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Leandro Pérez: "Hay tantas interpretaciones del 23F como de lo que ha pasado en el PP"

No hay una, ni dos ni tres Españas. Hay una cuarta, la que ha imaginado Leandro Pérez, en la que triunfó el Golpe de Estado del 23F. El periodista y escritor acaba de publicar 'La última noche de Libertad Guerra'

Leandro Pérez / Planeta

Imagina que la noche del 23 de febrero de 1981 asesinan a Adolfo Suárez, a Santiago Carrillo y al general Gutiérrez Mellado. Imagina que triunfa el Golpe de Estado del 23F, que el rey es ajusticiado y a España vuelve una dictadura militar con Jaime Milans del Bosch como caudillo y Antonio Tejero como director de la Guardia Civil. Es lo que ha hecho el periodista y escritor Leandro Pérez (Burgos, 1972): imaginar. Pérez nos presenta 'La última noche de Libertad Guerra', editado por Planeta.

Libertad Guerra es periodista cultural en el diario Pueblo, en Madrid, en los años de la Movida y epicentro del volcán de la novela. Libertad es de Lerma, donde vive su madre, viuda de un poeta rojo, de la Generación del 27. Su madre vive acosada en ese pueblo donde la Iglesia más rancia ha recuperado su poder omnipresente. Libertad se enamora de Imanol, un joven actor vasco, de Barakaldo, donde la violencia etarra sigue haciendo estragos. A Imanol un día se lo llevan en un furgón policial y desaparece. A partir de ahí, una búsqueda en una España de terror, de violaciones de derechos y torturas policiales.

Portada de 'La última noche de Libertad Guerra'

Portada de 'La última noche de Libertad Guerra' / Planeta

La historia podría haber tenido lugar en los últimos años de la dictadura, en plena transición o incluso en democracia. ¿Por qué quisiste imaginar esa cuarta España en la que ha triunfado el Golpe?

El punto de partida de mi novela es Libertad Guerra, que se enamora de Imanol, que un día desaparece cuando se lo llevan en un furgón policial, como hemos visto en países como Argentina, cuando ha venido una dictadura. Y a partir de ahí, pienso: ¿y si el Golpe de Estado hubiera triunfado? ¿Y si esa noche muere Juan Carlos, muere Suárez, muere Carrillo?, ¿qué hubiera pasado? Y a partir de ahí imagino una España que hubiera sido distinta. Muy parecida a la real, por la música, por los hechos históricos que pasan, pero donde se vive una dictadura.

El 23F sigue fascinando, quizás por la cantidad de teorías, mitos y conspiraciones que hay al respecto, quizás por todo lo que no conocemos y no se ha desclasificado todavía. Como esa foto de Juan Carlos I saliendo en camilla, ensangrentado, de un Palacio de la Zarzuela en llamas, como en tu novela

El 23 F es una fecha muy importante para todos. Ha quedado con ese nombre, con esa fecha: 23 F, algo muy raro que ocurra en la historia. Yo en esta novela no hago historia, no deconstruyo lo que pasa esa noche, es el punto de partida. Pero un punto de partida muy potente, porque todos reconocemos esas fotos de Tejero en el congreso, hemos escuchado los audios, hemos visto las imágenes. Es un punto de partida para ponernos en situación de una España que imaginamos de otra manera, porque la España de los 80 fue muy distinta. Tiene ese punto de la movida, del terrorismo, de la reconversión industrial… pasaron muchas cosas en los 80. Pero a mí me sirve para iniciar el viaje de libertad Guerra

En la novela han asesinado al rey emérito, han asesinado a Suárez, el otro gran protagonista de la Transición. Al convertirlos en mártires, ¿ensalzas sus figuras de alguna manera? Dice Cercas que cuando publicó 'Anatomía de un instante' se vio como una novela antisistema, revolucionaria, antimonárquica y que, pasados los años, se la ve de forma totalmente opuesta.

El libro de Cercas un gran libro, es uno de los que leído para preparar esta novela. Creo que el 23F da lugar a muchas interpretaciones y a muchas historias porque la historia es muy difícil reconstruirla. Tanto lo que ha pasado hace 40 años, como lo que está pasando estos días en el PP, por ejemplo. Siempre hay muchas versiones y a mí me gusta la de la ficción, la del novelista, porque pienso que el historiador lo tiene muy difícil para reconstruir algo. En cambio, el novelista tiene libertad y yo con mi libertad puedo hacer lo que quiera. Tiene que ser verosímil, sí, le tiene que interesar al lector, entretener.

Hoy seguimos viviendo en esas dos Españas. Una de ellas reclamando abiertamente la dictadura, "con Franco se vivía mejor que ahora, las ciudades estaban limpias y eran seguras", que dicen algunos personajes en tu libro y hoy personas de verdad en la calle. "Viva España, viva Franco". Seguimos escuchando lo de catalufos, maricones y maleantes. ¿Hemos retrocedido a esa España que dibujas?, ¿es una distopía de lo que puede pasar?

