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Coronavirus

"No te vas a conformar con chocar el codo": los jóvenes en la nueva normalidad

Muchos olvidan usar la mascarilla y no cumplen las medidas de seguridad

Los expertos alertan de la necesidad de concienciar a la población juvenil para evitar la transmisión

Jóvenes sin mascarilla sin mantener la distancia social. / MIGUEL PEREIRA (Getty Images)

Madrid

Aún no había concluido el estado de alarma y todo el país seguía confinado en sus domicilios cuando los medios de comunicación se hacían eco de las reuniones no permitidas entre amigos en azoteas y parques públicos, fiestas e incluso macrobotellones de centenares de jóvenes que quebrantaban todas las medidas. Ya ha pasado casi un mes desde que el Gobierno levantó las restricciones del estado de alarma y entramos en la llamada nueva normalidad. Una nueva normalidad que no toda la población afronta de la misma manera.

Varios epidemiólogos y expertos en salud vienen alertando del comportamiento de los jóvenes, más esquivos a la hora de usar la mascarilla o mantener el distanciamiento social. El codirector del Instituto de Salud y Estrategia, Rafael Bengoa, insistía hace unos días en la necesidad de concienciar a la población juvenil. Considera que los jóvenes son los menos sensibilizados y la principal fuente de propagación del virus. "Cuando salen de fiesta no respetan ninguna medida de seguridad, ni el uso de mascarilla ni las distancias", comentaba Bengoa. Y razón no le falta. La mayoría de los entrevistados reconocen que la intención la tienen, pero es difícil cumplir las medidas todo el tiempo.

"Yo siempre voy con mascarilla, incluso al salir del bar para ir a casa, pero el tema de viajar es algo que me pierde y me apunto a todo lo que pueda salir. Al final tengo un sentimiento de 'si todo el mundo hace lo que quiere, por qué yo no'", reconoce Sergio Royal. Es de Alcasser, un municipio valenciano de apenas 10.000 habitantes donde se conocen todos y guardan una estrecha relación, y aunque asegura estar concienciado con la situación, las ganas de recuperar el tiempo perdido durante los meses de confinamiento le desbordan. "Si llevas sin ver a tus amigos y familia varios meses no te vas a conformar con saludarle con un codazo y ya está. Al final el contacto es inevitable", asegura el joven.

"Quizá no estamos concienciados del todo"

Ángela Torres vive en Ibiza y asegura que en la isla es fácil mantener el distanciamiento social. Al principio de la desescalada estaba más concienciada y se ponía siempre la mascarilla al salir de casa. Con la entrada en la nueva normalidad, reconoce que se ha relajado e incluso se olvida a veces de ponerse la mascarilla. Aunque ahora que el Gobierno balear ha anunciado su obligatoriedad, seguro que la tiene más presente. "Nunca he utilizado mascarilla cuando quedaba con mis amigos porque decía los voy a ver con frecuencia igual, entonces al final es inevitable no tener contacto", relata. Aparte de relacionarse con sus amigos, Ángela reconoce que también se ha juntado con amigos de sus amigos "sin cumplir ningún tipo de medida". "A la vez esa gente se relaciona con otra gente y quizás es verdad que no estamos concienciados del todo y eso multiplica la posibilidad de transmisión del virus y contagios", cuenta con sinceridad.

"Cuando veo a los amigos siempre nos saludamos con besos y abrazos, y si vamos a tomar unas copas y me encuentro con gente conocida entre que saludas y demás, seguridad poca", afirma Chus Sánchez-Andrada, que asegura que en Huelva "no se nota nada que estemos en desescalada". "En la playa no se nota nada el miedo al contagio y yo me veo más tranquilo, nos creemos que hay menos riesgo de contagio y hacemos vida completamente normal". También el andaluz Luismi Mena reconoce que cumplir con las exigencias que requiere la situación a veces es complicado y no es consciente de lo que puede suponer. "Salimos de fiesta a discotecas y te pones a bailar y se te olvida mantener las distancias. También es verdad que si vas a un bar con tus amigos a tomar algo no vas a estar con la mascarilla puesta", reconoce.

