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Por qué el testimonio de Rocío Carrasco cambia la imagen sobre la víctima de violencia machista

Los especialistas llevan años insistiendo en que la violencia machista no entiende de edades o clase social, cultural o económica; pero el testimonio de Rocío Carrasco ha amplificado una realidad no conocida por la mayoría

Rocío Carrasco, durante el programa. (Telecinco)

Madrid

Muchos hablan de un antes y un después en la percepción social de la violencia machista en nuestro país tras el testimonio de maltrato hecho público por Rocío Carrasco en horario de máxima audiencia y con un éxito rotundo. 3,7 millones de personas vieron los dos primeros capítulos en los que narraba las humillaciones de su exmarido Antonio David Flores, al que denunció por violencia machista en 2016. Ahora el caso está en manos del Tribunal Supremo. En 'Hora 25' con Pepa Bueno se ha analizado la repercusión en distintos ámbitos y se ha coincidido, con distintos matices, en la relevancia del mensaje público.

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Trascendido el debate sobre el formato elegido por una cadena de televisión que ha alimentado con sus programas el linchamiento de figuras como, precisamente, la de Rocío Carrasco, queda la importancia de su mensaje para hacer entender una realidad tan presente como compleja. Tras 20 años de contar con Antonio David Flores como colaborador ahora ha sido despedido por la cadena que lo aupó.

Existen muchas aristas en el mensaje de Rocío Carrasco, pero los especialistas reparan en dos fundamentales. Por un lado, el hecho de visibilizar el maltrato psicológico, siempre tan sutil. Y por otro, la revictimización a la que se enfrentan al ser cuestionadas por el entorno cuando cuentan lo vivido.

El valor del testimonio de Rocío Carrasco

"El testimonio de Rocío Carrasco rompe con la idea que tiene la sociedad de la víctima de violencia de género en un doble sentido. Primero porque no hay conciencia de la dimensión social de esta violencia. Más de 600.000 mujeres son maltratadas cada año, según la macroencuesta. Y segundo, porque refleja la falta de concienciación social respecto a esta violencia", argumenta Miguel Lorente, forense y exdelegado contra la violencia de género, que recuerda un dato del último Barómetro del CIS: el porcentaje de población que considera la violencia de género entre los problemas graves que existen en España solo es del 0,2%.

¿Cambiará la percepción el mensaje de Carrasco? ¿Cuántas mujeres se habrán sentido identificadas? La directora de la Fundación Mujeres, Marisa Soleto, explica que los testimonios de las víctimas sirven para desmontar los mitos y estereotipos: "Ponen voz a una realidad que sigue siendo invisible. Solo tenemos que pensar que la mayor parte de la violencia que se ejerce contra las mujeres no se denuncia y a veces es porque las víctimas no identifican que lo que están viviendo es una situación de violencia. Por eso este tipo de testimonio tienen mucho valor".

El 'efecto plató'

La trascendencia del mensaje de Carrasco va a depender de la continuidad en el tiempo para lograr cambiar la concienciación social sobre el debate de la violencia de género. "Va a influir también el 'efecto plató'. Es un testimonio dentro de un programa que se centra no solo en el relato como en el caso de Nevenka Fernández donde hay un documenal sobre el acoso sexual sufrido, sino que aquí es un reportaje que tiene como objetivo un debate en el plató y réplicas en ese contexto 'del corazón'. Esas discusiones que cuestionarán lo dicho generará más conciencia desde un punto de vista menos emocional. Si lo hacemos bien será positivo, y si lo hacemos mal puede ser que sirva para lo contrario", cuenta Lorente. 

No hay un perfil de víctima ni de agresor

"Hace mucho tiempo que sabemos que la violencia contra las mujeres, tanto en las relaciones de pareja como en otro tipo de agresiones, como la violencia sexual, no tiene un perfil determinado y que el riesgo de ser víctima es compartido por todas las mujeres. Tampoco existe un perfil de maltratador ni en relación con el nivel cultural o económico como intuitivamente nos podría parecer. Digamos que existe un estereotipo social respecto de las víctimas que se asocia a la falta de recursos económicos o de herramientas personales (formación, apoyo familiar, nivel de renta medio-alto) que opera en contra de la credibilidad de la víctima, aunque ya sabemos que esto no es así", explica Marisa Soleto.

Miguel Lorente insiste en que no hay un perfil ni de víctima ni de maltratador. "Cuando me preguntaban en los juicios por el perfil del agresor, contestaba que tenía tres características: hombre, varón y de sexo masculino. Es decir, cualquier hombre puede ser maltratador si así lo decide a partir de las referencias que existen en la sociedad. Por la misma razón, puede ejercer la violencia sobre cualquier mujer con la que tenga ese vínculo para aplicar su decisión de corregir o castigar algo que él considera que la mujer ha hecho mal".

¿Cómo probar el maltrato psicológico?

El maltrato psicológico, puesto sobre la mesa Rocío Carrasco, es muy difícil de probar e incluso se carece de herramientas sociales y judiciales para evaluarlo, denuncia la directora de la Fundación Mujeres: "Probablemente es el más frecuente y siempre está presente en las primeras fases de la violencia".

"El desprecio, el insulto el menoscabo de la víctima, su aislamiento y el miedo a las reacciones del maltratador pretenden llevar a las mujeres a una situación de indefensión frente al control que ejerce el maltratador", explica. 

El maltrato tras el divorcio

"El maltrato no sólo puede continuar tras el divorcio sino que la propuesta de ruptura por parte de las víctimas es en ocasiones el detonante o un factor de empeoramiento de la situación. Los maltratadores no aceptan la decisión de la víctima y utilizan todos los elementos a su alcance para continuar con el control de su vida. Muy frecuentemente esto involucra a los hijos e hijas", explica Soleto.

Miguel Lorente va más allá y explica que para que ocurra la violencia de género no tiene que haber ni convivencia: "Lo que define la violencia de género no es la relación de convivencia, por eso no es una violencia familiar o doméstica. Lo que la define es el control y la idea de hacer daño a la mujer durante la convivencia, pero también antes en el noviazgo y después cuando se ha roto la relación".

Riesgo de revictimización

La revictimización es el proceso por el cual los organismos y servicios que tienen que proteger y acudir a apoyar y reparar el daño de la víctima, en realidad, provocan un mayor daño y estigma en la víctima a través de su actuación, explica Soleto.  Sucede cuando las mujeres que piden ayuda son sojuzgadas, no se las cree, se las culpabiliza y se las hace responsables de la situación.

Hay otro aspecto que se tiene menos en cuenta y que revictimiza también. "Cuando tomamos el papel de la víctima se hacen cosas que a lo mejor la víctima no comparte o no comparte en ese momento; y genera conflicto y confusión".

El testimonio de Rocío Carrasco ha puesto sobre la mesa la complejidad de la violencia de género y está cambiando la pecepción de la sociedad sobre víctima y agresor. El tiempo dirá si consigue también aumentar la conciencia social sobre la gravedad y extensión de esta violencia prácticamente silenciada a nivel judicial y administrativo hasta el caso de Ana Orantes hace dos décadas.

Maika Ávila

Maika Ávila

Periodista y autora de 'Conciliaqué. Del engaño de la conciliación al cambio real'. Ha formado parte...

 
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