Ocio y cultura
Crónica:

The Sadies, los sonidos más selectos del rock norteamericano

Los canadienses presentan en la sala Shoko de Madrid su disco 'Internal sounds'

The Sadies en la sala Shoko de Madrid(THEYEDROPPER)

The Sadies en la sala Shoko de Madrid

The Sadies presentó este miércoles en la sala Shoko de Madrid los temas que componen su último disco: 'Internal sounds'. Con un repertorio denso y muy compacto, dieron un repaso a los sonidos más envolventes del rock norteamericano: folk, rock, bluegrass y punk, fueron los ritmos dominantes.

Minutos antes de que comenzase el concierto, una lluvia fina en la calle de Toledo hizo que todos los seguidores de The Sadies que todavía no habían entrado a la sala dieran la última calada al cigarrillo y subiesen, a borbotones, las escaleras del recinto. También los integrantes de la banda apuraron sus cervezas justo antes de empezar a tocar, hacia las 21:15 horas.

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Los chicos (no tan chicos) de The Sadies no son de los que interaccionan con el público, apenas lo miran o se acercan a él. Ensimismados con su música y ataviados con traje, camisa e incluso corbata dieron un repaso de los mejores sonidos de su discografía. Rock, folk, bluegrass y punk fueron las notas dominantes de la noche.

"Buenas noches. Lo siento, no hablo español", dijo Dallas Good, que se mostró una y otra vez agradecido por tocar en la sala de La Latina. Lo cierto es que sobraban las palabras ante la clase magistral de rock que dieron los norteamericanos.

La banda canadiense se acercó al country con canciones como 'So much blood' o 'Leave this World behind', pasaje que intercalaron con algunos de sus temas instrumentales que hacían las veces de descansos en un concierto de una alta densidad musical.

Los sonidos más psicodélicos de la velada llegaron con su tema del nuevo disco 'The first five minutes' que combina los ritmos propios del rock con sonidos más cercanos pop. También durante esta canción se pudo ver la delicadeza con la que los cuatro integrantes de la banda (batería, contrabajo y guitarras) interpretan el contratiempo.

Hacía mucho calor en la sala Shoko de Madrid, tanto que empezaba a causar estragos tanto en la pista como en el escenario. A Dallas Good le molestaba el humo que adornó el escenario durante los primeros compases de la actuación y también las luces. A su hermano Travis, totalmente despeinado, se le estaba empapando el traje en sudor, cosa que no era de extrañar porque parecía que la música le salía directa del alma.

The Sadies también tomó prestada en esta ocasión la canción de Elvis 'Loved on look' con la que consiguieron que el público, muy tímido durante todo el concierto, gritase con ellos: "Sup, sup, sup". Tras esto, Travis desenfundó su violín y lideró uno de los momentos más divertidos de la noche. Parecía venir directo de Kentucky a las entrañas de Madrid para hacer disfrutar al público con la adaptación del tema 'There's a higher power', del dúo de los 60 The Louvin Brothers. A partir de este momento, una secuencia de bluegrass consiguió despertar a un público, que quizá por la hora, levantaba poco los pies del suelo y balanceaba la cabeza.

El rock entró en escena con 'The very beginings' y 'Starting all over again', dos temas del último disco. Aquí Travis volvió a sorprender con su guitarra y con sus manos. El dedo gordo de su mano izquierda fue una cejilla improvisada para las cuerdas más graves.

Pasaba la hora y cuarto de concierto cuando el grupo canadiense, casi en total penumbra, interpretó 'Tiger, tiger', canción con la que suelen cerrar sus conciertos y que forma parte de su disco de 2002 'Stories often told'. A esas alturas, a los cuatro componentes de la banda les faltaban las toallas y les sobraban las americanas.

Parecía que todo iba a terminar en ese momento por el calor, porque ya había sonado 'Tiger, tiger' y porque un fallo de iluminación dejó en total oscuridad el escenario. Se refugiaron unos minutos en los camerinos y volvieron a salir, se solucionó el problema de la luz, y continuaron con su clase magistral. Se guardaron el sonido punk de 'Story 19' para concluir un concierto compacto y elegante, a pesar del sudor.

 
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