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El caso de Khadija, un antes y un después para la violencia sexual en Marruecos

Khadija descansa en la casa familiar tras someterse a pruebas médicas por orden del fiscal. La menor agredida está citada a comparecer en el juicio a sus agresores, aplazado al 10 de octubre.

Familiares de los sospechosos detenidos con la foto de Mohamed VI, a quien imploran justicia. / Sonia Moreno

Rabat

La situación psíquica y física de mi hija es normal. No está ni bien ni mal. Después de los análisis, de ir y volver a Casablanca, y de las amenazas, toma medicinas para dormir”, explica Mohamed, padre de Khadija. Esta menor de 17 años denunció a 15 jóvenes por secuestrarla, violarla y torturarla durante casi dos meses en una población del interior de Marruecos.

Mientras su padre explicaba la situación en la que se encuentra, la joven descansaba tumbada en un camastro sobre el suelo, después de pasar una mañana en el Tribunal de Apelación de Beni Mellal viendo desfilar a sus supuestos agresores para declarar ante el juez a puerta cerrada. Fue citada por el magistrado el jueves en la audiencia preliminar, pero finalmente su comparecencia fue aplazada y declarará el 10 de octubre. “Nos dieron una nueva cita. En el Tribunal había algo de tensión, pero gracias a Dios todo salió bien, y ya estamos aquí”, explicaba el padre a la SER en su casa.

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Además, la víspera del juicio, la gendarmería la condujo al hospital universitario Ibn Rochd de Casablanca, por orden del fiscal, para que la examinara un médico forense y le realizara una prueba de ADN en uno de los brazos, que todavía tiene dolorido.

Once de los presuntos sospechosos, con edades comprendidas entre los 18 y 28 años, declararon ante el juez en el Tribunal de Apelación de Beni Mellal el 6 de septiembre. Llegaron custodiados por la policía y esposados para que, a puerta cerrada, se les identificara y se les informara de los cargos a los que se enfrentan cada uno.

Otras dos personas fueron arrestadas y puestas en libertad después de que la denunciante afirmara que no estaban entre sus violadores. El abogado desconoce a cuántos jóvenes más busca la policía, porque la víctima contó hasta 15 agresores.

“Sostiene todas las acusaciones”

La menor permaneció tranquila y entera, tapada con una falda hasta los pies y una camisa de manga larga; además ocultaba la mano derecha bajo un guante, donde tiene los tatuajes que denunció le hicieron los detenidos durante el secuestro. Su abogado Youssef Chehbi la describe como “una chica menor, pero decidida, que mantiene su versión de los hechos. Sostiene todas las acusaciones por las que ellos fueron detenidos”. Y reconoce que “parte de los detenidos sí aceptaron algunos de los cargos que se les imputa, como la violación; aunque otros mantienen que fue consentida”.

Estuvo muy arropada toda la mañana durante la audiencia, sentada entre dos amigos de su localidad. Sus vecinos también acudieron para apoyarla. Había abogados de otras partes de Marruecos, incluso el Presidente del colegio de abogados de Beni Mellal la defiende.

Sin embargo, la vista preliminar del 6 de septiembre fue interrumpida por los familiares de los detenidos que entraron en el juicio con una fotografía de Mohamed VI en alto implorando al rey y a Dios. La misma escena se repitió en las escaleras exteriores al finalizar el juicio, donde gritaban: "Acha lmalik!" (¡Viva el rey!).

El abogado ve en las acusaciones de la otra parte, que señalan que fuma o sale con chicos, “una manipulación de los medios de comunicación. Una manera de difamar y acusar a Khadija de cosas malas. Yo prefiero dejar a la Justicia hacer su trabajo y demostrar que es verdadero y que es falso”.

Por otro lado, la tía paterna de uno de los sospechosos, Badria Yassine, manifestaba a la SER, “la estáis defendiendo, sin embargo todo el mundo la conoce como una corrupta. Vende hachís, tiene narcotraficantes de hachís como amigos, y recibe dinero de ellos”.

Los familiares aseguran que “los chicos se conocían”, y que “el tatuaje es bastante antiguo”. Hay un juicio paralelo que está poniendo en cuestión si fue secuestrada o si fue con alguno de los presuntos agresores por voluntad propia.

Feministas y mujeres están del lado de Khadija, la consideran una víctima y critican la difamación a la que la expusieron los medios marroquíes. “Khadija es una víctima y además es una menor, así que muchas cuestiones que están unidas a la moral están completamente descartadas. Encontramos que la opinión está dividida, pero poco a poco y siguiendo el proceso muchos puntos van a esclarecerse”, mantiene la artista visual Maria Karim durante una entrevista con la SER.

Ésta llegó de Casablanca hace diez días, cuando se enteró del suceso por las redes sociales “para decirle -a Khadija- que no es está sola”. Las ONGs que se han hecho cargo del caso de Khadija se han convertido también en su defensa civil.

#TodosConKhadija

El caso de Khadija ha dado la vuelta al mundo, movilizando a personas en todo Marruecos e incluso fuera del país. Tras el testimonio de la menor en los medios, se sucedieron las llamadas de solidaridad y las peticiones de apoyo, para proporcionarle cuidado y ayuda psicológica. Desde un cirujano en Cataluña interesado en arreglar los tatuajes de su cuerpo, a una tatuadora española afincada en Marrakech, que también se ha prestado a colaborar.

Bajo el hashtag #TodosSomosKhadija’, las mujeres denunciaron en Twitter que “Khadija podría ser yo, o Khadija podrías ser tu". También se ha puesto en marcha la campaña ‘Justicia por Khadija’, en la que solicitan justicia y solidaridad. Viene acompañada de una ilustración, en la que aparece una mujer tatuada, llorando desnuda, y con los ojos tapados con un cartel de S.O.S., además de con un símbolo de prohibido en sus genitales.

Unicef ha reaccionado con un comunicado en el que advierte que “éste no es un caso aislado, muchos menores son víctimas de violencia en Marruecos”. Y aporta la cifra de 5.980 casos de violencia contra niños, que atendieron los tribunales marroquíes en 2017. De éstos, 1.600 casos por abusos sexuales, el doble que en 2016.

La campaña de movilización para defender a esta menor recuerda a otros dos sucesos ocurridos en Marruecos. A finales de 2015, una niña de 16 años se prendió fuego después de haber sido violada en grupo, y sus agresores la chantajearon al amenazar con transmitir videos de su violación. Los acusados fueron liberados provisionalmente antes de su juicio, lo que provocó un escándalo. Finalmente ocho personas fueron sentenciadas a entre 8 y 20 años de prisión.

Y uno de los casos más famosos de la causa femenina en Marruecos es el de Amina Filali, una niña de 16 años que también se suicidó en 2012 después de ser obligada a casarse con su violador. La campaña fue tan intensa que hasta consiguió cambiar un párrafo del artículo 475 del Código Penal marroquí, que permitía, hasta ese momento, que el violador se librara de la cárcel si se casaba con la víctima. En todo caso, el Código Penal data de 1965 y las organizaciones de derechos humanos siguen solicitando su renovación completa en cuanto a las violaciones pero también, en otros asuntos como el trato de la homosexualidad.

 
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