me ha cabreado mucho, pero que acepto que esto es así.
A mí me gusta ser actriz desde siempre. Me gusta actuar, hacer pelis, el cine. Me gusta hacer cosas bonitas, ya sean series o pelis.
Soy muy tímida, me da mucho apuro estar el día entero preparándome para ir a una evento. Si yo tengo un estreno, intentaré ser la más guapa y tener una imagen para vender esa película porque me dedico a esto. Ahora, ¿porque sí? Sin tener un proyecto... no.
Donde sí te hemos visto ha sido apoyando 'La fiesta del cine'. ¿A la larga puede ser malo transmitir el mensaje de que se puede ir al cine a 3¤? Porque con ese precio, no se rentabiliza nada...
No sé. De lo que me he dado cuenta con esta iniciativa es que a la gente sí le gusta ir al cine. Tendrían que bajar el 21%. Es así. Ha hecho muchísimo daño. Entiendo a la gente que tiene familia: cuesta un pastón.
El cine debe ser rentable, pero ahora me parece excesivamente caro. En España vale lo mismo que en Francia y allí cobran el doble que nosotros. Es donde tenemos el IVA más alto.
¿Qué te ha aportado este oficio?
[Resopla] Casi todo. Me ha aportado muchas cosas buenas, a pesar de que hay otras que no están también. Tener la oportunidad de conocer a gente muy interesante, viajar... Poder formar parte de algo que te guste tanto... Crecer muy rápido como persona. Esto es una forma de vida y es la que yo he decidido vivir.