Este es el tipo de comportamiento juvenil al que se refiere el microbiólogo especializado en enfermedades infecciosas, Gabriel Reina, cuando asevera que la población joven tiene una responsabilidad fundamental en la transmisión del virus, pues son los que tienen mayor interacción social. "Hay que trasladarles mensajes de responsabilidad porque también los jóvenes pueden contraer la enfermedad y sufrirla gravemente, o contagiar a personas de su entorno. Al relacionarse con su grupo de amigos aumentan las posibilidades de transmisión y contagio", opina el experto. "Es necesario trabajar en la educación de estos jóvenes llamando a la responsabilidad y un uso de mascarilla y distanciamiento social, que eviten grandes aglomeraciones y que se conciencien de que el futuro que viene va a ser duro", alerta con rotundidad.

El peligro de los rebrotes

Algunos parecen haber olvidado los duros meses en los que la enfermedad azotaba el país dejando elevadas cifras de muertes. Y esa falta de memoria está llevando a una nueva situación donde los repuntes ya son evidentes. La bilbaína Sofía Cobo cuenta indignada que en País Vasco los jóvenes están más despreocupados "después de lo mal que lo hemos pasado aquí". "Con la llegada del verano, muchos parecen haber olvidado la gravedad de la situación, demostrando una falsa seguridad quizá propia de la edad y olvidando la importancia de mantener las distancias de seguridad", lamenta la joven, que cree que la sensación general es de "pasotismo". "Sales a la calle y ves pocas mascarillas, poca distancia de seguridad y más ganas de divertirse ante la renovada libertad tras la cuarentena", explica.

Una de las zonas castigadas por los rebrotes ha sido la localidad guipuzcoana de Villafranca de Ordizia, que suma ya más de 70 contagios, y no es la única. Si todo empezó en Álava, ahora continúan los rebrotes por las tres provincias vascas. La epidemióloga Andrea Burón alerta de que la principal fuente de transmisión del virus está viniendo de los jóvenes y es importante concienciarlos. "No hay que explicar solo los riesgos de la infección y transmisión, y las medidas de protección, sino hacer énfasis en lo que pasará con la economía y su futuro, en caso de nuevos brotes que provoquen nuevos confinamientos", explica.

La Generalitat de Cataluña también responsabilizó a los jóvenes de entre 19 y 30 años del contagio en el Segrià, zona que se encuentra aún confinada, e hizo un llamamiento a la responsabilidad individual. Sin embargo, la experta en salud pública  Burón insiste en que "hablar de solidaridad y de proteger a los vulnerables queda lejos a los jóvenes de esa edad, al menos a muchos de ellos", y considera que apelar su futuro "a corto o medio plazo, quizás funcione mejor".

"Tengo que llamar la atención a mis amigos para que se pongan la mascarilla"

La monitora del campamento El Casal de Barcelona, Clara Aguilar, no es de las que restan importancia al uso de mascarilla y lavado frecuente de manos. Todo lo contrario. Sabe muy bien que la prioridad es evitar la propagación del virus y tiene experiencia en tomar las oportunas precauciones con los campistas y los compañeros. "Hemos tomado un montón de medidas en el curro porque vienen los niños y se juntan, y tenemos que ir con cuidado. Cuando llegan los padres con sus hijos les medimos la temperatura antes de entrar al recinto y todo el rato nos lavamos las manos y llevamos la mascarilla puesta, incluso antes de que fuera obligatoria siempre", explica la joven. Al final se ha acostumbrado al protocolo y en su entorno personal también cumple las medidas escrupulosamente. "Siempre voy con los mismos amigos y a veces hasta les tengo que llamar la atención para que se pongan la mascarilla", cuenta.

