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Horas antes del final de la tregua, los palestinos en Gaza no confían en una solución

Israel, por su parte, sigue reiterando su demanda de que las milicias palestinas se desarmen

El pesimismo y la desconfianza predominan entre la población gazatí, horas antes de que expire el alto el fuego acordado hace cinco días, cuya posible extensión negocian Israel y Hamás en El Cairo. La tarde de este lunes, y en medio de un ambiente que durante todo el día ha fluctuado del pesimismo al optimismo, Hamás volvió a insistir en que seguirá con la lucha a menos que sus demandas -el alivio progresivo del bloqueo israelí- se cumplan.

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Estas incluyen la exigencia de que la apertura de las fronteras, el puerto y el aeropuerto se comprometa al mismo tiempo que el cese permanente de las hostilidades, y no después como pretendía la última propuesta presentada por la mediación egipcia.

Israel, por su parte, sigue reiterando su demanda de que las milicias palestinas se desarmen, algo que incluso expertos israelíes creen inviable en estos momentos.

Así, fuentes diplomáticas palestinas cercanas a la negociación en la capital egipcia sugirieron que, en caso de que no se alcance un acuerdo antes de la medianoche, las dos partes podrían aceptar una dilatación tácita para dar más tiempo al diálogo.

Aparte de por los elementos más radicales de ambos bandos, que no quieren cesar los combates, israelíes y palestinos están igualmente presionados por la comunidad internacional, que desea el fin de un conflicto que ya ha costa la vida a más de 2.000 palestinos, un 75 por ciento de ellos civiles.

Además han perdido la vida 64 soldados israelíes en combates con milicianos palestinos, y un civil israelí, un beduino y un trabajador asiático, alcanzados por alguno de los más de 3.000 cohetes lanzados por las milicias.

Pasada la media tarde, el mercado de Al Firas, en la ciudad de Gaza, aparentaba una actividad similar a la que lo hacía bullir hace apenas seis semanas, antes de que estallara lo que los palestinos en la Franja denominan "la tercera guerra". El ruido del característico tráfico de la Franja -siempre caótico- cubre el mercado con su fruta, pescado, moscas y los cientos de enseres que los tenderos exponen al público con la poca esperanza de venderlos.

"Cuando terminó el primer alto el fuego, la gente salió a las calles a reemplazar algunas de las cosas que habían perdido. Pero ahora nadie se anima a comprar", explica Ismail Omar, de 24 años, a la entrada de su comercio, vacío.

"Mañana, pase lo que pase, abriré mi tienda, aunque sea parcialmente. Soy licenciado en la universidad, pero esto es todo a lo que puedo aspirar", expone con desesperanza antes de afirmar que no cree en que algo mejor llegue tras las conversaciones en El Cairo.

"Israel es como un hombre que se pasea por las calles golpeando a niños pequeños y nadie le puede parar. No se puede decir que Hamás empezó esto con el lanzamiento de cohetes; lo que hizo fue continuar lo que ellos iniciaron. Y no podemos confiar en que Israel vaya a aceptar ninguna de nuestras propuestas", asegura.

Y entre los escépticos, hay quien se decide por una opción, y es la de la lucha.

Mahmud Abu Aoba aún estudia en la universidad pero su profesión es la de pescadero, afectado directamente por el debate sobre la construcción de un puerto marítimo con tráfico internacional, una de las peticiones prioritarias de Hamás.

La ya de por sí restringida área de pesca se ha visto casi totalmente limitada durante el conflicto, cuando los pescadores sólo han podido faenar durante los periodos de tregua y aún en estos momentos algunos de ellos sufrieron diversos ataques de buques de guerra israelíes.

"Esto (el puerto) nos daría más libertad, sin duda, pero no podemos esperar nada de Israel, porque ya hicieron promesas en el pasado que no cumplieron. Así que ya que no tenemos nada que perder, mejor continuar con la resistencia", expone con dureza junto al escaso pescado conseguido hoy en el mar.

Este joven aprendiz, también desplazado durante el conflicto, continúa: "Mi amigo ha muerto, ¿y a quién le importa? Es sólo un número. Apoyo a los milicianos, que completen su batalla. Defenderé sus armas hasta la muerte. Quizá renueven el alto el fuego, pero no creo que por mucho tiempo".

 
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