Niza, Berlín, Londres y ahora, Estocolmo

En verano de 2016 lo que debía ser alegría terminó en tragedia, la noche de Niza se tiñó de sangre en el día de la Fiesta Nacional francesa. Un conductor suicida arrolló con un camión a la gente que asistía a los fuegos artificiales por el 14 de julio. El terrorista, que fue finalmente abatido por la Policía, mató a más de 80 personas y dejó centenares de heridos. El Estado Islámico asumió la autoría a través de un comunicado.

El pasado 19 de diciembre un mercadillo navideño en Berlín fue el escenario de nuevas escenas de pánico cuando otro camión se lanzó contra la multitud, matando a 12 personas e hiriendo a casi 50. Días después, el presunto autor del atentado murió en un tiroteo con la policía italiana en Milán. Al día siguiente, el DAESH reivindicó el ataque a través de un comunicado difundido por la agencia Amaq, considerada aparato de propaganda del grupo terrorista.

El siguiente blanco de los terroristas fue Londres, justo el 22 de marzo, cuando se cumplía un año exacto de los atentados de Bruselas. Un hombre al volante de un vehículo todoterreno fue arrollando a los que en aquel momento cruzaban el puente de Westminster, luego se estrelló contra la verja del Parlamento Británico y acuchilló a un policía que custodiaba el histórico edificio. El atacante, identificado por las autoridades como Khalid Masood, había nacido en la ciudad británica de Kent, tenía 52 años y era profesor de inglés. Hoy mismo hemos conocido la muerte de la mujer que cayó al Támesis durante el ataque terrorista a la capital británica. Con ella el número de víctimas mortales se eleva así a seis, incluyendo al terrorista, abatido por la Policía.