El periplo judicial del Prestige
La sentencia del caso se falló once años después de la catástrofe. Tras el descontento del Ministerio Fiscal, el abogado del Estado y la Xunta de Galicia, fue recurrida ante el Supremo
Madrid
La mayor catástrofe ecológica de España ocurrió el 13 de noviembre de 2002 frente a las costas gallegas. Un petrolero llamado Prestige comenzó a hundirse con 77.000 toneladas de fuel en su interior. El mar comenzó a mancharse de chapapote y la imagen de miles de voluntarios en sus playas ya queda para la Historia. Mientras, la gestión de los Gobiernos central y autonómico del PP empezaba a cuestionarse. La Cadena SER desveló que el primer fin de semana del desastre el presidente de la Xunta, Manuel Fraga, estaba de cacería, el ministro de Medio Ambiente, Jaume Matas, en Doñana, y el ministro de Fomento, Francisco Álvarez Cascos, en el Pirineo catalán.
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La compleja instrucción del caso dilató el proceso. El juicio no empezó hasta 10 años después de la catástrofe y duró ocho meses: 400 horas en 89 sesiones. Declararon más de 90 peritos y casi 140 testigos, entre ellos, políticos como Álvarez Cascos.
En 2013, la Justicia absolvió a los acusados de la catástrofe de delitos contra el medio ambiente, eximió al Gobierno español de sufragar los daños, y únicamente condenó al capitán a nueve meses de prisión por desobediencia grave.
Tanto el Ministerio Fiscal como el abogado del Estado y la Xunta de Galicia presentaron recurso contra la sentencia ante el Tribunal Supremo que este martes se ha resuelto: la Sala de lo Penal revoca la sentencia de la Audiencia de A Coruña e impone ahora dos años de cárcel al capitán del Prestige, Apostolos Mangouras, por delito medioambiental.