Compresas 'low cost': una revolución para las mujeres de la India
El inventor, Arunachalam Muruganantham, ha pasado de ser repudiado en su entorno a ser recibido con honores por el presidente de su país
En la India, sólo una de cada diez mujeres usa compresas durante la menstruación. El resto se sirve de trapos, cáscaras, arena e incluso ceniza porque no pueden permitirse pagar métodos más higiénicos. Arunachalam Muruganantham es el hombre que, tras muchos años de investigación, inventó una máquina que fabrica compresas a bajo coste y que, además, da trabajo a cientos de mujeres en su país. En el camino, su mujer le abandonó y tuvo que cambiar de pueblo porque pensaban que era un "pervertido". Un documental llamado Menstrual Man, de Amit Virmani, cuenta su vida. Una historia que se asemeja a la serie Masters of sex, también basada en hechos reales, y que cambia la conservadora sociedad de la América de los años 50 por la India actual.
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Todo empezó el día que descubrió que su mujer utilizaba un trapo sucio durante la regla: "Yo le pregunté por qué utilizaba algo tan poco higiénico. Yo no usaría ese trapo ni para limpiar mi moto. Ella me contestó que claro que conocía las compresas, que las había visto en la tele, pero me dijo 'si tus hermanas y yo empezamos a usar compresas, esta familia tiene que dejar de beber leche', así que pensé que las mujeres de mi casa no eran las únicas que tenían ese problema", cuenta Muruganantham que, desde este momento se puso a pensar qué podía hacer para solucionarlo.
En una sociedad tan conservadora y ortodoxa como la hindú, todo lo que tiene que ver con la menstruación es tabú. Cuando las niñas comienzan a tener la regla, suelen dejar el colegio. Se les aísla durante cinco días, no pueden ir a ningún lugar público y, como son consideradas "impuras", no pueden entrar en los templos. Tampoco pueden cocinar ni lavar ni llevar agua a casa. Ni siquiera pueden tocar a sus hermanos ni a sus padres. Por eso, tal y como explica Muruganantham en el documental, "les daría mucha vergüenza tender los trapos que utilizan durante la regla al sol porque todo el mundo se enteraría de que menstrúan y, al no hacerlo, esos trapos se convierten en el foco de muchas enfermedades". Según algunos estudios, aproximadamente el 70% de las enfermedades reproductivas en la India proviene de la escasa higiene menstrual e, indirectamente, la mortalidad materna también está asociada a este problema.


Cómo no, el primer problema con el que se encontró Muruganantham fue con esos prejuicios de la sociedad. Pronto fabricó sus primeras compresas y quiso que su mujer las probara. Fue entonces cuando se enteró de que las mujeres tienen la regla una vez cada 28 días. No podía esperar a que su mujer terminara el ciclo, así que buscó voluntarias entre las alumnas de ciertos estudios que tenían que ver con la medicina. Pero tampoco fue fácil así. Cansado de no poder investigar al ritmo que quería, decidió probar él mismo: "Hice un útero artificial con una pelota de fútbol. La llené de sangre de animal y al andar iba presionando la pelota, de forma que se fuera dosificando la sangre en la compresa que llevaba. Me había convertido en una mujer", bromea Muruganantham, pero mientras él experimentaba, el resto del pueblo empezó a pensar que tenía algún tipo de "enfermedad sexual" cuando le veían lavar la ropa manchada de sangre en la lavandería publica. Muruganantham notaba que algunos amigos se cruzaban de acera cuando se lo encontraban por la calle. Su mujer, aún sabiendo que estaba investigando, empezó a desconfiar: "Pensaba que esto le estaba sirviendo para hablar con más mujeres y que era un pervertido". Le acabó dejando: "Dios tiene sentido del humor. Empecé esta investigación por mi mujer y ahora va ella y me deja 18 meses después", cuenta Muruganantham, al que también le dejó de hablar su madre.
Pero aunque todo esto eran problemas serios, su principal traba era dar con el material que utilizan las multinacionales y que eliminan el olor. Dos años y tres meses después, encontró la materia prima: la celulosa, que absorbe el líquido al instante. Después de mucho ensayo y error, ya tenía la máquina que hacía estas compresas totalmente higiénicas. Ahora había que dar un paso más: llevarla hasta el rincón más pequeño de la India y que las mujeres se atrevieran a utilizarlas.
El fin de Muruganantham nunca fue vender su máquina y hacerse rico. Además de remediar el problema de higiene de las mujeres de su país, quería darles trabajo. "Después de perder a mi padre, vi como mi madre tenía que luchar para sacar adelante a la familia. Quería crear empleo sostenible para mujeres de zonas rurales como ella" -explica- "mujeres que tienen que andar diariamente 19 kilómetros para traer un barril de agua a casa y que, si se quedan sin agua, no beben durante 'esos días' porque la mujer con la regla no puede ir a por agua". Ahora, esas mujeres, con lo que ganan haciendo estas compresas, baratas pero higiénicas, pueden comprar leche y mandar a sus hijos al colegio. De momento, Muruganantham ha instalado 643 máquinas en 23 estados de la India. Piensa que los grandes negocios son parásitos, como un mosquito, y él prefiere ser como una mariposa, "que puede chupar miel de una flor sin perjudicarla".




