La gripe no es el ébola
La crisis del ébola ha coincidido en el tiempo con el inicio de la campaña de la vacunación de la gripe. Explicamos las diferencias entre ambas
Ambas son viriasis, razón por la que comparten algunos síntomas, como la fiebre o el dolor muscular. Pero a partir de ahí, las diferencias entre una infección y la otra son muchas. Conocerlas bien nos va a ayudar a mantener la calma y a que no se generen psicosis infundadas.
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Vacunarse contra la gripe siempre es recomendable en personas pertenecientes a grupos de riesgo, es decir: aquellas que pueden sufrir algunas complicaciones con la infección. Cuando hablamos de prevención, esa es una diferencia importante con el ébola porque, para este último, todavía no existe vacuna, aunque se trabaja a contrarreloj para fabricar una. Las autoridades sanitarias mundiales creen que de aquí a unos meses existirá una posible inmunización para el ébola.
Como en cualquier virus, el contacto con los efluvios de una persona contagiada es lo que provoca la infección si no se mantienen unas normas básicas de higiene. Con la gripe, basta con lavarse las manos con frecuencia y para el ébola, una desinfección con jabón o lejía es eficaz como método preventivo. Hay que tener en cuenta que el virus de la gripe se transmite por el aire, pero el del ébola no. Para que se produzca un contagio de ébola debe haber un contacto directo con personas o animales contagiados, estén vivos o muertos, y con sus fluidos (sudor, saliva, vómitos, heces, sangre, semen o fluidos vaginales).
Un aspecto importante que hay que tener en cuenta es que si el enfermo presenta tos y estornudos, se descarta el ébola y estaríamos hablando de una gripe. Según Marisa Sevillano, Médico de Familia y master en Enfermedades Tropicales y Salud Internacional por la Universidad Autónoma de Madrid, "un enfermo de ébola nunca va a estornudar ni va a tener tos. De hecho, es por eso que no se transmite por vía aérea, porque no hay enfermedad respiratoria". Tampoco hay que olvidar que la gripe ya es contagiosa durante el periodo de incubación. Todo lo contrario ocurre con el ébola: no se contagia durante el tiempo de incubación y sí cuando aparece la fiebre y la debilidad.
Cuando hay contagio
Una vez que se ha producido un contagio por virus de la gripe o del ébola y se empiezan a notar los primeros síntomas, estos aparecen de forma brusca. En el caso de la gripe, la fiebre es muy alta y va acompañada de la tos, estornudos, dolor articular, escalofríos, dolor de cabeza y, a veces, mareos y náuseas. Mientras tanto, los primeros síntomas del ébola son fiebre a partir de 38 grados, aunque si ha habido riesgo de contacto con el virus, la temperatura mínima para considerarse un caso sospechoso se sitúa en los 37,7 grados. No hay tos ni estornudos, pero sí una debilidad extrema que, conforme avanza la enfermedad, irá acompañada de diarrea, vómitos, erupciones cutáneas, además de deshidratación, problemas en órganos como el hígado o el riñón y hemorragias internas y externas.
El tratamiento de la gripe si limita a medicamentos para contrarrestar el efecto de los síntomas. Para el ébola tampoco hay tratamiento específico, aunque se está usando un suero experimental que ha dado buen resultado en algunos casos. El enfermo de gripe no necesita aislamiento, aunque sí debe evitar exponer al virus a las personas que le rodean deshaciéndose, por ejemplo, de todos los pañuelos con secreciones nasales que tenga a su alrededor. El personal médico debe vacunarse y también se deben vigilar las posibles complicaciones que surjan en pacientes de riesgo que no se hayan inmunizado.
En el caso de un enfermo de ébola, el aislamiento es obligatorio en una habitación sellada y con presión negativa. Esto quiere decir que una máquina inyecta aire en la habitación, de fuera a dentro, y lo filtra antes de enviarlo otra vez fuera. Por eso es posible que se sienta cierta succión desde el exterior de la habitación hacia elinterior. El sistema evita que el aire fluya desde dentro de la estancia hacia otras zonas y se puedan producir contagios. Además de esto, el personal sanitario debe seguir escrupulosamente los protocolos y usar trajes especiales para evitar todo contacto con el paciente infectado o con sus fluidos. A la persona infectada hay que controlarle periódicamente la temperatura corporal y tratarla de posibles daños orgánicos. Si a un paciente se le aplica asistencia sintomática correcta, aportándole soporte respiratorio y el tratamiento adecuado, el porcentaje de supervivencia se eleva de forma considerable.
Acudir al origen
Cuando se inició la epidemia de ébola en África, Médicos Sin Fronteras avisó de que las dimensiones podían descontrolarse en los países afectados (Nigeria, Guinea, Liberia y Sierra Leona). La organización lanzó un llamamiento internacional advirtiendo de las consecuencias y ahora se sigue pidiendo una mayor colaboración para atajar el virus en el lugar de origen. Marisa Sevillano, recuerda que no hay suficiente personal sanitario, ni medios económicos ni trajes especiales. "Esta es una enfermedad de los pobres. Existe una desigualdad injusta porque los recursos que había antes de iniciarse esta epidemia eran de un médico por cada cien mil habitantes. En España, la cifra es de 370 médicos por cada cien mil habitantes. En los países con ébola están muriendo muchos médicos y personal sanitario, con lo que el problema se agrava. Imaginen cien mil personas sin nadie que las pueda atender. Si no lo hacemos por solidaridad, deberíamos actuar pensando en que si es allí donde se ha originado el fuego, o vamos allí a apagarlo, poniendo todos nuestros esfuerzos económicos y personales, o el ébola seguirá salpicándonos, queramos o no. Porque los virus no entienden de fronteras".
Carlos Cala
Empieza en la radio en 1992, en la emisora de la Cadena SER en Morón de la Frontera, trabajo que simultanea...