El opositor ruso Alexéi Navalni, detenido tras aterrizar en Moscú
Su vuelta a Rusia se produce cinco meses después del intento de envenenamiento del que acusa al presidente ruso, Vladímir Putin
Berlín
El líder opositor ruso Alexéi Navalni ha sido detenido a su regreso a Moscú, donde ha vuelto desde Alemania como había anunciado unos días atrás, cinco meses después del intento de envenenamiento del que acusa al presidente ruso, Vladímir Putin. Sobre Navalni pesaba una orden de detención que se ha hecho efectiva en cuanto ha pisado territorio ruso. Allí ha viajado en el vuelo DP936 de la compañía aérea Pobeda, según las imágenes captadas por el canal TVRain de YouTube, acompañado de su esposa Yulia.
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La llegada del vuelo estaba anunciada en Moscú para las 19:20, hora local, las 17:20 en España, aunque se ha retrasado. En las imágenes se le ve de buen ánimo e incluso bromeó, preguntado por un periodista que viajaba en el mismo aparato, sobre si temía regresar a su país con un "¿Por qué iba a tener miedo en Rusia".
"Volamos a casa", escribió a continuación en su cuenta en Twitter el líder opositor, al que acompañaba asimismo su portavoz, Kira Tarmysh. "Tengo la fila de la suerte, la 13", dijo. "Tengo todo el derecho a regresar a casa", esto último, en relación a la órden de busca y captura que pesa sobre él.
El vuelo de la aerolínea rusa despegó con algo de retraso sobre el horario previsto procedente de la terminal 5 del aeropuerto Berlín-Brandeburgo, destinada a vuelos de bajo coste. En los accesos se habían apostado grupos de seguidores del líder opositor, con pancartas de apoyo y frases hostiles a Putin, en medio de un notable despliegue mediático. La policía alemana había acordonado la zona y solo se autorizaba la entrada en la terminal a los pasajeros.
Mucho más compleja es la situación en las inmediaciones del aeropuerto moscovita de Vnúkovo, donde estaba prevista su llegada, ya que la Fiscalía de Moscú ha advertido de que emprenderá acciones contra cualquiera que pretenda realizar "actividades políticas no autorizadas". Miles de seguidores han anunciado su intención de acudir a recibirlo. Esta mañana, la policía detuvo ya a varios activistas en San Petersburgo que pretendían viajar a la capital rusa.
Estonia, Letonia y Lituania piden "imponer medidas restrictivas" contra Rusia
Estonia, Letonia y Lituania, países miembros de la Unión Europea, han exigido la "imposición de medidas restrictivas" contra Rusia tras el arresto de Navalni. A través de Twitter, el ministro de Asuntos Exteriores de Lituania, Gabrielius Landsbergis, ha compartido las declaraciones de los tres estados.
"La detención de Alexéi Navalni por las autoridades rusas es completamente inaceptable. Pedimos su liberación inmediata", ha señalado Landsbergis. Asimismo, ha pedido a la Unión Europea que "actúe rápidamente" y que, en caso de que no sea liberado, debería "considerar la imposición de medidas restrictivas en respuesta a este descarado acto".
El hermano de Navalni también ha sido detenido
Varios colaboradores del líder opositor ruso Alexéi Navalni, entre ellos su hermano, Oleg, han sido detenidos este domingo en el aeropuerto moscovita de Vnúkovo, donde se espera la llegada del avión que trae al político de regreso a Rusia desde Alemania. Además de Oleg Navalni, fueron detenidos Luibov Sóbol y Ruslán Shaveddínov, colaboradores del Fondo de Lucha contra la Corrupción, y otros dos activistas de la organización fundada por el líder opositor, comunicó OVD-Info, una plataforma de defensa de derechos humanos.
Una persona mayor que portaba una gran bandera de Rusia fue detenida por la policía cuando se acercó a los periodistas que, en gran número, esperan la llegada de Navalni. Las autoridades han desplegado un ingente dispositivo policial tanto en las instalaciones como en la afueras del aeropuerto, en que está prevista la llegada del vuelo DP936 procedente de Berlín, en el que viaja Navalni, acompañado de su esposa, Yulia, su portavoz, Kira Yarmish, y un gran número de periodistas.
Navalni anunció su vuelta la semana pasada
La expectación es enorme, después de que Navalni anunciara a mediados de esta semana su intención de regresar a su país, ya restablecido del intento de envenenamiento con una sustancia tóxica de la clase Novichok, que le provocó un colapso durante un vuelo por Siberia.
Unos días después, se autorizó su traslado a Alemania e ingresó en coma en la clínica berlinesa de La Charité, cuyo equipo médico -junto con expertos del Ejército alemán y analistas de otros países europeos- certificó luego el intento de envenenamiento. El Gobierno de la canciller Angela Merkel ha requerido desde entonces repetidamente a Moscú aclarar lo ocurrido, hasta ahora sin éxito.
