Así les cambió la vida a unas hermanas a las que les tocó el Gordo el año pasado
Las hermanas Pinazo se quedaron con "un número feo" que nadie quiso y la suerte se puso de su lado. No son las únicas que fueron ganadoras de rebote, repasamos también otras historias
Madrid
Desde hace 40 años, María Jesús Pinazo se pone cada día detrás de un quiosco de prensa en El Limonar, una zona residencial de Málaga. Allí tiene un terminal electrónico de Lotería Nacional en el que se puede elegir los dígitos concretos que se deseen. Poco antes del sorteo de la Lotería de Navidad del año pasado, le llamó su hermana y le pidió un décimo de una terminación: 347. "Le puse eso al terminal y resto lo puso la máquina", cuenta. El número que salió del aparato fue el 03347 y a la hermana de María Jesús no le gustó nada: "Me dijo que era un número muy feo, que se quedaba con él, pero que le sacara otro con esa terminación. Al volverle a dar a la máquina, que saca números aleatoriamente, salió el mismo y mi hermana me dijo que no quería dos números tan feos, así que lo dejé ahí, por si alguien me pedía una terminación en 7". Pero el día antes del sorteo ese décimo seguía en el quiosco sin dueño y María Jesús se lo quedó.
El 22 de diciembre de 2018, hace justo dos años, el Gordo se hizo de rogar. Se cantó a las 12:35 horas y María Jesús estaba comprando en un supermercado con sus hijos: "Me llamó otra hermana, que estaba en el quiosco, y me dijo "¡vente para acá, que te ha tocado el Gordo!" y yo no me lo creía, pensaba que estaba de broma. Mis hijos me preguntaban que cuál era el número y yo ni me acordaba". Cuando llegó, vio el décimo y comenzó a recibir las felicitaciones de los vecinos del barrio. Era verdad. Por primera vez, en mucho tiempo, el quiosco cerraba el resto del día. Había que celebrarlo.
<p>La vida de una familia un año después de que le tocaran 7 décimos del Gordo</p>
Un año después, las hermanas Pinazo apenas se han dado caprichos más allá de "un viaje a Portugal con amigas y una moto para el niño" pero saben que tienen "un dinerillo ahí para lo que surja". Este domingo volverán a jugar a la lotería pero han decidido cambiar de terminación. No creen que el 347 les vuelva a dar la misma suerte que aquel número feo que no querían.
El bar que hizo millonario a un pueblo de 1.000 habitantes
La vida en Berlanga de Duero cambió por completo un 22 de diciembre de hace algo más de una década gracias a un bar que ya no existe. Casi todos los vecinos de esa pequeña localidad soriana de apenas mil habitantes habían comprado lotería en uno de los pocos bares que había en el pueblo. Y allí tocó el Gordo: "Mis hijos compraron el décimo porque el dueño del bar insistía en venderlos, porque si no se los tendría que quedar él, y al final se quedó con más de 10 décimos, imagínate lo que ganó", cuenta Luisa, que recuerda que algún sobrino suyo, que también estaba ese día y al que también le ofrecieron décimos, todavía se arrepiente de no haber comprado. Sí le tocó a otro sobrino, a otro conocido y a alrededor del 80% del pueblo. En total, el bar J2 había repartido 24 millones de euros.
Ese día, el pueblo era una fiesta alrededor de la barra libre de ese bar, que había comprado 80 décimos del 20297. Su dueño -hoy propietario un hotel/restaurante en el mismo lugar donde antes estaba el J2- declina hacer declaraciones a este medio y no sabemos en qué (más) gastó su premio. Luisa sí nos cuenta que lo invirtió en la casa que acababa de construirse y reconoce que ese dinero ayudó mucho a pagar deudas. Sus hijos destinaron una parte a una finca para cultivar trufas y su sobrino invitó a todos los primos -"que no son pocos"- a una cena. Aunque es más probable que te alcance un rayo que te toque el Gordo, la suerte quiso que a los tres conocidos de Luisa afortunados, también ganaran un tercer premio dos años después. Ella ya tiene varios décimos para el sorteo de este año.
<p>Las provincias que más dinero gastan (y las que menos) en Lotería de Navidad</p>
La mujer que compró 9 décimos premiados para su familia y murió 10 días después
En una localidad también bañada por el río Duero, el 22 de diciembre de 2012 se repartieron 225 millones de euros. Gran parte de este segundo premio de la Lotería de Navidad se lo llevó la peña 'El Chilindrón', pero otros vecinos de Aranda de Duero también celebraron la salida de ese 42260 porque a la peña le sobraron algunos décimos y los devolvió a la administración. Así, de rebote, Manuela compró nueve papeletas de ese número para toda su familia. Entre décimos y participaciones, esta arandina repartió alegría –y dinero– entre sus cuatro hijas, hermanas, sobrinos, nietos y hasta a dos bisnietos que rondaban los 3 y 5 años. Para ella se guardó una papeleta. "Nos tocó a toda la familia", explica Victoria, su hija mediana. Su madre mandó a su hermana mayor a comprar varios décimos en la Administración de Loterías número 2 de Aranda de Duero y ese número resultó ser uno de los agraciados en el último sorteo antes de que el Estado metiese mano en los premios, ya que desde 2013 se queda con el 20% de los premios superiores a 2.500 euros.
Manuela apenas pudo disfrutar de este premio porque diez días después falleció, el 1 de enero de 2013, justo el día de su cumpleaños. "No le dio tiempo siquiera a disfrutarlo. Se marchó al otro mundo la mujer diciéndonos que nos teníamos que pagar una buena comida", recuerda con sabor agridulce Victoria. La misma que aún tiene grabado en su memoria cómo no se enteró de que les había tocado un buen pico de la Lotería –125.000 euros por décimo– porque estaba comprando la comida para la cena de Nochebuena. "No me enteré porque estaba en un supermercado. Mi hija, que estaba en casa en el momento en el que salió el número premiado, dijo "¡si este le llevo yo!" y efectivamente (...) No me llamó y esperó a que llegásemos mi marido y yo a casa. Al llamar al timbre, oí a mi yerno decirle a mi hija: "Pero ¿tus padres no saben nada?". Entonces noté todo el jolgorio y supe que algo había pasado con la Lotería", relata.
Como ocurre en muchos casos, ese dinero sirvió para tapar algún que otro agujero como arreglar las puertas de casa o comprarse un reloj, pero Victoria admite que tampoco se ha pegado grandes excesos con el dinero que le tocó más allá que irse de vacaciones dos veces todos los veranos. "Hemos ido a Calpe, Peñíscola Benidorm, Galicia... pero no hemos ido al extranjero. Ya somos mayores y no tenemos muchos vicios", explica mientras rememora aquel 22 de diciembre. Ese día no hubo muchas celebraciones, quizás a sabiendas del delicado estado de salud de su madre, que les dejaría las arcas llenas pero que se marcharía a los pocos días. Ni siquiera se hicieron una foto con ese 42260, un número que nunca se le borrará de la memoria.