España gana un bronce que vale oro

El combinado de Lucas Mondelo no se baja del podio desde 2013 (ha sido medallista en todos los grandes torneo disputados desde entonces) y sigue agigantando su excelso palmarés. Esta vez con una medalla con un significado especial, por cuanto España jugaba en casa y tuvo que despojarse de la presión del anfitrión para encontrar su mejor versión. Además, debió levantarse hasta dos veces (tras sus derrotas ante Bélgica en la fase de grupos y Australia en semifinales), pero dio la cara en la hora de la verdad.

El duelo por el bronce comenzó con complicaciones. Comandado por Meesseman, el cuadro belga empezó con fuerza y cogió ventaja en el marcador. España tuvo que emplearse a fondo para remontar, lo cual consiguió antes del intermedio gracias a un juego coral en el que destacó otra vez Ndour.

Se vio con más frescura a las locales que a Bélgica en el reto que suponía recuperarse del esfuerzo ímprobo que ambas selecciones hicieron el sábado para ganar a Australia y Estados Unidos, respectivamente. Y otra vez más fue clave el trabajo extraordinario en defensa. Buen síntoma fue dejar al rival apenas en 25 puntos tras los dos primeros cuartos.

Como el sábado ante las australianas, el conjunto de Mondelo afrontó con ventaja el segmento final. En esta ocasión, la administró con más criterio y con un Santiago Martín entregado a la causa, que llevó en volandas a las suyas. Cada canasta se celebró con un estruendo ensordecedor. Fue el mejor tributo para un equipo que salió triunfador a lo grande. Con un bronce que sabe a oro.