Navidad inédita por el coronavirus, ¿mejor pasarla en el pueblo o en la ciudad?
¿Qué lugares son mejores para vivir estas fiestas? ¿En una ciudad que no es la misma por la pandemia o en un pueblo en el campo?
Madrid
Se acerca una Navidad inédita. Los Gobiernos hacen planes, establecen recomendaciones y prohibiciones varias en buscar de frenar los contagios de coronavirus. Las ciudades tienen a punto su alumbrado navideño. Unas como Madrid mantienen mercados tradicionales como el de la Plaza Mayor y otras como Valencia han decidio suspenderlos.
¿Qué lugares son mejores para vivir estas fiestas? ¿Una ciudad que no es la misma por la pandemia o un pueblo sin aglomeraciones? La arquitectura marca nuestro día a día de un modo a veces imperceptible pero que puede llegar a condicionar nuestra felicidad en estos días navideños. El diseño de las ciudades influye. Y la decoración. Son capaces de cambiar hábitos e invitarnos a otras costumbres.
"Queremos (y necesitamos) cosas contrapuestas. La paz y la comunión con la naturaleza que hay en los pequeños pueblos, pero con fibra óptica y con todas las especialidades médicas a cinco minutos; la enorme oferta de servicios de la gran ciudad, pero sin sus atascos ni aglomeraciones", explica el arquitecto José Ramón Hernández, autor del blog ¿Arquitectamos locos?
"Madrid ya no era la ciudad que conocíamos y nos fuimos al campo"
Oscar y María vivían en el centro de Madrid con sus dos hijas. La pandemia les hizo replantearse todo y ahora viven en la sierra, en plena naturaleza. "La ciudad que conocíamos no existe. Eso de quedar con alguien de forma improvisada, los conciertos o ir a casas de los amigos. Las calles están tristes, no tienen la energía y vitalidad que nos gustaba del centro. Así que hicimos las maletas y nos marchamos. No es para siempre y, quizá, con el tiempo volvamos. Aunque no sabemos qué Madrid nos encontraremos", explican.
Afrontan ahora una Navidad muy diferente a otras. José Ramón vive en el pueblo toledano de Seseña y cree que las ciudades de tamaño pequeño-medio con una razonable oferta, pero a la vez con "una tranquila y armoniosa disposición de espacios públicos, proporcionada al número de sus habitantes" pueden resultar lugares adecuados para pasar una Navidad en plena pandemia.
También vale una ciudad si no es muy grande. "Una ciudad donde los niños puedan ir caminando con sus abuelos desde casa hasta la plaza mayor, merendar en una cómoda cafetería y comprar un pastorcillo más para el belén y una figura de Star Wars, y todo ello paseando con espacio y desahogo suficiente", explica José Ramón.
Iluminación navideña: ¿una chorrada simpática?
"A la mayor parte de la gente le gustan las tradiciones y los pequeños cambios que hacen cada día o cada semana un poco únicos. Y eso incluye la iluminación y el engalanamiento de las ciudades. También cualquier tradición que puede ser comer croquetas cada jueves o hacer una cena con tus amigos en el aniversario de acabar la carrera. Las luces de Navidad hacen que unas cuantas semanas sean "claramente distintas" en la parte visual, la más evidente para todos. ¡Ver las luces es una actividad en la calle totalmente antiCOVID-friendly!", explica Mario, un arquitecto español que vive desde hace tres años en Estocolomo.
José Ramón reconoce que la iluminación navideña hace las delicias de muchos, aunque no sea su caso. "Es una chorrada simpática, ¿no? Un despilfarro de energía y de dinero, incluso en algunos sitios una auténtica molestia. A mí no me aporta nada, pero hay gente que sale a la calle esos días solo para ver la iluminación; familias que van de una zona a otra para disfrutarlas. Si a ellos les da placer e ilusión no seré yo el aguafiestas que se oponga", confiesa.
Eso sí, es crítico con la gestión de esa decoración navideña en algunos pueblos: "Me da una especie de ternura triste que los pequeños pueblos quieran imitar a las ciudades, pero sin sus medios ni su presupuesto, y hagan una especie de 'quiero y no puedo' que evidencia sus penurias y resultan incluso ridículos. Nada les obliga a gastar su exiguo presupuesto en esas cosas".