Intentando describir esa situación de una nueva dictadura. Muestra la gente que defiende el nuevo régimen, con esas expresiones que dices, y hay gente como Libertad que intenta sobrevivir a este régimen. Pero no intento, como narrador, hacer una proyección a la España actual. Pienso que mi labor es contar y que ya luego al lector saque sus propias conclusiones. Igual estoy siendo demasiado políticamente correcto, pero creo que en una novela no hay que adoctrinar. Hay que meter acción, diálogos, precisiones, por supuesto, pero no se trata de escribir una novela con moraleja.

La novela la puede leer alguien de izquierdas, de derechas, de centro, que sea integrista o no, y puede entretenerse con lo que le pasa a Libertad y luego, quizás, sacar alguna conclusión. Pero yo no la ofrezco.

Como lector, me gusta que las novelas te hagan seguir imaginando. Que cuando la cierres, sigas pensando qué puede pasar después. Qué piensan los personajes, qué pueden seguir haciendo, qué puede pasar en España si sigue habiendo una dictadura en los años 80, cómo podemos llegar a nuestro mundo partiendo de ese mundo alternativo, de esa España. Es un juego que, como lector, me gusta.

El libro es también un análisis de cómo se cuenta la historia, quién la cuenta, quién tiene el poder del relato. Hispapedia, esa especie de Wikipedia del régimen, que llama a Juan Carlos I el Breve. Amnistía Unida u Onda Libre, esa emisora que informa en contra del régimen. Las fake news y el poder del relato.

No lo había pensado, pero ahora que lo comentas, sí que tiene ese encaje. La novela está contada en primera persona, es Libertad Guerra la que nos cuenta lo que vive, lo que siente y lo que ama, pero después de los capítulos principales, hay unos breves anexos que sirven también para coger respiro y para encajar las piezas del puzzle. Como la Hispapedia, que no existe y que narra la muerte de Juan Carlos. O utilizar una radio pirata para que un personaje, desde la subversión, intente denunciar lo que está pasando. Todo eso me servía un poco para romper el ritmo de Libertad y ofrecer una mirada distinta a esa España.

¿Se ha contado bien la Transición, la conocemos bien o solo de parte?

Es muy difícil contar la Transición, como contar cualquier periodo histórico. Interesa mucho ir a las fuentes originales, a lo que se vivió en el momento y a lo que han contado los protagonistas. Pero también es verdad que, desde la distancia, como va a ocurrir siempre en la historia, se pueden hacer interpretaciones y que son muy necesarias a veces. Mi valoración de la Transición es que llevamos más de 40 años de paz. Ha habido muchos problemas en España, pero somos hijos de la Transición para bien y para mal. Todo es criticable, pero también hay que valorar los años de paz que estamos viviendo.

Como periodista cultural que eres, ¿qué hay de ti en Libertad? Y no sé si crees, como dices en el libro, que sigue importando poco a los censores o a los que ocupan el poder lo que hagamos los periodistas culturales. ¿Cómo ves la libertad de expresión en la cultura?

De mí hay cosas que no va a advertir el lector. Yo fui periodista en El Mundo en los años 90 y hacía sobre todo entrevistas como esta, con escritores. Hacia prensa literaria. Libertad Guerra es periodista en los años 80, en el diario Pueblo, y se ocupa de la música. Aunque a ella le importa el periodismo algo menos de lo que me importo a mí, se olvida del periodismo cuando desaparece su amor. Pero sí que reconstruyó una redacción, la del diario Pueblo, y sí que intento mostrar cómo puede ser la vida de una periodista, de una mujer que intenta derribar barreras o que se enfrenta a problemas que no tienen nombre.

La situación de la cultura y de la censura es muy distinta hoy, claro. Yo narro la situación en una dictadura, en opresión. En la ficción podemos ponernos en la piel de un judío en la Alemania de los años 30 o de una mujer que intente ser periodista con libertad en un país dominado por los talibanes. Ella vive en un momento en el que acaba de empezar una dictadura y tiene a un jefe que abiertamente la está acosando.

'La última noche de Libertad Guerra' coincide con el estreno de Anatomía de un instante en Madrid, la adaptación teatral de la obra de Cercas, que ha hecho Àlex Rigola. También con un musical sobre Billy el Niño, que aparece mencionado en la novela, junto con otros policías torturadores en esa Dirección General de Seguridad en la Puerta del Sol. ¿Se ha hecho justicia con las víctimas de esas torturas policiales que describes en el libro, como Imanol?

Buena pregunta o buena reflexión. Quizá no se las ha reparado o se las haya hecho justicia. Quizá las víctimas se quedan en el ámbito más privado y no son rehabilitadas como deben. Y en el caso de ciertas víctimas de la Transición, igual se pasó un poco por encima para pasar página o para avanzar, porque hacía falta llegar a un acuerdo entre todos. Pero es verdad que quedaron víctimas detrás que no han sido suficientemente rehabilitadas.