En Galicia también ha entrado el coronavirus con fuerza infectando a no pocas personas de las zonas más rurales y quizá por ello, los jóvenes están empezando a despertar. "Estamos sufriendo un cambio a nivel social, se está fomentando el espíritu de grupo de protegerse unos a otros, pero luego también se ve lo egoísta que es la gente, sobre todo los jóvenes y por eso, el aumento de los rebrotes", comenta el coruñés Adrián Vizcaya, que dice estar concienciado con la situación y más ahora que Riveira, su pueblo natal y donde reside, está registrando un aumento de positivos por coronavirus.

Hace unos días, la comarca de A Mariña (Lugo) anunció el confinamiento de sus ciudadanos por el alto número de contagios y parece que los jóvenes empiezan a ver el peligro. "Tenía idea de irme a Newcastle con una amiga, pero al final lo he cancelado por la situación. Más vale prevenir este verano", comenta la gallega Carmen Gómez, que ha extremado las precauciones a raíz de los repuntes en la provincia vecina a su ciudad Pontevedra.

Viajarán con precaución

"Me voy a ir de viaje este verano porque considero que si se hace respetando las medidas y con precaución creo que se puede hacer de forma segura sin riesgo de poder contagiarme o contagiar a los demás", explica la madrileña Noelia García-Rojo, que huirá de playas masificadas y optará por el turismo de campo en casas rurales con amigos cercanos, una opción que está arrasando entre los españoles. "Voy a ir a una casa rural con amigos íntimos con los que ya he tenido contacto previamente. No me juntaré con personas que no conozca porque no se si han podido tener el virus o no, y así evito la propagación", asegura. A pesar de no renunciar a su verano, esta joven tiene las cosas claras: "Si veo que la situación se agrava más, cancelaré estos planes. Lo que ya he rechazado este año el turismo de fiesta o turismo internacional".

La riojana Marina Pistoia acaba de regresar a su ciudad natal, Logroño, después de haber vivido su erasmus en Budapest. Un erasmus un tanto atípico estos últimos meses por la pandemia. Ahora está pensando en disfrutar de un buen verano en España, a pesar de las restricciones y medidas a extremar. "Tengo previsto viajar y cumpliendo las medidas no hay por qué temer", cuenta con una seguridad que no es del todo cierta. La joven asegura estar viviendo la nueva situación con auténtica normalidad, pues la diferencia que ve con respecto a otros veranos es la presencia de mascarilla. Y a veces, ni eso. "En Logroño no siento la presión de llevar mascarilla porque casi nadie la lleva puesta. A la hora de ir de bares, en algunos ni siquiera desinfectan las mesas", relata.

Pero hay algo de esperanza. No todos los jóvenes se están tomando la nueva normalidad a la ligera y más ahora que los contagios vuelven a aumentar de forma generalizada por todo el país. Saben que tienen una responsabilidad muy grande para evitar que la situación siga empeorando, porque de esa evolución también dependen sus futuros. "Los primeros días tenía más euforia por salir de casa y reencontrarme con mis amigos y nos despreocupábamos del virus, pero la cosa se está poniendo fea y todos tenemos que arrimar el hombro", relata Álvaro López, que hace unos días decidió ir de fiesta a una discoteca y se acabó marchando del lugar porque muchas personas no llevaban mascarilla ni respetaban el distanciamiento social. "Me agobié y me acabé yendo".

La joven Alba Escudero se ha topado de bruces con la realidad y reconoce tener miedo. "Parecía que todo volvía a su cauce y te crees que todo es normal, pero luego ves las noticias y aparecen más brotes de coronavirus, ves a la gente con mascarilla y es todo muy incierto", cuenta la madrileña, que se esfuerza en hacer planes al aire libre y evitar el contacto directo con sus amigos, aunque le cueste. Todo por un objetivo común: acabar con el coronavirus.

Sandra Fernández Pérez

Sandra Fernández Pérez

Graduada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y en Ciencia Política y Gestión de la...

 
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