¿Qué cambios dejará la pandemia en las ciudades?
La pandemia por el coronavirus cambia vidas, hábitos y costumbres hasta ponerlo todo patas arriba. En plena transformación forzosa, las ciudades no son ajenas. La falta de trabajo, los reducidos espacios de los pisos en la era de los confinamientos o la necesidad de alcanzar otros horizontes está provocando que muchos abandonen la urbe supuestamente confortable por el vasto campo.
La segunda ola de la pandemia ha reforzado la demanda de vivienda en los pueblos. Ayuda el precio. En los municipios de menos de 5.000 habitantes los precios son un 52% más bajos que la media nacional, según un estudio de Idealista.
Mario opina que no se producirán cambios radicales, pero se profundizará en algunas tendencias como reducir los coches en las ciudades. "No creo que sea un momento de ruptura, no habrá cambios radicales. No dejará de haber coches de gasoil de un dia para otro. Mucha gente está deseando volver a sus "rutinas", su vida de oficina, etc. Sí me parece que la pandemia será un pretexto para hacer más rápido cosas que ya se estaban haciendo, no un cambio radical de sentido".
José Ramón cree que no hay razones para pensar que de esta saldremos mejores, pero le gustaría que se incidiera en potenciar los parques y jardines, ampliar las aceras, recuperar los bulevares arbolados e irle quitando espacio a los coches: "Tengo una alta expectativa sobre el experimento de las 'superillas' de Barcelona. Ojalá no sea un fracaso". Se refiera al plan del Ayuntamiento de Barcelona para peatonalizar distintas zonas de la ciudad.
Las viviendas pospandemia: espacios intermedios más amplios
¿Serán distintas las casas que se diseñen tras la pandemia? Tras las distintas etapas de confinamientos, la amplitud de espacios gana enteros. "Hay propuestas de arquitectos para hacer viviendas con espacios intermedios más amplios, casas con espacios más proporcionados en vez de estar jerarquizados por tamaño. Me refiero al viejo concepto de salón-dormitorio grande-dormitorios pequeños. En vez de eso tener habitaciones de tamaños similares que sean más flexibles, pasillos que midan 1,50 o 1,80 y por tanto puedan albergar una mesa de trabajo o un sofá, cosas así", explica Mario.
Las opciones de los arquitectos no son siempre las que les gustaría. En las viviendas colectivas hay mucha menos libertad de lo que la gente piensa. "Los arquitectos tenemos mucho menos poder de decisión de lo que nos gusta reconocer. La principal autoridad es la normativa, y primero deben cambiar. Los arquitectos y la sociedad pueden participar en movimientos para cambiarlas, pero de nuevo son cosas que llevan mucho tiempo porque normativas sencillas como el tamaño de los dormitorios tienen influencias de millones de euros, todo lo que tenga que ver con lo inmobiliario lleva muchísimo tiempo de modificar o alterar, los intereses son altísimos", cuenta Mario.
Los grandes cambios llegan lentamente
Mario explica que los grandes cambios en la forma de vivir llegan siempre lentamente: "Llevó 20 años transformar el formato de cocina antiguo al tipo que usamos ahora, con los equipamientos que tenemos, los módulos de 60 cm, etc, y eso que los cambios sociales de principios del siglo XX fueron mucho más brutales que los que nos ha provocado esta pandemia".
José Ramón no es muy optimista con que haya cambios a mejor y se conforma con que las autoridades metan mano en los asuntos más espinosos del urbanismo: "En las grandes ciudades, se ofertan "coquetos estudios" o "interesantes lofts" que son poco menos que zulos insalubres, interiores, en sótanos o en buhardillas en las que no se puede uno ni poner de pie. Y no se ofrecen bajo cuerda en un mercado negro, citándote en un callejón oscuro ni nada de eso, sino que se publicitan a las claras en agencias inmobiliarias "legales" y en exitosos portales de internet. Y nadie hace nada por impedirlo. Las autoridades tienen que reconsiderar los estándares mínimos de vivienda, pero antes que eso deberían velar por que los actuales se cumplieran".
Maika Ávila
Periodista y autora de 'Conciliaqué. Del engaño de la conciliación al cambio real'. Ha formado parte...