Así lleva Santillana la escuela a casa
Santillana ha acelerado su apuesta por lo digital y ha dotado de servicios, contenidos y recursos a miles de alumnos y alumnas de toda España y Latinoamérica, a través de sus plataformas on line
Madrid
Llevamos semanas de confinamiento y millones de estudiantes han convertido sus habitaciones, los salones de sus casas o las cocinas en improvisadas aulas donde seguir sus clases en línea, porque una cosa está clara: el aprendizaje no se detiene. El reto para docentes, alumnos y familias es enorme, y marcará un antes y un después para el sistema educativo.
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El uso de plataformas, recursos digitales y herramientas de comunicación se ha generalizado y se impone un camino de difícil retorno. Santillana ha acelerado su apuesta por lo digital para llevar la escuela a casa. Y ha dotado de servicios, contenidos y recursos a miles de alumnos y alumnas de toda España y Latinoamérica, a través de sus plataformas online. Una situación límite que ha obligado a la compañía a acelerar y poner en marchar procedimientos y recursos en los que ya se estaban trabajando.
Vídeos, actividades interactivas, evaluaciones online son algunas de las herramientas que han pasado a primera línea, cuando antes solo se entendían como apoyo a la clase presencial. Buscar nuevas fórmulas online y pedagógicas que permitan un aprendizaje más personalizado es el gran reto que tiene la comunidad educativa.
La tecnología nos da la oportunidad de crear desarrollos y herramientas imprescindibles para afrontar el futuro, pero solo los modelos pedagógicos e itinerarios formativos bien construidos conseguirán un adecuado sistema para conseguir buenos resultados de aprendizaje.
El big data nos da la oportunidad de conocer mejor a nuestros alumnos, podemos personalizar el aprendizaje, crear distintos ritmos y conocer de primera mano el avance de cada uno de ellos para poder reaccionar y ayudarles. Sin duda, el dato ha entrado en escena para mejorar el rendimiento de nuestros alumnos. Pero el papel del docente sigue siendo imprescindible. Ellos están viviendo esta "revolución" en primera persona, adaptándose al sistema con un claro objetivo: continuar con su labor pedagógica sin que el aprendizaje de sus estudiantes disminuya.
Ahora más que nunca, los alumnos necesitan de la labor del profesorado, no sólo como guías sino como motivadores de la nueva experiencia. Mantenerles reforzados, animados y conseguir que aprendan de forma constructiva y útil es la tarea más importante del equipo docente. Y han demostrado estar a la altura porque han conseguido que el aprendizaje de sus estudiantes no se detenga.
También las familias están contribuyendo a una normalización del sistema educativo. La escuela en casa es la escuela en el hogar con la familia y su aportación y seguimiento es fundamental para asimilar todo este "sunami" que sin duda mejorará el sistema educativo. El COVID-19 da una oportunidad a la comunidad educativa para que se reinvente y consiga esa transformación educativa en la que todos creen, pero pocos se atrevían a implantar y lanzar. Ahora no hay marcha atrás. No se sabe qué ocurrirá, pero sí se puede decir que estamos preparados.