Oriol Junqueras ha empezado su declaración como imputado en el Tribunal Supremo en el juicio del procés anunciando que sólo contestará a las preguntas de su defensa. «Yo no voy a renunciar a mis convicciones democráticas y las acusaciones no van a dejar de perseguirme por ello», añadiendo que «se me acusa por mis ideas y no por mis hechos, estoy en un juicio político y soy un representante electo y me debo a mis votantes», ha dicho, añadiendo más tarde que «esto no se resuelve poniendo a la gente en la cárcel». Junqueras, por tanto, sólo contestará a preguntas de su defensa lo que acorta bastante las previsiones de longitud de su interrogatorio. «Me considero un preso político», ha añadido en la primera pregunta de su defensa. La Fiscalía considera a Oriol Junqueras el máximo responsable de la rebelión y pide para él 25 años de cárcel por ese delito y por malversación de caudales públicos. Esto no se resuelve Defendiendo la trayectoria «de casi 90 años» de Esquerra Republicana, Junqueras ha combatido la principal acusación que pesa sobre él: la permisividad de la violencia callejera para lograr la independencia. Ha negado hasta cuatro veces: «Nadie puede tener duda alguna sobre el hecho de que nosotros siempre hemos rechazado la violencia, siempre, y lo seguiremos haciendo». Si hubiera esta violencia «nos desvinculariamos, nos encontrarían enfrente, más importante que un objetivo político son los valores». El exvicepresidente catalán ha cargado contra la Fiscalía y las acusaciones por rebelión: «Retuercen la argumentación, nada de lo que hemos hecho es delito, nada, votar en un referéndum no es delito, trabajar para la independencia de Catalunya pacíficamente no es delito, es una argumentación forzada». La despenalización de los referéndums desde 2005 también es uno de los argumentos centrales de las defensas. Junqueras ha combatido, en los mismos términos que a lo largo de la instrucción, las dos principales acusaciones que pesan sobre los acusados: la violencia y la malversación. Sobre los altercados del 21 de septiembre frente a la Consellería de Economía ha afirmado que fue una concentración con «actitud pacífica, respetuosa, con cánticos, incluso repartían claveles, cantaban un himno religioso dedicado a la madre de Dios». También achaca a la Policía y la Guardia Civil la violencia en el referéndum ilegal del 1 de octubre: «El objetivo de aquella violencia que se ejerció contra los votantes no era para impedir que pudiesen votar, era para generar un ambiente de crispación al cual afortunadamente nadie respondió con aquella violencia». Niega Junqueras que pudieran prever los disturbios del 1-O: «En absoluto, todo lo que sabíamos lo que había pasado era un comportamiento cívico y pacífico, ejemplar y respetuoso, la única cosa previsible es que ese comportamiento se mantuviese como se mantuvo. Era imposible de imaginar que hubiese una intervención policial de ese tipo». Hasta cuatro veces ha negado preguntado por si espolearon a las masas a enfrentarse a los agentes: «Ni antes ni después, no hay ninguna duda». De la misma manera ha negado haber gastado ni un euro público en el referéndum, aunque tampoco ha explicado de dónde salió el dinero: «Ninguno, a los contribuyentes no les costó nada». También niega conocer uno de los documentos clave en la acusación de la Fiscalía, el documento #Enfocats: «Lo conocí el día que se ordenó mi ingreso en prisión, no lo había visto nunca ni lo conocía de nada, es extravagante y apócrifo». Siguiendo su estrategia de defensa, Junqueras ha iniciado el relato en 2010 con la sentencia del Tribunal Constitucional que tumbó parte del Estatut: «Hubo un partido, el Partido Popular, que inició una campaña en contra en el que sus dirigentes decían que recogían firmas contra Catalunya, fue llevado al Tribunal Constitucional y dio resultado a una sentencia que devastó el Estatuto de Autonomía». «La silla que tenemos enfrente siempre está vacía y traslada su responsabilidad política a los tribunales», dice. «Siempre se niega al diálogo». La sentencia del Estatut «sin duda marcó un punto de inflexión, yo ya era independentista pero lo hizo en el caso de mucha otra gente». A pesar de que Junqueras ha dejado claro que no contestará a las preguntas de las acusaciones, el abogado de Vox, Javier Ortega Smith, ha pedido leer sus preguntas aunque el exviceprediente catalán no las responda pero el tribunal le ha respondido que no puede ser: «La Sala no puede ni siquiera prestarse a una escena en la que usted formula preguntas y él dice que contesta o no. Ese derecho tenemos que entre todos aceptarlo y respetarlo». Marchena le ha recordado que el silencio de un imputado no puede ser interpretado «en contra del señor Junqueras ni de ningún otro procesado».