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¿Por qué se cosen estos tomates?

Los tomates de colgar, muy utilizados para el pan con tomate, destacan por la intensidad de su sabor y porque pueden conservarse varios meses a temperatura ambiente

Así son los tomates de colgar antes de coserse y colgarse. / C. G. CANO

Así son los tomates de colgar antes de coserse y colgarse.

Madrid

Para hacer pan con tomate hay que restregar tomàquet de penjar [tomate de colgar] sobre la rebanada. Los frutos de esta variedad son extremadamente sabrosos, tiene la piel fina y su pulpa es muy suave, por lo que impregna muy bien la miga. Pero hay algo más que les hace especiales y que, de hecho, les ha dado hasta el nombre.

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"Cosemos los tomates uno a uno con una cuerda, como hacían nuestros antepasados", explica Esteban Tomás, tercera generación de Mas dels Fumerós, una empresa de Les Useres (Castellón) que también comercializa ñoras, almendraso aceite de oliva. "Los colgaban en el desván de las casas y luego, durante el invierno, los iban utilizando".

¡Durante el invierno, sí! Los tomates de colgar (en Baleares, de ramallet) se recogen durante el verano, pero pueden conservarse a temperatua ambiente hasta cinco meses, por lo que los últimos de septiembre pueden llegar fácilmente hasta el mes de febrero. Al coserlos y luego colgarlos facilitan su conservación en un ambiente fresco, pero también es una forma de seleccionar y detectar los que estén en mal estado.

Esteban Tomás, entre tomates colgados, en el &#039;stand&#039; de Gastronóma.

Esteban Tomás, entre tomates colgados, en el 'stand' de Gastronóma. / C. G. CANO

Esteban Tomás, entre tomates colgados, en el &#039;stand&#039; de Gastronóma.

Esteban Tomás, entre tomates colgados, en el 'stand' de Gastronóma. / C. G. CANO

Esteban Tomás explica que, además de para hacer pan con tomate, pueden usarse para hacer sofritos para la paella o para platos de carne y pescado. Su consumo, sin embargo, ha caído en Valencia y Alicante.

"Se vende mucho en Cataluña y Baleares, y también puede encontrarse en mercados de Madrid o Zaragoza, pero nostros estamos apostando por reintroducirlo en la Comunidad Valenciana", explica tras un stand de la feria Gastrónoma, celebrada en los últimos días en Valencia.

Su precio suele rondar los cuatro euros el kilo, pero además de enriquecer el sabor de varias elaboraciones, aspira a convertirse en un gancho para el turista gastronómico. Mas dels Fumeros, de hecho, forma parte del sello Castellón Ruta de Sabor y ofrece la posibilidad de visitar a sus campos y los talleres en los que cosen los tomate uno a uno.

Otro buen motivo para acercarse a Castellón, donde además de preparar grandes arroces, cuentan con una rica cocina marinera, trufa negra, la alcachofa como reina de su huerta y, en Peñíscola, ¡hasta escenarios de Juego de Tronos! Ni siquiera hace falta llevarse el bañador.

Carlos G. Cano

Carlos G. Cano

Periodista de Barcelona especializado en gastronomía y música. Responsable de 'Gastro SER' y parte del...

 
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