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¿Los pasos de cebra 'gay-friendly' amenazan la seguridad vial?

Portugal veta los pasos peatonales pintados con los colores del arcoíris

Paso de peatones con los colores del arcoíris en Ciudad de México. / Twitter

Ciudades por todo el mundo tienen maneras creativas de reconocer a la comunidad LGTBI en el Día Internacional contra la Homofobia y, de manera más amplia, durante junio, el mes del Orgullo.

Desde 2014 el Ayuntamiento de Tel Aviv programa sus luces exteriores para que el edifico entero parezca la bandera multicolor del colectivo, y desde 2015, Viena tiene semáforos que muestran parejas homosexuales. Sin embargo, los elementos urbanos más populares para conmemorar las fechas y mostrar solidaridad con la comunidad LGTBI han sido los "rainbow crosswalks" o pasos de cebra con los colores del arcoíris, que revindican la inclusión y no discriminación del colectivo.

Introducidos por primera vez en West Hollywood, California, en 2011, los pasos peatonales multicolor ahora se encuentran en ciudades por todo el mundo: París, Berlín, Sydney y Ciudad de México tienen varios, y en Estados Unidos se encuentran en más de 30 ciudades, entre ellas Miami, Atlanta, Nueva York, San Francisco, y Seattle, donde los pasos coloridos cruzan 11 vías diferentes.

Poco color en Portugal

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Pese a ser designado como el destino más "gay-friendly" de 2019 por Spartacus Internacional ---entidad que publica la guía de turismo homosexual más famosa del mundo---, en Portugal no hay ningún paso peatonal de éstas características.

Si bien son bienvenidos los turistas de todas las orientaciones en el país vecino, en casa la sociedad lusa es conocida por su discreción a la hora de tratar temas relacionados con la sexualidad, e históricamente la comunidad LGTBI nativa ha optado por mantener un perfil bajo. En los últimos años esa situación ha comenzado a cambiar: son cada vez más las personas que revindican la mayor inclusión del colectivo, y que apuestan por actos que promueven su visibilidad.

Tras la masacre perpetrada en la discoteca Pulse en 2016 aumentó de la afluencia en las marchas del Orgullo en Lisboa y Oporto de manera dramática, y el año pasado incluso se llegó a celebrar una concentración en la ciudad interior de Bragança por primera vez. A nivel institucional la ausencia de referentes públicos LGTBI ha sido un gran obstáculo para la visibilidad del colectivo, y también han faltado gestos administrativos que promuevan la inclusión.

Sin embargo, durante las últimas semanas, dos barrios lisboetas han intentado romper con la convención y hacer un reconocimiento más público de la comunidad LGBTI, proponiendo la creación de los primeros pasos peatonales "gay-friendly" de la capital. La primera iniciativa surgió a principios de mayo, cuando la Junta del céntrico barrio de Arroios admitió una moción del Centro Democrático Social - Partido Popular (CDS-PP) para crear dos pasarelas pintadas como el arcoíris en la Avenida Almirante Reis.

La iniciativa contó con amplio apoyo en la Junta y fue aplaudida en la prensa, que quedó fascinada con el CDS-PP, formación que se opuso a la legalización del matrimonio igualitario en Portugal en en 2010. Sin embargo, en el último momento el proyecto cayó, pues el descontento entre los militantes del partido conservador fue tal que sus representantes se vieron obligados a retirarlo.

Al enterarse de la retirada, André Couto, presidente socialista de la junta del vecino barrio de Campolide, decidió hacerla suya y, durante la madrugada del pasado domingo, supervisó al equipo que renovó dos pasos de cebra de la zona que gobierna. Al amanecer, los peatones se encontraron con dos brillantes arcoíris atravesando las vías delante de sede municipal y de la principal escuela pública del barrio, y a través de las redes sociales pudieron leer un mensaje de Couto, quien explicó que la iniciativa representaba el compromiso de Campolide con la igualdad y contra la discriminación.

Desafortunadamente, el arcoíris en la vía duró poco más que los que aparecen en el cielo. Pocas horas después de su inauguración, la Autoridad Nacional de Seguridad Vial (ANSR, según sus siglas en portugués), la entidad estatal lusa que vela por la aplicación del derecho vial, se puso en contacto con la Junta de Campolide para exigir la eliminación de las pasarelas coloridas. La ANSR explicó que los pasos de cebra sólo pueden ser blancos y negros y que cualquier variación del patrón establecido representa una violación de la Regulación de la Señalización del Tráfico, pues la señalización tiene que ser homogénea para evitar que los conductores y viandantes se confundan.

Dado que la ANSR tiene la potestad de verificar y forzar el cumplimiento de la legislación vigente en este ámbito, la Junta no tuvo más opción que acatar la orden y repintar el paso de cebra, que volvió a ser blanco y negro esa misma tarde. La ANSR asegura que su decisión se basa en factores técnicos, y que su rechazo del paso de cebra arcoíris no tiene nada que ver con su vinculación a la comunidad LGTBI. No obstante, los críticos ya han señalado que en el pasado se han permitido pasos peatonales con barras azules en Aveiro y otras rojas en Covilhã.

¿Riesgo para la seguridad vial?

Muchos países -entre ellos España- tienen normativa similar a la portuguesa. El Artículo 168 del Reglamento General de Circulación de la Dirección General de Tráfico explícitamente prohíbe "utilizar líneas de otros colores que alternen con las blancas" en los pasos peatonales que atraviesan la calzada.

Con este argumento el sindicato CSIT-UP denunció al Ayuntamiento de Getafe cuando éste inauguró un paso de cebra "gay-friendly" en 2016, y también se empleo la normativa para frenar una propuesta similar en Madrid, donde se pretendió crear varios cruces con arcoíris para conmemorar el WorldPride de 2017. Sin embargo, en ciudades como Vitoria, Las Palmas y Santa Coloma los pasos peatonales con los colores del arcoíris se han introducido sin mayores problemas, y no se ha registrado un incremento en el número de accidentes ocurridos en esos cruces.

Pese a que la ley dicta que los pasos peatonales coloridos son ilegales, no hay estudios que indiquen que representen riesgo alguno para la seguridad vial. Por lo contrario, existen varias investigaciones recientes -como uno encargado por la Administración de Autopistas Federales de Estados Unidos en 2013- que concluyen que el color del paso de cebra no cambia nada, y son cada vez más las ciudades que están experimentando con pasarelas de colores cada vez más vibrantes con el fin de hacer que conductores y viandantes extremen la atención.

En 2017 el Ayuntamiento de Cornellà de Llobregat pintó los pasos peatonales cercanos a las escuelas con colores vivos, y Granada y Torrelodones han realizado iniciativas similares. A largo plazo se verá si el color sirve para alertar a quienes conducen por la zona, o si realmente son una distracción inaceptable.

 
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