Reino Unido dice 'adiós' a la Unión Europea tras un periplo de tres años

Madrid

Como si la rueca de la historia fuera caprichosa con las fechas, ha sido 1 de febrero de 2020, ahora ya una efemérides para los siglos, la que ha marcado la salida de Reino Unido de la Unión Europea. Es una fecha redonda, con todos sus símbolos y anclajes. Los británicos que están muy cómodos con el espectáculo pondrán a cero la cuenta atrás para la salida.

El Big Ben todavía sigue de reformas y, otro símbolo: el excéntrico Johnson ha querido tocar sus campanas sin saber que todavía queda mucho por hacer. Finalmente no lo hará porque es muy caro. 

Se abre ahora un nuevo periodo que lleva necesariamente a un replanteamiento de todo. La Unión Europea reflexiona qué ha podido "hacer mal" para que un exmiembro tan fuerte como Reino Unido haya decidido consumar el proceso de salida. Sobre todo después de 47 años de fructíferos resultados. Por su parte, Gran Bretaña abre un camino amplio plagado de dudas que deberá resolver sin nadie, pese haber conseguido un acuerdo de salida que en principio es aceptable.

Cronología de un divorcio

El asueto de lo que fue la Unión Europea antes de ser Unión (CEE) y Reino Unido comenzó en el año 1973 momento en el que, tras los vetos de Francia, la isla entró en la comunidad de países. En esta fecha, casi el 70% de los británicos votó a favor de permanecer en la CEE. Aunque hubo que remar contra la crisis del petróleo decidieron asumirlo todos juntos. “¿Cómo es posible que un país donde el 70% de la población votó a favor de pertenecer a la Unión opte, 40 años después, por salirse?”, se preguntaba Guy Verhofstadt, presidente de los liberales europeos. 

En los años ochenta, con los gobiernos de Thatcher, las líneas del euroescepticismo británico moderno aparecieron con todo su esplendor. La fiscalidad del Reino Unido debe ser mejor que la del resto de países europeos: una moneda competitiva, una relación con las excolonias fuerte y un régimen especial para sus fronteras. El 'affaire' continuó con limitaciones a la Carta de Derechos Fundamentales para Reino Unido en 2007 y con el rechazo a formar parte del Pacto Fiscal Europeo en 2012. Finalmente David Cameron se vio obligado a convocar un referéndum por la permanencia en la UE. Lo hizo el 23 de junio de 2016, con las orejas del lobo del nacionalismo británico asomando en las elecciones europeas.

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Mucho por hacer

A partir de febrero, la Europa querida por todos sufre un pequeño aprieto. La lista de espera para entrar ha quedado denostada con la salida de uno de los miembros más longevos. 66 millones de británicos afearán los números del mayor entorno socioeconómico y fronterizo del mundo. De 512 millones de ciudadanos pasaremos a ser 466 y al menos el 13% del PIB comunitario desaparecerá de los datos macroeconómicos. 

Con todo, más allá de la carga simbólica y ciertamente nostálgica que produce el 'adiós' de los ingleses, no será hasta dentro de un año, el 1 de enero de 2021, cuando finalmente zarpe el barco llamado Gran Bretaña. Es decir, hasta ese momento se abre un periodo transitorio en el que se deberán decidir los puntos más críticos para la salida. Y se prevé conflicto, tal y como se ha venido dando hasta ahora. 

De momento no habrá problemas en las aduanas, ni habrá gravamen a las importaciones, ni 'roaming', ni se pedirá una visa para ir a Londres. Es decir, seguirá todo más o menos igual con la salvedad de que hay que trabajar para llegar a un punto en común. Otra cosa es lo que suceda a partir de 2021, pero las previsiones apuntan a lo que viene ocurriendo ya: la UE y Reino Unido son socios condenados a entenderse. 

La Europa de los 27

Sí. Hay que actualizar los términos con los que nos referiremos a la Unión Europea. La isla pierde todo el peso institucional que actualmente tiene; los 73 eurodiputados británicos no volverán a pisar el Parlamento Europeo y con ellos todo lo que representan. De esta manera, la cámara deberá redimensionar el número de diputados y es probable que España gane más representación. 

Lo más importante, sin embargo, es saber los nuevos liderazgos habrá en la Europa después del brexit y después de Merkel ya que la canciller acaba su mandato y no volverá a presentarse. La organización tiene serios y profundos problemas que requerirán la atención de las autoridades comunitarias. La desunión desentierra fantasmas de una historia pasada por sangre, pero quizá el peor fantasma es el de la extrema derecha y la vuelta a los nacionalismos. 

La misión pasa por recomponer la Unión en torno al eje Berlín-París, la dupla que ha generado los años de paz más duraderos del continente y el motor económico de la organización. En esto, Macron tiene un papel importante y ya ha demostrado que la integración debe alcanzar un nuevo nivel. A los problemas del nacionalismo excluyente y eurófobo se unen los visos de crisis económica por la desaceleración mundial, de ahí los futuros intentos de recomponer la UE a nivel político y también a nivel internacional: ante la guerra comercial China-EE.UU, aquí está Europa. 

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