El dueño del teatro Pavón carga contra la compañía Kamikaze: "Son unos arrogantes y es falso que se vayan"
José Maya denuncia impagos del alquiler desde abril y sostiene que el anuncio del cierre de la sala persigue "que las administraciones les den un nuevo espacio"
Madrid
“Me he convertido en un pobre casero insensible, soy el malo de la película. Me han utilizado como un eslogan, ellos lloran porque el que no llora no mama, y esa es una estrategia buena y les ha salido muy bien, pero lo que no se puede hacer es difamar y decir que no soy sensible al hecho teatral y que el Pavón se cae a pedazos: cuando ellos todavía estaban en el colegio, en 1981, monté una compañía para reivindicar a los clásicos del Siglo de Oro, me he pateado todos los pueblos de España y se olvidan de eso”. Son declaraciones a la SER de José Maya, propietario del Teatro Pavón de Madrid, renombrado desde 2016 como Pavón Teatro Kamikaze al hacerse cargo de su gestión Miguel del Arco, Aitor Tejada, Jordi Buxó e Israel Elejalde.
Después de casi cinco años de aventura empresarial y artística, varias decenas de obras estrenadas en su escenario y un Premio Nacional de Teatro en 2017, el 21 de diciembre, los kamikazes anunciaron el cierre definitivo del teatro el próximo 30 de enero, antes de cumplir su contrato de alquiler, vigente hastal el mes de julio, un cierre precipitado por la “precariedad económica” agudizada por la pandemia y la imposibilidad de disponer de otro espacio facilitado por las administraciones públicas. José Maya explica a la Cadena SER que ninguno de los gestores del teatro le ha comunicado oficialmente esta decisión y que se ha enterado por la prensa: “No se van, tú sabes que eso es publicidad para que las administraciones se pongan las tres a luchar para darles un espacio, el golpe de efecto les ha salido fenomenal, es falso que se vayan”. “Tenemos un contrato en el que ellos, con seis meses de antelación, tienen que decirme que se marchan”, añade Maya, “y si ellos rescinden el contrato tienen que pagar una indemnización”. El contrato de alquiler del teatro se firmó el 9 de julio de 2016 y entró en vigor el 1 de agosto de ese año. Aitor Tejada, codirector del Pavón Teatro Kamikaze, señala a la SER que están en los plazos legales para comunicar su marcha del espacio.
El propietario del Pavón cree que, aunque lo cierren al público, la compañía seguirá usando el espacio para ensayar los montajes que tienen pendientes de estreno en otros teatros. “Si ellos me entregan las llaves, en algún momento yo podría llegar a un acuerdo con ellos pero si no, yo sigo pasándoles los recibos, es una maniobra mal hecha porque si lo quisieran dejar tendrían que habérmelo comunicado”. ¿Hubiera llegado a un acuerdo con ellos? “Sí, por qué no, pero es que me han tratado tan malamente, cuatro años diciendo que el teatro no valía ese dinero y que se caía a pedazos sabiendo que eso es falso, y me parece muy bien el talento pero no se puede ser arrogante, ellos exigen porque se creen con derecho propio y consideran que la administración tiene la obligación (…) Miguel del Arco es un prepotente pero el más impertinente y el que tiene peores modos es Jordi Buxó”, añade Maya.
En varias ruedas de prensa y entrevistas con medios, los directores del Pavón Teatro Kamikaze han señalado a lo largo de estos años las deficiencias técnicas que sufría el teatro. En enero de 2019, en declaraciones a la SER, Del Arco denunciaba “la incapacidad que tiene (José Maya) de sacar adelante este espacio y de dotarlo, con lo que está cobrando, para convertirlo en un teatro del siglo XXI". Meses antes, Aitor Tejada había calificado el teatro de "desastroso", por el que anualmente pagaban 360.000 euros en concepto de alquiler, a los que se sumaban otros 140.000 euros de gastos de electricidad y mantenimiento. “Este teatro no vale el dinero que pagamos por el alquiler. El deterioro del edificio es evidente. Es un centro sin dotación técnica, con goteras y en el que hemos sufrido cortes de luz”, dijo entonces Tejada.
