Las conversaciones secretas entre el Gobierno socialista y el PP durante la negociación con ETA
Zapatero ofreció a Rajoy un puesto en la mesa de negociación con los terroristas y le detalló cómo evolucionaba el proceso
Madrid
Mientras el Ejecutivo socialista buscaba el fin de ETA a través del diálogo con los jefes terroristas, Zapatero encargó a una persona de su confianza que estableciese contacto directo con un alto dirigente del PP para informarle casi en tiempo real de los pasos que se daban en las conversaciones con ETA y la izquierda abertzale. El interlocutor que designó Rajoy para esa tarea tomó nota de todas las informaciones que le suministraba el Gobierno. La Cadena SER avanza el contenido del resumen de esas actas sobre la negociación con ETA.
Pese a los ataques durísimos que Rajoy dirigió en público a Zapatero en los meses previos a que se iniciara la negociación con la banda terrorista, el hoy presidente del Gobierno y entonces líder de la oposición aceptó estar informado al minuto del avance de las negociaciones aunque se negó a implicarse en el proceso.
Según la documentación a la que ha tenido acceso esta emisora, Zapatero hizo al PP dos ofrecimientos: participar en las negociaciones junto al Gobierno o simplemente abrir un canal permanente de información sobre los contactos con ETA. Esta segunda opción fue la elegida por el partido presidido por Mariano Rajoy. Las conversaciones arrancaron con el presidente del Gobierno y el entonces líder de la oposición como interlocutores. A los pocos meses delegaron en sus hombres de confianza para esta tarea.
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Tanto el Gobierno como el PP fueron muy claros en sus posiciones iniciales. Moncloa, según las actas, aseguró que no habría legalización de Batasuna sin que condenara la violencia y aceptara la Ley de partidos. Negó cualquier pacto secreto con ETA y prometió al PP que no aceptaría negociar con los terroristas ni el futuro de Navarra ni el derecho de autodeterminación del País Vasco. Además, el Ejecutivo nunca bajó la guardia policial ni judicial.
Por su parte el planteamiento de Rajoy a Zapatero fue "habla con quien tengas que hablar y haz lo que tengas que hacer" porque Génova "no se hacía responsable de nada, no se daba por enterado de lo que le contaban y lo entendían como una cortesía del Gobierno". Rajoy fue "sincero" con su predecesor y le aseguró que "su posición pública iba a ser crítica y de no comprometerse". El actual presidente del Gobierno, cuentan protagonistas de estas conversaciones, "se debía a su electorado" y no quería que si estos contactos salían a la luz le señalaran como negociador con ETA. Unas condiciones que el propio Rajoy se encargaba de hacer públicas.
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El Gobierno pidió a los populares que las reacciones y declaraciones fueran moderadas y a ser posibles pactadas. Aunque hay ejemplos y muchos de lo contrario. Por ejemplo, Zaplana y Rubalcaba, portavoces de PP y PSOE en el Congreso, el 14 de febrero de 2006.
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Los encuentros PSOE-PP se produjeron en hoteles de Madrid. Los socialistas pedían opinión a los populares, aportaciones, según la documentación analizada, pero todo caía en saco roto. La información abarcaba hasta el más mínimo detalle. Una de las notas incluye los mensajes que el entonces presidente del Gobierno lanzaría en una entrevista con Carles Francino en el programa Hoy por Hoy de la Cadena SER.
Los mensajes de Zapatero al PP en un entrevista con Carles Francino
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El Gobierno informó también sobre las negociaciones que llevaba en paralelo con Batasuna, además de con dirigentes de ETA. Dos mesas de negociación que se pusieron en marcha después de que ETA declarara el alto el fuego en marzo de 2006 y que Arnaldo Otegi ya había anunciado dos meses antes.
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Zapatero se comprometió a que no hubiera legalización de Batasuna sin hablar antes con el PP. Según las anotaciones de las reuniones entre el Gobierno y los populares se podía entrever la posibilidad de que el brazo político de la banda terrorista condenara la lucha armada. De esas reuniones salió el compromiso que nunca llegó a materializarse de que Arnaldo Otegi sacaría un comunicado en septiembre de aquel año en el que anunciaría que acataba la Ley de partidos.
