Elecciones 23 de julio

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Pactos postelectorales

Pedro Sánchez suaviza el tono con Cataluña para que la coalición prospere

La campaña en la que la mano dura sobre Cataluña iba a librar a Sánchez de Unidas Podemos y de los independentistas ha terminado situando la distensión con Cataluña como la única clave del desbloqueo

El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez y el líder de Podemos, Pablo Iglesias, se estrechan la mano en el Congreso de los Diputados tras firmar el principio de acuerdo para compartir un gobierno de coalición. / Jesús Hellín - Europa Press (EUROPA PRESS)

Madrid

Son 169 síes los que busca el PSOE. La portavoz socialista, Adriana Lastra, tiene encarriladas las conversaciones con la mayoría de los grupos territoriales que necesita en la ecuación. Hasta Coalición Canaria, que estaba en el no en verano, está ahora al servicio del desbloqueo, pero de nuevo la crisis catalana se coloca en el centro de la escena.

La coalición que Pedro Sánchez y Pablo Iglesias anunciaron el martes, con tanta precipitación como determinación, pende de la abstención de ERC que, a día de hoy, sigue en el no. Porque los socialistas se mantienen, según el comunicado de los republicanos catalanes, "en la vía represiva" ante el "conflicto político".

No está dicha la última palabra. En Ferraz confían en que "paso a paso" el grupo independentista vaya modulando su posición. Se aferran a la disyuntiva que planteó Pedro Sánchez en su primera comparecencia este jueves tras el pacto en la Moncloa: "¿Qué alternativa tienen? ¿Qué gobierno querrían?".

La opción del pragmatismo

Fue breve la intervención de Sánchez ante los medios, pero fue suficiente para calibrar hasta qué punto el presidente en funciones está aferrado al principio de realidad y ha optado por el pragmatismo de formar gobierno cuanto antes, salir del desbloqueo y reconstruir su hoja de ruta a partir de enero. Año nuevo, vida nueva.

Sánchez no hizo apelación directa a PP y Ciudadanos en sus respuestas a los periodistas y se afanó en lanzar un llamamiento a quienes pueden desencallar el Gobierno, los republicanos catalanes. Sólo tres días antes, su secretario de Organización, José Luis Ábalos, había dicho en rueda de prensa que iban a trabajar por no incorporar a los independentistas en su fórmula de la investidura; sólo cinco días antes se había cerrado una campaña electoral en la que una y mil veces Sánchez pidió el voto para no depender de los separatistas.

La tozuda aritmética electoral y el no de PP y Ciudadanos han convencido a los socialistas de que no queda otra que asumir que ERC ha de estar para que las cuentas salgan. Es cierto que no dejan de pensar que los naranja (aún impactados por la dimensión de su batacazo) pueden reconsiderar su posición en las próximas semanas, pero Sánchez ya se ha remangado para allanar la pista de aterrizaje de ERC en la abstención.

Los únicos que apuestan por el diálogo

Si en campaña hablaba de "problema de convivencia" en Cataluña, ahora lo califica como "crisis política". Si antes del 10-N sus discrepancias con Podemos sobre la cuestión territorial eran insalvables, ahora el presidente en funciones habla en nombre de los dos partidos como los únicos del arco parlamentario de la Carrera de San Jerónimo que apuesta por el diálogo. Sánchez no cerró la puerta en esa comparecencia a la creación de una mesa de partidos de ámbito estatal como reclama ERC, aunque siguió apostando por que sea en el Parlament donde se dirima esta cuestión.

Fue significativo también cómo el líder socialista aparcó su propuesta del debate electoral de reformar el Código Penal para prohibir que se celebre de nuevo un referéndum ilegal. Esa promesa no está en el programa electoral socialista y contradice posiciones anteriores del PSOE. A nadie se le escapó en su momento que buscaba el efecto pirotécnico en plena campaña y, llegados ya al punto de que hay que cohabitar con Podemos y apoyarse en ERC, todo apunta a que se quedará en eso, en fuegos artificiales de una campaña diseñada en un sentido radicalmente opuesto al que Pedro Sánchez ha abrazado rápidamente tras el recuento de las urnas.

La campaña en la que la mano dura sobre Cataluña iba a librar al PSOE de Podemos y los independentistas ha terminado situando la distensión con Cataluña como la clave del desbloqueo de la investidura y de la coalición que también pretendía evitar Sánchez. Cinco días después de las elecciones, con las negociaciones ya planteadas con los principales grupos implicados y la estructura del Ejecutivo pactada con Podemos, el PSOE ni siquiera ha convocado a PP y Ciudadanos. No quieren perder el tiempo.

 
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