Siete motivos por los que dejar el 'gin-tonic' y volver (o pasarse) al ron
¿Tienes una cena de empresa esta semana y no quieres volver a dejarte llevar por la moda de la ginebra? Aportamos algunos motivos en los que sustentar tu decisión
Madrid
Las marcas de ron están preocupadas porque sus ventas han bajado sensiblemente. Algunos gurús de la gastronomía dicen que el gin-tonic ya ha tocado techo. Otros trasladan la moda a la sobremesa navideña y los más optimistas opinan que el próximo boom será el del vodka o el de la coctelería en general. ¿En qué quedamos entonces?
Si por fin has conseguido consensuar una fecha para la cena de empresa, pero aún no tienes claro qué copa pedir después, quizá haya llegado el momento de retomar tu idilio coctelero con el ron. Ahí van siete motivos:
¿Recuerdas la cara de Jack Sparrow al ver como ardían sus barricas? Luis Ayala, fundador de la estadounidense Universidad del Ron, señala que "la historia del ron está llena de aventuras en alta mar". Pero, ¿se inventó el ron esa época? "Las técnicas son milenarias, pero su uso con la caña fermentada es mucho más reciente", dice. "La empresa que más ruido ha hecho es Mount Gay, de Barbados. Ellos aseguran que llevan haciendo ron desde 1703, pero existen muchos indicios históricos que indican que ya se producía desde antes”.
La periodista y escritora Yanet Acosta quiso que Ven Cabreira, el decadente protagonista de El chef ha muerto, bebiera whisky White Horse. Y es que, para bien o para mal, las bebidas hablan de quien sostiene la copa. Los poetas franceses del XIX bebían absenta, los reyes del postureo toman gin-tonic y el ron, según Acosta, es sinónimo de “baile y diversión”. Jesús Ramírez, relaciones públicas de Ron Brugal –la marca más vendida en España– lleva la asociación de ideas un poco más allá: “El ron es muy sexy”.
“El gin-tonic es una moda esnob”, dice Alberto Luchini. “Las aberraciones en la preparación han llegado hasta el punto de que ya no tomamos gin-tonic sino sangrías de ginebra”, añade el directo de la Guía Metrópoli. Y es que la saña con la que los defensores del ron se refieren a la bebida rival puede llegar a recordar a lo que un hincha del Barça diría si le preguntan por Cristiano Ronaldo. “La ginebra sabe a colonia. ¡El ron está mucho mejor!”, remata el periodista. “Además es, junto al whisky, el destilado en el que más importancia tiene el factor humano".
El periodista Jonatan Armengol, autor de la guía de coctelerías españolas World Class Experience, celebra que el ron pueda tomarse solo y destaca tres de sus virtudes: los matices, la diversidad de procedencias y la versatilidad. El ron, de hecho, es uno de los destilados más usados en coctelería. Ahí están el cubalibre, el mojito, el Mai Tai, la piña colada, el daiquirí, el presidente, el ron con Sprite o la canchánchara, por ejemplo. Armengol confiesa que jamás olvidará el cóctel que Diego Cabrera le hizo con Zacapa 23, zumo de lima, azúcar y Grand Marnier: “Cuando subes la acidez y el dulzor, ocultas el alcohol. Fue una traición. Lo hizo como venganza por haber contado que una vez se olvidó la coctelera y usó un bote de Nescafé”.
Quien más o quien menos se ha bebido parte del legado de los catalanes Facundo Bacardí y Andrés Brugal, o de los mallorquines Andrés y Julián Barceló, pero esas marcas ya son caribeñas. "La caña de azúcar es originaria del sudeste asiático y los árabes la trajeron a las costas granadinas en el siglo X, así que por más de 1.000 años se ha plantado desde Adra hasta Marbella”, dice Andrea Martín, de la empresa Ron Montero, que lleva ya medio siglo produciendo en Motril (Granada). “Es Cristóbal Colón quien la lleva a La Española en su segundo viaje”, añade. Pero ¿son buenos los rones españoles? “Hay muchos trucos para acelerar el envejecimiento, pero siempre perjudican la calidad. Nosotros envejecemos con paciencia, de manera tradicional, y eso se nota”. También son españolas El Mondero o Arehucas.
Convertirte en ronófilo puede ser el primer paso para acabar regalándote unas vacaciones en el Caribe. Gegam Kazarian, una de las máximas figuras de la coctelería a nivel mundial, recuerda con cariño cómo consiguió el título de Cantinero de Cuba sirviendo cócteles en El Floridita –famoso por ser el bar preferido de Hemingway (para los daiquirís– o el ron Habana 15 que se tomó, con un buen puro, en la terraza del Hotel Nacional, frente al Malecón de la capital cubana: “Nunca he disfrutado tanto de un ron”. También se produce ron en República Dominicana, Nicaragua, Guatemala, Venezuela, Martinica o Jamaica, entre otro países. Nada tienen que ver los de las excolonias españolas, inglesas y francesas, además. Pero Luis Ayala apunta que el más exótico que conoce es “el de unos amigos en Nepal que hacen ron con caña que cultivan en el valle de los Himalayas”.
La última edición del Ron Festival, celebrada en Madrid a finales de noviembre, sirvió para que Ron Barceló Imperial presentara su nuevo aceite de oliva La Chinata macerado con reducción de ron. “Un producto muy adecuado para maridar con carpaccio, pescado azul o sopas de cacao”, según Miguel Milán, el responsable de marketing de la empresa. Pero no fue esa la única interacción entre el ron y la cocina. El almuerzo del chef Mario Sandoval incluía un “bombón de foie con candi de ron Botrán y crocanti de almendras”, unas “verduras ahumadas, picantes y amargas con calabaza especiada, panceta de ibérico, tierra de berenjena, apio asado, brotes orgánicos y jalapeños macerados en ron Summum” o una gominola de cubalibre.
Carlos G. Cano
Periodista de Barcelona especializado en gastronomía y música. Responsable de 'Gastro SER' y parte del...