La mentira de la gripe española
Hace un siglo, mientras media Europa combatía en la Primera Guerra Mundial, otro enemigo, invisible pero más mortífero que esa contienda se extendió rápidamente por pueblos y ciudades, en los frentes de batalla, en el continente y el resto del mundo matando, según las últimas cifras que se barajan, a más de 40 millones de personas. Recibió el nombre de gripe española.
Madrid
“Veía los entierros pasar desde la ventana de mi casa”, es la imagen que aún recuerda José Ameal Peña, el último superviviente español de la gripe que hace un siglo provocó la peor pandemia de la historia. Con sus 103 años y después de haber vivido tres reinados, una república, dos dictaduras y una democracia, le preguntamos cómo se encuentra y responde con un “ni un dolor de momento”. José Ameal ganó la batalla a una enfermedad que fue lo más democrático que hubo en la época. Hasta el rey Alfonso XIII cogió una gripe que no discriminaba ni por condición social ni por edad, atacaba igual a ancianos, jóvenes, adultos o niños.
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Se la llamó gripe española aunque su origen dista mucho de estar aquí. La razón de ese nombre tiene que ver con la guerra y la censura informativa. Los gobiernos de los países implicados en el conflicto decidieron silenciar en los periódicos las informaciones sobre la pandemia para no desmoralizar aún más a la población. Como España era un país neutral, fue aquí donde la prensa habló de la epidemia antes, más ampliamente y sin la censura que existía en otros países. Así que, por contarlo, nos quedamos con el “San Benito” de la peor pandemia de la historia. En realidad, dicen que el origen estuvo en un cuartel militar de Kansas, en Estados Unidos. De ahí pasó a Francia con las tropas enviadas para combatir con los liados.
La mentira de la gripe española
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La pandemia en España
Se baraja la hipótesis de que el virus llegara a nuestro país a partir del tráfico de trabajadores españoles y portugueses que se desplazaban masivamente hacia a los campos franceses cercanos a los campamentos militares. Y aunque no se inició aquí, España fue uno de los países más afectados con cerca de 8 millones de personas infectadas en mayo de 1918 y alrededor de 300.000 muertes. Los periódicos de la época, como es el caso de La Vanguardia, dedicaban sus primeras páginas a las esquelas, y tenían una sección fija denominada “La epidemia reinante”.
Cuentan los diarios de la época que la gente no acudía al trabajo porque no se atrevían a salir de sus casas y que en algunas ciudades se agotaron hasta los ataúdes. Ni el curso escolar ni el universitario se iniciaron con normalidad; se suspendieron algunas actividades públicas pero otras no, sin ningún criterio, lo que favoreció en algunos casos el contagio. Por ejemplo, en las ciudades en las que se celebraron actos religiosos masivos, para invocar la misericordia divina, el contagio fue mayor.
De acuerdo con los datos recopilados por la investigadora Beatriz Echeverri Dávila en el libro “La gripe española. La pandemia de 1918-1919)”, la provincia de Burgos fue la que presentó mayor tasa de mortandad de la epidemia y la segunda fue Almería. Con la excepción de esta última, las zonas con más personas afectadas y más víctimas fueron las de Castilla la Vieja, León y Galicia.