¿Acabaremos comiendo solo purés?
El último libro de Mercedes Cebrián plantea preguntas insólitas, pero muy interesantes
Madrid
Cuando Mercedes Cebrián era pequeña se leyó el Manual para jóvenes castores y ahí se contaba que los astronautas se alimentaban de platos envasados en una suerte de tubos parecidos a los de la pasta de dientes. Una práctica que, en opinión del Pato Donald, podía acabar significando el final de nuestras dentaduras.
Sociología del aparato digestivo
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Pero muchos años después, Fernando San Basilio señaló en Mi gran novela sobre La Vaguada que en las cenas de treintañeros ya todo es para mojar: guacamole, salmorejo, hummus... ¿Acaso se está cumpliendo la profecía? "Vamos a dejar de usar los dientes y ahí vamos a tener un problema", dice —medio en serio y medio broma— la escritora y traductora madrileña.
Su último libro, Burp! Apuntes gastronómicos (Chatos Inhumanos) es una especie de tratado "sociología del aparato digestivo". Una recopilación de relatos y reportajes en los que realidad y ficción se mezclan con fines literarios y, por el camino, se retrata la relación actual del ser humano (occidental) con la comida: "La palabra 'gastronómico' se empieza a relacionar con la buena comida y con el momento en el que estás comiendo algo cocinado profesionalmente", explica Cebrián. "Pero yo quiero hablar tambén de todo lo previo".
En uno de los relatos habla de alguien que guarda una relación muy peculiar con su nevera ("ciertos objetos tienen mucho vínculo emocional con nosotros") y en otro se repasa la evolución de las fiambreras. Pero también abunda en la grandeza estética de los ultramarinos, señalando que sus tenderos —casi siempre secos y con bata azul— están en peligro de extinción. Detalles con los que aporta un soplo de aire fresco a la conversación gastronómica global, ya tan viciada y tan expuesta.
El retrato de una familia justo antes de celebrar la cena de Nochebuena le sirve para describir "el ritual de demostrar que ahí hay poderío" y, al pasar por la nevera de los quesos para untar, en un supermercado de Philadelphia, asegura que se sintió como "en una matrioska de philadelphias" porque allí había muchos más sabores de los que jamás había visto: "No nos gusta ese queso con miel y cardamomo. Parad de crear, por favor. La industria se adelanta a unos deseos que no tenemos".
Carlos G. Cano
Periodista de Barcelona especializado en gastronomía y música. Responsable de 'Gastro SER' y parte del...