El largo camino de Teresa Romero

La historia de Teresa Romero está ligada a la del misionero Manuel García Viejo, fallecido el jueves 25 de septiembre. Teresa llevaba días cuidando del enfermo y ese mismo día pasó más de media hora junto al cadáver de García Viejo para preparar su traslado y limpiar la estancia. Después de ese mismo día, se fue de vacaciones.

El 30 de septiembre llamó por teléfono al servicio de prevención de riesgos laborales al comprobar que tenía los primeros síntomas de malestar. En esa llamada se le deriva a su centro de salud, con el que Teresa pide cita al día siguiente.

Es el 2 de octubre cuando finalmente es atendida por un médico al que no cuenta que trabajó junto al misionero fallecido por el ébola. Tras ese primer reconocimiento, vuelve a casa hasta que la fiebre sube por encima de los 38 grados y es ingresada en el Hospital de Alcorcón.

Es el 6 de octubre cuando se anuncia públicamente que Teresa Romero tiene ébola al dar positivo en las dos pruebas que se le han realizado. En ese día todavía está pendiente de ser trasladada al Hospital Carlos III. En estos primeros días, se alternan los tratamientos que recibe la paciente, todos aún en fase experimental. Por un lado, recibe el suero de una paciente que había superado la enfermedad, así como otros fármacos con los que intentar hacer frente a sus síntomas.

Ya el 7 de octubre es trasladada al Carlos III y presenta una evolución favorable dentro de las precauciones necesarias por la gravedad de la infección. Teresa declara que siguió los pasos del protocolo. Su marido está también bajo vigilancia por posible contagio y buena parte de la atención mediática se centra además en el perro de la pareja, que sería posteriormente sacrificado para evitar posibles contagios.

El estado de Teresa empeora el 9 de octubre al mismo tiempo que crece el tono del debate político ante las acusaciones más o menos veladas que tratan de culpabilizarla del contagio. Se habla ya en este día de la hipótesis más extendida sobre su contagio: la posibilidad de que se tocara la cara con un guante al quitarse el traje de protección. El hermano de Teresa reconoce que la situación es muy preocupante y que tienen incluso "pocas esperanzas". Teresa mantiene una mascarilla de oxígeno y sus órganos presentan importantes daños.

Pasado ese día fatídico, el estado de Teresa Romero mejor durante el 10, 11 y 12 de octubre. Está consciente y sin fiebre. En esos días comienza a beber agua, presenta una mejor evolución y se conoce que habla y anima a los propios médicos que tratan de curarla.

La mejoría sigue su camino durante el 13 y 14 de octubre. Por primera vez los médicos y expertos que siguen el caso hablan de "esperanza" y de una cierta "mejoría". Presenta todavía un cuadro preocupante en cuanto al estado de sus pulmones, pero mejora su respiración y su estado de ánimo. En ese 14 de octubre se considera que supera la fase crítica de la enfermedad, el momento en el que el ébola suele ser letal.

El 15 de octubre, Teresa habla ya por teléfono ysigue sinfiebre. La carga viral va descendiendo durante ese día y los posteriores, aunque sus pulmones siguen todavía dañados.

Ya el pasado día 17, la portavoz de la familia cuenta que Teresa ha logrado sentarse. Aún no ingiere alimentos sólidos, pero la auxiliar avanza lentamente hacia la recuperación.

El inicio de esta nueva semana debería estar marcado por la que debería ser la mejor noticia de este mes: que Teresa Romero está recuperada. Para ello, un nuevo análisis deberá demostrar que la carga viral es, por primera vez, negativa en su organismo.