Cuenta Maya que a la Compañía Nacional de Teatro Clásico, que ocupó el teatro desde 2002 a enero de 2016, les cobraba un alquiler de 43.000 euros mensuales, aunque fue rebajando la cifra en los años posteriores; a la Compañía Kamikaze les cobró desde el principio 30.000 euros más IVA. Ya el primer año, explica el empresario, Miguel del Arco le pidió que les rebajara el alquiler y se negó: “no puedo rebajarte porque no llego a fin de mes”. Cuenta Maya que se lo pidió “de muy malos modos porque ellos son muy prepotentes, de verdad, muy prepotentes”.
El empresario niega las acusaciones de abandono del edificio y hace recuento de lo invertido en mejoras desde que el Teatro Kamikaze alquiló el espacio: “Instalé unos dimmer nuevos (dispositivos que regulan la intensidad de luz de los focos) por 150.000 euros, el sistema de sonido por 55.000, el aparato nuevo de calefacción y aire acondicionado por 250.000 euros y cambié también las contraventanas, en lo que me gasté casi 40.00 euros”. Sobre los cortes de luz, Maya explica que era “un problema de la empresa eléctrica, que en la central de la zona sufría cortes, no solo en el teatro”.
“A mí no me interesa tener un teatro en malas condiciones porque es mi sustento, no soy un chorizo, y esto lo han reiterado en todas las ruedas de prensa, y yo sé que la prensa está con ellos, que son los niños bonitos, pero son unos arrogantes, con todo el peso de la palabra, porque reclamar dinero a la administración no está mal, pero no a base de echar mierda sobre una persona”, explica José Maya, que compró en 1999 el Pavón con su socia Amaya Curieses por 180 millones de pesetas y en el que invirtió, dice, “otros 400 y pico millones en obras de remodelación durante tres años”.
José Maya explica que los tres primeros años, los gestores del Teatro Kamikaze no pagaron los gastos de consumo -luz y agua- del espacio: “Me han llegado a deber 120.000 euros. Cada tres meses les pasaba las facturas y ellos pasaban, no hacían los ingresos, no decían nada ni comunicaban nada. Me los han terminado de pagar en 2019. Ellos, este 2020, han tenido subvenciones por valor de casi 600.000 euros, éxito tienen, así que no entiendo por qué no han afrontado los consumos”.
Maya especifica, además, que la compañía tampoco ha pagado el alquiler del teatro desde los meses de abril a diciembre de 2020 y explica que el pasado junio se reunió con Del Arco, Elejalde, Tejada y Buxó en la Plaza de Tirso de Molina, junto al teatro, y fue entonces cuando le comunicaron que “no iban a pagarle nada”.
Aitor Tejada, uno de los cuatro gestores del teatro, explica a la SER que es cierto que no han abonado el alquiler desde abril a diciembre porque en esa reunión de junio propusieron al empresario no abonar los pagos de los meses en que el teatro había estado cerrado por el confinamiento y, una vez abierto, reducir el precio en función del aforo máximo permitido, un 75%. La propuesta fue primero verbal, en esa reunión, después por mail y, al no haber respuesta por parte de José Maya y su socia, Amaya Curieses, se les envió un burofax. Tejada sostiene que siguen esperando respuesta por parte del empresario. Y el empresario replica que “una oferta no firmada es una oferta no aceptada”. Después de recibir ese burofax y ante el silencio de su socia sobre la propuesta, Maya cuenta que les envió un correo electrónico con una nueva opción: que el precio de alquiler se redujera al 50% de abril a octubre y después fuera del 75%, como el aforo. Explica que nunca obtuvo respuesta por parte de la compañía.
José Maya dice que no se plantea la venta del teatro y admite que “está llamando mucha gente” interesándose por el espacio, entre ellos “un colectivo de actores, gente conocida”, aunque se niega a dar nombres. Sin embargo, dice que si no le llega ninguna oferta interesante, será él quien abra el Pavón en septiembre: “El que quiere terminar su sueño soy yo, cuando yo compré el teatro lo hice para hacer clásico, recuperar la copla, el flamenco, el teatro contemporáneo y montar una escuela, y eso se fue al garete”. ¿Tiene músculo económico para mantener el teatro usted solo? “Se desarrolla”, contesta.
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- cuatro años de subvenciones públicas: de 50.000 euros a más de 600.000