Tras restablecerse y abandonar la clínica berlinesa, Navalni siguió bajo observación médica en la capital alemana y luego se alojó durante unos meses más, hasta diciembre, en un chalet de la pequeña localidad de Ibach (en la Selva Negra, en el sur de Alemania). A mediados de esta semana anunció el regreso a su país a través de un vídeo colgado en sus cuentas de las redes sociales, aparentemente grabado en las inmediaciones de Friburgo, en la misma región del sur alemán, según identificaron medios del país.
Navalni, el enemigo público número uno del Kremlin
De bloguero a abogado anticorrupción, de organizador de las mayores protestas desde la caída de la URSS a aspirante al Kremlin. El líder opositor, Alexéi Navalni, se ha ganado a pulso en diez años de actividad política la vitola de enemigo público número uno del presidente ruso, Vladímir Putin.
En agosto de 2020 las autoridades dijeron basta y decidieron eliminar al político ruso con mayor tirón en Occidente. La operación secreta de los servicios especiales salió rematadamente mal y Navalni vuelve ahora a Rusia cual ave fénix para desafiar al líder ruso. "Putin ordenó mi asesinato", dijo Navalni, de 44 años, tras recuperarse en Alemania del envenenamiento con un agente tóxico de la familia Novichok.
Novichok y celebridad internacional
Navalni era el opositor con más gancho electoral, pero tras ser víctima de un intento de asesinato a manos del Servicio Federal de Seguridad (FSB, antiguo KGB) se ha convertido en una celebridad en en el exterior. Hasta entonces, el envenenamiento con agentes tóxicos había estado reservado casi exclusivamente para antiguos espías del FSB que se habían pasado el enemigo, como Skripal o Litvinenko.
Según pasaban los días y Navalni se recuperaba del intento de asesinato, su estatura política no dejaba de aumentar. La canciller alemana, Angela Merkel, no dudó en visitarlo en la clínica La Charité de Berlín. "Regresaré a Rusia, que es mi país, donde tengo un gran apoyo", aseguró Navalni, sin aparente miedo a un nuevo atentado o encarcelamiento.
Navalni, un experto en el uso de las redes sociales, preparaba ya su venganza, que llegó en forma de dos comprometedores vídeos para el Kremlin. Con la ayuda de Bellingcat y varios medios occidentales, Navalni logró recabar datos que prueban, según dice, la implicación del FSB en su intento de asesinato.
No se limitó a ello, sino que incluyó una conversación telefónica con uno de los presuntos participantes en la operación secreta que admitía que sus cómplices habían rociado Novichok en la ropa interior del opositor. Todo ello no solo puso en evidencia al FSB y a Putin, sino que fueron vistos por más de 44 millones de personas, cifra que contrasta con los siete millones que siguieron la conferencia de prensa anual del presidente en esas mismas fechas.
Objetivos tras el regreso a su país
Seguidamente, las autoridades lanzaron una campaña para impedir su regreso a Rusia, que incluye dos casos penales, uno por no personarse ante la autoridad por un antiguo caso penal y otro por supuesto fraude. Ni se inmutó. Navalni anunció hace unos días su regreso a su país, ya que, según sus palabras, lo "echa de menos".
"Es una decisión valiente que merece todo el respeto. Atañe muchos riesgos, pero si quiere cumplir su principal misión en la vida, tenía que volver", comentó a Efe el opositor Guennadi Gudkov, exiliado en Bulgaria. Por delante tiene varios objetivos. Llevar a los tribunales a aquellos que le intentaron a asesinar y las elecciones legislativas de septiembre, en las que proseguirá su cruzada contra "el partido de los ladrones y sinvergüenzas", como se suele referir al partido del Kremlin, Rusia Unida.
"Si se hubiera quedado en el extranjero, se hubiera visto privado totalmente de carrera política", apuntó a su vez Serguéi Mitrojin, dirigente del partido liberal Yábloko.
'Rusia sin Putin'
Todo comenzó en Yábloko, de donde Navalni fue expulsado por sus ideas nacionalistas. Pero su ostracismo duraría poco, ya que en las elecciones parlamentarias de 2011 logró organizar las mayores protestas antigubernamentales desde la caída de la URSS al grito de guerra 'Rusia sin Putin'. Al año siguiente dio el gran salto a la política al presentar su candidatura a las elecciones a la Alcaldía de Moscú, donde logró casi un tercio de los votos, un hito sin precedentes para la oposición extraparlamentaria.
La animadversión de Putin, que nunca le llama por su nombre, nace de las numerosas ocasiones en las que el opositor ha sacado a la luz las vergüenzas de aliados del Kremlin, a los que denuncia con su dedo acusador en las redes sociales lejos del alcance de la censura del Kremlin. Para el látigo del Kremlin no hay tabúes a la hora de denunciar la corrupción en la administración pública. Sea el primer ministro, Dmitri Medvédev; el presidente del Parlamento o de un banco estatal, el fiscal general o la esposa del portavoz presidencial.
Navalni ya no era solo un incordio, sino una amenaza. Desde entonces, fue condenado a sendas penas de cárcel por presuntos delitos económicos, que le inhabilitaron como candidato al Kremlin, y ha sido atacado en varias ocasiones, la última de las cuales casi le cuesta la vida. Eso no ha impedido que se haya convertido en el faro de la conocida como primera generación libre de la historia de Rusia.