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Un buen comienzo y todo por hacer

Sánchez tiene por delante 15 días para construir una dirección ejecutiva federal que integre a todos aquellos que estos días han mostrado su deseo de que las cosas cambien

El candidato a la Secretaría General del PSOE Pedro Sánchez momentos antes de votar hoy en la Agrupación Socialista de Tetuán.(EFE)

El PSOE ha roto algunos puentes con el pasado y con las viejas formas de hacer política al elegir su nuevo secretario general con el voto directo de los militantes. Formalmente, Pedro Sánchez deberá ser ratificado en su puesto en el próximo congreso extraordinario, los días 27 y 28 de julio, pero es impensable que los delegados voten contra la voluntad ya expresada de la militancia.

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Sánchez tiene por delante 15 días para construir una dirección ejecutiva federal que integre a todos aquellos que estos días han mostrado su deseo de que las cosas cambien y de que el PSOE vuelva a ser un partido con voluntad de gobierno. Hay toda una generación de socialistas dispuesta a tomar el relevo. El nuevo secretario general deberá combinar inteligencia y generosidad para rodearse de los mejores, en voluntad y en preparación. Son muchos los retos que el socialismo español va a tener que enfrentar.

España sale de esta crisis renqueante y con mayor desigualdad. Los dos grandes partidos han defraudado a unos ciudadanos que muestran un hartazgo con el entramado político e institucional que pusieron en marcha la Transición y la Constitución de 1978. En el caso de los socialistas, tienen como principal tarea recuperar a todos aquellos electores que han querido expresar su protesta con el voto a formaciones como Podemos. Han premiado a quienes han acertado con el diagnóstico de los problemas, pero esos mismos electores son conscientes de que las soluciones que proponen estas nuevas formaciones son falsas.

Por eso el nuevo PSOE debe huir de cualquier tentación de aproximarse en sus planteamientos a los de Podemos. El socialismo democrático solo ha triunfado cuando ha sabido conectar con el centro, que componen la gran mayoría de los ciudadanos. Y sobre, todo cuando ha sido valiente en sus propuestas y reformista en sus planteamientos. Este país necesita muchas reformas y el PSOE tiene talento y recursos para definirlas. Pedro Sánchez haría bien en mirar al italiano Renzi, que ha sabido ofertar ese reformismo y desmontar la estéril protesta del movimiento Cinco Estrellas del cómico Grillo.

El PSOE tiene un compromiso con sus votantes que no puede rehuir: la celebración de unas primarias abiertas. Mientras Eduardo Madina se comprometió claramente a celebrarlas en noviembre, como estaban previstas, Pedro Sánchez sugirió que la decisión final debería tomarla el partido a través de sus órganos competentes. Nadie entendería que no se celebraran esas primarias, pero entra dentro de lo razonable cuestionar el calendario. Son tan urgentes los desafíos que debe afrontar Pedro Sánchez -comenzando por el reto soberanista catalán el próximo 9 de noviembre, o las municipales y autonómicas en menos de un año- que parecería lógico que los socialistas se volcaran ahora en lo importante y lo urgente.

En cualquier caso, con este primer ejercicio de primarias para elegir a su secretario general el PSOE ha demostrado ya su voluntad de que las cosas no sigan como hasta ahora, y ha dejado claro que el deseo de regenerar la democracia comienza por regenerar la propia casa. El resto de partidos no debería echar en saco roto un ejercicio que ha prestigiado la política. En estos momentos, Pedro Sánchez tiene unos grados más de legitimidad frente a candidatos o dirigentes de partido elegidos a dedo o en círculos de poder cerrados a la participación de los militantes.

 
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