Una reconciliación difícil del feminismo
La última vez que las feministas fueron unidas y asombraron al mundo, en 2018, gobernaba el PP. ¿Se recuperaría la unidad si la derecha vuelve al poder?
Madrid
El feminismo volvió el martes 8 de marzo a exhibir su fuerza y a demostrar que es un gran movimiento político transformador, pero la escisión pareció irreconciliable. Así que, hoy la pregunta es si será posible coser las heridas y quién puede hacerlo.
Es difícil entender la división incluso para muchas de las que tomaron las calles cuando los dos años de pandemia han agravado las desigualdades, la guerra golpea a las mujeres ucranianas y son comunes las reivindicaciones fundamentales: la lucha contra las violencias machistas, la brecha salarial, la crisis de los cuidados, la precariedad laboral, los derechos sexuales y reproductivos.
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Y más cuando la ultraderecha de Vox amenaza los avances, las leyes que protegen a las víctimas de la violencia de género y la igualdad que sigue sin real. La ley trans de la ministra Montero, la clave de la fractura, todavía no ha llegado ni siquiera al Congreso y es posible que se recrudezca el choque cuando empiece la tramitación parlamentaria.
Y el PSOE sigue sin presentar la ley prometida por Pedro Sánchez para abolir la prostitución con multas para puteros, un proyecto que marca las diferencias con el Ministerio de Igualdad que considera ineficaz penalizar el consumo y que sigue elaborando la ley de trata con fines de explotación sexual.
Feministas socialistas encabezadas por la histórica Amelia Valcárcel, firme opositora a la autodeterminación de género y a la agenda queer de Igualdad, han creado una asociación fuera del partido para defender el abolicionismo. La reconciliación en el movimiento feminista se presenta ahora mismo inviable. O quizás la división sea coyuntural, porque la última vez que las feministas fueron unidas y asombraron al mundo, en 2018, gobernaba el Partido Popular. ¿Se recuperaría la unidad si la derecha vuelve al poder?