A pesar de ello el mensaje que el Gobierno trasladaba a Rajoy a través de sus interlocutores era de optimismo: Batasuna condenaría la violencia y apostaría por vías políticas. El mensaje transmitido por los representantes del Ejecutivo a la formación abertzale fue el de que copiaran la fórmula del PNV: "que no vota la constitución pero la acata". En cuanto eso ocurriera, se legalizaría. El Gobierno pidió, según la documentación analizada, que los populares midieran la respuesta ante la legalización de Batasuna porque "no pasaba nada por no estar de acuerdo".
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Una reunión entre los representantes del Gobierno y la cúpula de ETA, en octubre de 2006, terminó de una manera muy bronca. De ella informó puntualmente al PP. El encuentro sacó a la luz la opinión que tenía ETA de Alfredo Pérez Rubalcaba: no se fiaban de él. El Gobierno puso sobre la mesa el rebrote de la kale borroka en esas fechas pero la banda terrorista se desmarcó de ella y señaló a Batasuna como responsable.
A esta reunión asistieron "tres representantes del Gobierno de perfil bajo, tres representantes de ETA y cuatro mediadores". Según las actas, de los representantes de la banda terrorista "uno era muy joven, otro no habló durante todo el encuentro y el tercero sorprendió a sus interlocutores por su alto nivel intelectual". El calendario que manejaban las delegaciones era "legalizar Batasuna y después la renuncia definitiva de ETA a la violencia aunque sin anunciar la disolución". El objetivo era anunciar la legalización de Batasuna en enero de 2007 para las elecciones autonómicas y municipales de ese año aunque la formación de Arnaldo Otegi temía que la Justicia "anulara los acuerdos" alcanzados con sus interlocutores. Desde el PP, Mariano Rajoy cumplía a rajatabla con las advertencias que había trasladado a Zapatero al inicio del proceso.
El calendario se completaba con la constitución de la mesa de partidos después de las elecciones municipales y la reforma del Estatuto vasco en el que se incluiría el término “identidad nacional”. El orden del día de las reuniones Gobierno - ETA era habitualmente este: Armas, presos, retorno de exiliados, reinserciones y calendario.
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El proceso de diálogo con ETA no hubiera sido posible sin el apoyo internacional ni la decisiva colaboración, según recogen las actas, de destacados líderes del PNV como Josu Jon Ímaz o de la Esquerra Republicana de Carod Rovira.
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El atentado de la T4 provocó un "shock" tanto en el Gobierno como en el mundo de Batasuna - ETA. 24 horas después de que Zapatero anunciara que en un año estaríamos mejor, un coche bomba acabó con la vida de dos personas. El presidente del Gobierno dio por rotas las conversaciones. El PP salió en tromba a deslegitimar al Gobierno socialista. La comparecencia del entonces líder de la oposición apenas duró 4 minutos.
Paradójicamente lo que fue un golpe muy duro para el Gobierno fue el principio del fin de ETA, según las personas consultadas y el resumen de las actas que reflejan que el pesimismo del Gobierno se diluyó en apenas 24 horas porque los representantes de la banda terrorista pidieron perdón y culparon del atentado a una escisión que no compartía la vía de los acuerdos que habían iniciado con el Estado. Y es que, a partir de este momento, Batasuna "se distanció de la banda terrorista".
Rajoy: "Esa paz engañosa que lleva escrita en el rostro De Juana Chaos"
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El segundo escollo tiene nombre propio: Iñaki de Juana Chaos y sus huelgas de hambre para presionar a la Justicia. El sanguinario terrorista que firmó 25 asesinatos pasó 21 años en prisión hasta que fue excarcelado y se fugó a Venezuela. Las fuentes consultadas califican el episodio de De Juana de "incidental" aunque reconocen que supuso una "tortura" para el Gobierno debido a la presión de la derecha mediática y política. El Gobierno informaba a los populares, según las actas, de que De Juana Chaos era un "hombre de paz" y el PP respondía en la calle.
ETA reclamaba una salida al caso De Juana Chaos y vinculaba el aumento de la violencia callejera en los años 2006 y 2007 a las huelgas de hambre del recluso para presionar a jueces y fiscales. Las actas revelan que el Gobierno estaría dispuesto a un acercamiento de presos si ETA conseguía desactivar la kale borroka. Acercamiento que podía llegar al medio centenar y que nunca se produjo.
El robo de pistolas en Francia que fue otro duro revés porque se registró justo en el momento en el que empezaban las conversaciones. Según la documentación que obra en poder de la Cadena SER, la banda terrorista informó al Gobierno y éste a la oposición de que era una acción que estaba prevista con anterioridad al inicio de la negociación y que no se pudo evitar.
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