Martín Berasategui, Premio Nacional de Gastronomía Tradicional 'Lola Torres'
El galardón está reservado a empresas y profesionales con una trayectoria de al menos 25 años
Madrid
Martín Berasategui ha recibido hoy el XVII Premio Nacional de Gastronomía Tradicional Lola Torres, convocado por la Fundación Amigos de Galicia, con la colaboración de disitintas instituciones locales. En la ceremonia de entrega, el cocinero vasco se ha mostrado emocionado porque el premio le ha llevado a sus orígenes y ha asegurado que le gustaría "ser un trocito pequeño de cada maestro" que ha tenido.
El secretario de la Fundación Amigos de Galicia, Ramiro Varela Cives, ha destacado que con la distinción se premia "la creatividad, la innovación, el profundo entendimiento de los sabores y el gran respeto por los ingredientes" de Martín Berasategui, destacando también "su esfuerzo, perseverancia, el trabajo en equipo y ser un cocinero siempre agradecido con las anteriores generaciones y con la herencia gastronómica que han dejado, asegurando que la cocina española está recogiendo el fruto del trabajo de muchas generaciones".
Martín Berasategui es el único cocinero español con 10 estrellas Michelin y dos restaurantes triestrellados, pero actualmente dirige 16 establecimientos entre el País Vasco, Cataluña, Madrid, Lisboa, México y República Dominicana.
Solo leyendas de la cocina
El objetivo del Premio Lola Torres es destacar a restaurantes y/o profesionales de los mismos que lleven como mínimo 25 años de trayectoria, al tiempo que se le rinde un merecido homenaje a las mujeres gallegas de la posguerra que, a pesar de la escasez de alimentos y de productos, fueron capaces, siguiendo la tradición de los pazos, de elevar los platos a un nivel de gran calidad. En la primera mitad del siglo XX, cocineras como Josefina Vilas, a Viuva de Trives o Lola Torres tomaron el relevo de una tradición que supieron trasladar con éxito a los restaurantes.
Lola Torres nació en O Grove en 1917. Con 12 años empezó a trabajar al servicio del gerente de A Toxa y a los 17 entró en la fábrica de conservas El Marino, en la sección de salsas, lo que le ayudó más adelante en su faceta de cocinera. En 1951 fundó junto a su marido el restaurante Finisterre en O Grove, donde puso en marcha su creatividad en la cocina, considerada hoy cocina tradicional, pero de vanguardia para la época: arroz con bogavante, asado xacobeo con carne de ternera, merluza al alvariño... Murió en O Grove en 2002 y un año después recibió a título póstumo el Premio Álvaro Cunqueiro al reconocimiento de su cocina y labor gastronómica.