Fichajes con historia: el día en que Miroslav Djukic recaló en el club que había propiciado su mayor drama
Defensor de enorme peso en el Deportivo de la década de los 90', llevará siempre en su recuerdo el fallo ante el Valencia desde el punto de penalti que supuso soltar un título de Liga histórico
Tras finalizar esta etapa en A Coruña acabó firmando, justamente, con el conjunto ché
La relación del exfutbolista Miroslav Djukic con el Valencia CF empezó a sumar episodios de penas y alegrías mucho antes de que su fichaje fructificara. Pero fue en el verano de 1997 cuando se concretó un giro completo en un vínculo que, años atrás, había provocado el momento más dramático de la carrera del serbio. A Coruña lloró con su fatídico penalti fallado en el último minuto de una Liga para la historia y, poco después, vio cómo su mariscal de la defensa ponía rumbo precisamente al equipo frente al que vivió su jornada más 'negra'.
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Galicia se convirtió en su primera 'casa' después de dejar la antigua Yugoslavia a comienzos de la década, justo antes de estallar la Guerra de los Balcanes. En el Deportivo cayó de pie y terminó siendo protagonista en uno de los ascensos más meteóricos que ha vivido el fútbol español. En sus primeras semanas como herculino ya vivió un ascenso a Primera División, aunque solo fue el inicio de una andanza que dejaría una huella imborrable.
Djukic, quien ha llegado a definirse a sí mismo como un “jugador de calle” en una charla para los canales oficiales de la Liga, resultó ser el líder que catapultó el salto de calidad del Súper Dépor desde la retaguardia. Diferencial desde la extinta posición de líbero que ejercía el papel de defensor expeditivo en una formación de cinco atrás, destacó siempre por su buen pie, al que sumó un físico, una raza y un carisma de lo más imponente.
El Valencia, en el camino del Súper Dépor
Estas cualidades, sin embargo, se vinieron en contra el 14 de mayo de 1994. El título de Liga se dirimió en la última jugada de la Liga con un penalti favorable a un Deportivo que, en caso de anotar, se proclamaría por primera vez campeón ante un Riazor hasta la bandera y frente a un Valencia CF que escribiría aquí su primer gran encuentro con Miroslav Djukic. Si el balón no acababa en la red, el título recaería en manos del FC Barcelona. Y en este escenario, sin el lanzador deportivista habitual en el campo (Donato), fue el serbio quien cogió la pelota para enfilar los once metros. Se concentró, expulsó el último aliento, enfiló la carrera hacia la pelota, chutó y… chocó de bruces con el portero valencianista, José Luis González Vázquez.
"No me gusta torturarme. Sé que este penalti formará parte de mi pasado toda mi vida. Es una cosa que no puedo mejorar ni arreglar, por eso no le doy muchas vueltas. No tiene remedio", confesaba el exjugador en una entrevista con el Deportivo con motivo de uno de tantos aniversarios de aquel momento de "tierra, trágame". El estadio deportivista enmudeció y, al término del duelo, la oleada de cariño asoló el terreno de juego y se trasladó más allá incluso con pintadas de apoyo en el domicilio del propio Djukic, que solo una temporada después podría tomarse la revancha.
De nuevo el Valencia CF apareció como último obstáculo hacia un título para los coruñeses. La final de la Copa del Rey de 1995, conocida históricamente por el intenso granizo que obligó a disputarla en dos días distintos, sirvió en cierta medida para deshacer el mal sabor de boca y que Djukic fuera al fin partícipe del primer trofeo oficial que tomó sitio en las arcas blanquiazules.
Una relación reescrita en Mestalla
Todo el sentimiento de dolor que había aflorado en la catastrófica jornada contra el equipo ché fue curando poco a poco con el tiempo. Tan real resultó el cambio de mentalidad que, una vez vencida su vinculación con el Deportivo después de siete años, su nueva aventura se emprendió a orillas del Turia. Miroslav Djukic explicaba así este vuelco en la Liga: "Son cosas del fútbol y de la vida. Nunca sabes dónde vas a acabar. En aquel momento (el del penalti) posiblemente era el equipo que más odiabas y luego se convierte en la ciudad donde vas a vivir. En esta vida nunca puedes decir 'de este agua no beberé'".
Habiendo cerrado el capítulo de su estancia en A Coruña, Djukic tuvo tiempo de demostrar como ché las mismas virtudes que lo ubicaron como una de las leyendas de la competición liguera. Una vez más, su fútbol pudo desarrollarse en un largo periodo (6 años) en el que también en Mestalla llegó a ser uno de los jugadores más queridos. Como valencianista, readaptado al puesto de central, el fútbol le brindó en 2003 el título de Liga que le debía, entre otras cosas.
El lazo de Djukic con el valencianismo ha terminado siendo mucho más estrecho de lo que hicieron presagiar sus primeras experiencias frente a frente. Prueba de ello ha sido el vínculo intacto con la perspectiva del tiempo, que incluso trajo al serbio de vuelta a la rutina del Valencia CF como entrenador en 2013.