Sochi: ¿Los Juegos de la integración o de la homofobia?
Organizaciones internacionales como Amnistía Internacional o ILGA- Europa denuncian la persecución sistemática de los homosexuales en Rusia
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La portavoz de minorías sexuales de Amnistía Internacional, Violeta Assiego, denuncia que "a raíz de las declaraciones de diferentes políticos, incluidos el presidente ruso Vladimir Putin, se están legitimando las acciones de odio y los aislamientos a personas cuya orientación sexual e identidad de género es diferente a la de la mayoría".
Assiego hace referencia directa a las últimas declaraciones del alcalde de Sochi y miembro del partido Rusia Unida de Putin. Anatoly Pakhomov, que no dudo en presentarse a una entrevista a la cadena BBC afirmando que en su ciudad no hay gais porque "no es aceptado aquí, en el Cáucaso, donde vivimos no hay. No en nuestra ciudad".
Unas declaraciones que volvieron a encender la llama de la polémica y apuntaron una vez más la atención sobre las violaciones de derechos humanos del colectivo homosexual en Rusia.
Con la Comunidad Internacional centrada en la seguridad de los Juegos y en la amenaza terrorista, ya en noviembre los 193 miembros de la Asamblea General de la ONU pidieron una tregua internacional de los conflictos armados durante la celebración de estos Juegos Olímpicos de Invierno y con ello, propusieron a Moscú para "promover la inclusión social sin discriminación". Una inclusión de minorías étnicas en la que se olvidaron de las sexuales.
Desde junio de 2013, en Rusia está vigente una ley por la que se prohíbe la información y promoción de las prácticas sexuales consideradas "no tradicionales" a los menores de 18 años. Una ley que Putin puntualiza afirmando: "No tenemos la prohibición de las relaciones sexuales no tradicionales, tenemos la prohibición de la promoción de la homosexualidad y la pedofilia entre los menores".
Al relacionar homosexualidad con pedofilia, Yuris, activista por los derechos LGBT en Rusia y miembro de la organización ILGA-Europa, acusa al gobierno ruso de crear una ley que en realidad es una herramienta más para continuar con la persecución sistemática de los homosexuales.
Además de tildar de "ridículas" las palabras del alcalde de Sochi: "La entrevista del Alcalde de Sochi en el programa de la BBC es, de alguna manera, ignorante y también impactante porque presume que no vive ninguna persona en la ciudad que sea homosexual o trans"; Yuris aclara que la sombra de la ley contra la propaganda gay es muy alargada.
"Hay un rango muy amplio de casos y decisiones de las autoridades locales. Prohíben cualquier evento público de la comunidad LGBT o arrestan a cualquier activista que se manifiesta, así que la ley se usa de forma muy amplia. Es una situación dramática porque no solo afecta a la información básica sobre sexualidad que se da a los menores, sino que tiene un gran impacto a nivel cívico y político" aclara.
"Pocos llegan a comprender cómo es la situación en un país como Rusia y cuál es la posición de la Comunidad Internacional. Pero al mismo tiempo todo el mundo sabe que los JJOO de Sochi son muy importantes para la proyección personal de Putin", continúa. Una imagen que pretenderían mejorar y que poco tendría que ver con la realidad.
Preocupación por la seguridad de los atletas y visitantes gais
Según el último estudio de finales del 2013 de la organización por los derechos de los homosexuales ILGA-Europa, en una lista de 49 países europeos, Rusia ocupa el último lugar en cuanto a la falta de derechos y protección de los homosexuales.
Desde Amnistía Internacional (AI), y en palabras de Violeta Assiego, no dudan en mostrarse "muy preocupados por cómo se van a desarrollar las acciones de protesta y las acciones de libertad de expresión durante los JJOO", teniendo en cuenta que continúan las detenciones, las multas (que pueden llegar a los 2.600 euros) y el silencio impuesto a las ONG que trabajan desde Rusia.
Por eso son muchos los que muestran su preocupación. En una entrevista a la BBC la snowboarder que anunció públicamente su homosexualidad, Belle Brockhoff de Australia, reconoce que sus padres están preocupados porque compita en Sochi. "No tengo miedo de expresar mi opinión después de los Juegos, pero no quiero que cualquier funcionario me pueda decir algo o que alguien me pueda detener en la frontera", aseguró. Por eso, defiende que ni ella, ni seguramente ningún atleta esté pensando en hacer "ninguna locura como agitar una bandera del arco iris ante el presidente ruso Vladimir Putin".
Ante esta situación, se ha planteado el bloqueo del consumo de productos típicamente rusos como el vodka, una medida que ILGA-Europa recibe con ojos de temor ante las posibles represalias de las autoridades y los próximos movimientos del presidente Putin en la legislación.
Pese a todo esto, este viernes se inauguran los Juegos Olímpicos en Sochi. Los Juegos más caros de la historia, 37.806 millones de euros dan fe de ello y superan a los de Beijing 2008; los Juegos de la contaminación por las obras faraónicas que se han tenido que abordar, los Juegos de la amenaza terrorista y de la homofobia que tendrán como testigos a más de 60 jefes de Estado y de Gobierno y a un secretario General de la ONU, Ban Ki-moon, que en su discurso de este jueves avisó de que "el odio de ningún tipo no puede tener espacio en el siglo XXI", pero que no hizo una referencia directa a la ley de Putin.
En la cara opuesta, Obama, Cameron o Hollande que han rechazado la invitación, aunque EEUU envía tres atletas abiertamente gais y Francia está representada por el ministro responsable de las últimas modificaciones legales que permiten el matrimonio entre personas del mismo sexo y que tanta polémica despertó. Pero también Noruega por asistir. En este caso, es el ministro noruego de Sanidad el que se sentará en la inauguración junto a su marido.